4/30/13


La bendita vergüenza de la confesión

Homilía del Papa ayer en la misa diaria


El confesionario no es ni una "lavandería" que elimina las manchas de los pecados, ni una "sesión de tortura", donde se infligen golpes. La confesión es, más bien, un encuentro con Jesús donde se toca de cerca su ternura. Pero hay que acercarse al sacramento sin trucos o verdades a medias, con mansedumbre y con alegría, confiados y armados con aquella "bendita vergüenza", la "virtud del humilde" que nos hace reconocer como pecadores.
Así se ha expresado el papa Francisco sobre la reconciliación, en la homilía pronunciada durante la misa celebrada este lunes 29 de abril, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae, según informa hoy el diario vaticano L'Osservatore Romano.
Entre los concelebrantes estaban el cardenal Domenico Calcagno, presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), con el secretario, monseñor Luigi Mistò; el arzobispo Francesco Gioia, presidente de la Opera Peregrinatio ad Petri Sedem, el arzobispo de Owerri, monseñor Anthony Obinna, y el procurador general de los Verbitas, padre Giancarlo Girardi. También concelebraron monseñor Eduardo Horacio García, obispo auxiliar y provicario general de Buenos Aires. Entre los presentes, las hermanas Pías Discípulas del Divino Maestro, que sirven en el Vaticano y un grupo de empleados de APSA.
El papa inició su homilía con una reflexión sobre la primera carta de San Juan (1, 5-2, 2), en la que el apóstol «se dirige a los primeros cristianos, y lo hace con sencillez: "Dios es luz y en Él no hay tiniebla alguna". Pero "si decimos que estamos en comunión con Él", amigos del Señor, "y andamos en tinieblas, somos mentirosos y no practicamos la verdad". Y a Dios se le debe adorar en espíritu y en verdad».
"¿Qué quiere decir --preguntó el papa--, caminar en la oscuridad? Porque todos tenemos oscuridad en nuestras vidas, incluso momentos en los que todo, incluso en la propia conciencia, es oscuro, ¿no? Caminar en la oscuridad significa estar satisfecho consigo mismo. Estar convencidos de no necesitar salvación. ¡Esas son las tinieblas!".
Y, continuó, "cuando uno avanza en este camino de la oscuridad, no es fácil volver atrás. Por lo tanto Juan continúa, tal vez esta manera de pensar lo ha hecho reflexionar: "Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros". Miren sus pecados, nuestros pecados: todos somos pecadores, todos. Este es el punto de partida".
"Si confesamos nuestros pecados --dijo el papa--, Él es fiel, es justo tanto para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Y se presenta a nosotros, ¿no es así?, este Señor tan bueno, tan fiel, tan justo que nos perdona. Cuando el Señor nos perdona hace justicia. Sí, hace justicia primero a sí mismo, porque Él ha venido a salvar, y cuando nos perdona hace justicia a sí mismo. «Soy tu salvador» y nos acoge".
Lo hace en el espíritu del Salmo 102: "Como un padre es tierno con sus hijos, así es el Señor, y tierno con los que le temen", con los que vienen a Él. La ternura del Señor. Siempre nos entiende, pero no nos deja hablar: Él lo sabe todo. «No te preocupes, vete en paz», la paz que sólo Él da".
Esto es lo que "sucede en el sacramento de la reconciliación. Tantas veces --dijo el papa--, pensamos que ir a la confesión es como ir a la lavandería. Pero Jesús en el confesionario no es una lavandería".
La confesión «es un encuentro con Jesús que nos espera como somos. "Pero, Señor, mira, yo soy así". Estamos avergonzados de decir la verdad: hice esto, pensé en aquello. Pero la vergüenza es una verdadera virtud cristiana, e incluso humana. La capacidad de avergonzarse: no sé si en italiano se dice así, pero en nuestra tierra a los que no pueden avergonzarse le dicen "sinvergüenza". Este es uno sin "vergüenza", porque no tiene la capacidad de avergonzarse. Y avergonzarse es una virtud del humilde».
Seguido a esto, el papa Francisco retomó la carta de san Juan. Estas palabras, dijo, que nos invitan a confiar: "El Paráclito está de nuestro lado y nos sostiene ante el Padre. Él sostiene nuestra vida débil, nuestro pecado. Nos perdona. Él es nuestra defensa, porque nos sostiene. Ahora, ¿cómo debemos ir hasta el Señor, así, con nuestra realidad de pecadores? Con confianza, incluso con alegría, sin maquillaje. ¡Nunca debemos maquillarnos delante de Dios! Con la verdad. ¿Con vergüenza? Bendita vergüenza, esta es una virtud".
«Jesús nos espera a cada uno de nosotros, reiteró citando el evangelio de Mateo (11, 25-30): "Vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados", incluso del pecado, "y yo les daré descanso. Lleven sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón". Esta es la virtud que Jesús nos pide: la humildad y la mansedumbre».
"La humildad y la mansedumbre --prosiguió el papa--, son como el marco de una vida cristiana. Un cristiano siempre va así, en la humildad y en la mansedumbre. Y Jesús nos espera para perdonarnos. ¿Puedo hacerles una pregunta?: ¿ir ahora a confesarse, no es ir a una sesión de tortura? ¡No! Es ir a alabar a Dios, porque yo pecador he sido salvado por Él. ¿Y Él me espera para golpearme? No, sino con ternura para perdonarme. ¿Y si mañana hago lo mismo? Vas de nuevo, y vas, y vas, y vas... Él siempre nos espera. Esta ternura del Señor, esta humildad, esta mansedumbre".
El papa invitó a confiar en las palabras del apóstol Juan: "Si alguno ha pecado, tenemos un Paráclito ante el Padre".
Y concluyó: "Esto nos da aliento. Es bello, ¿no? ¿Y si tenemos vergüenza? Bendita vergüenza porque eso es una virtud. Que el Señor nos dé esta gracia, este valor de ir siempre a Él con la verdad, porque la verdad es la luz. Y no con la oscuridad de las verdades a medias o de las mentiras delante de Dios”.

4/29/13


Nuevas tecnologías y evangelización


Juan Chapa, decano de Teología y editor de "50 preguntas sobre Jesús" −que se encuentra entre los libros más descargados en ‘Apple Store’ de forma gratuita−, se muestra sorprendido: «Ninguno de los profesores que trabajamos en este texto podíamos sospechar que lo que escribimos hace unos años pudiera llegar a tanta gente»

La versión electrónica de la obra ‘50 preguntas sobre Jesús’ se estrenó a mediados de abril en ‘Apple Store’. Desde entonces, este documento no ha hecho más que recibir visitas y se encuentra entre los libros más descargados de forma gratuita. Está disponible en el formato ePub para iPhone, iPad o iPod touch con iBooks.

Este ebook se basa en el documento Jesucristo y la Iglesia, escrito en 2006 y disponible en PDF, que ha sido descargado 3.900.000 veces desde su publicación en la web del Opus Dei.

La obra ha sido realizada por profesores del departamento de Sagrada Escritura de la Facultad de Teología de la Universidad, y prologada y editada por Juan Chapa, decano de dicha Facultad. Las preguntas y respuestas también están disponibles en Youtube.


Juan Chapa asegura que la figura de Jesús y los orígenes cristianos suscitan cuanto menos curiosidad y que el fenómeno de la red y de las nuevas tecnologías tiene un alcance y unas posibilidades evangelizadoras impresionantes:

¿Por qué son cincuenta las preguntas elegidas?

La idea surgió con motivo de la publicación de la novela El Código Da Vinci. Es interesante ver que en la actualidad la gente joven no ha oído hablar de este libro. Como era de esperar, fue un boom editorial pasajero, como tantos otros. Pero, dada la publicidad y el revuelo causados, vimos oportuno clarificar algunas de las cuestiones sobre Jesús que la novela presentaba como hechos probados históricamente, cuando en realidad eran deformaciones frívolas e irresponsables de historia-ficción, tomando como coartada algunos descubrimientos arqueológicos.

Se pensó qué puntos importantes convenía clarificar, y tratamos de formularlos en preguntas sencillas contestadas brevemente en no más de un folio. Para contestarlas las distribuimos entre los profesores del Departamento de Sagrada Escritura de la Facultad de Teología: Francisco Varo, Gonzalo Aranda, Vicente Balaguer, Santiago Ausín, Juan Luís Caballero y yo. Se publicaron simultáneamente en la página web del Opus Dei y como libro en la editorial Rialp.

¿Se han planteado una segunda parte o una ampliación del documento?

Por el momento no hemos pensado en añadir más preguntas. Quizá más adelante pueda ser oportuno. De todas formas, a medida que avanza la ciencia histórica, siempre cabe actualizar lo que ahora existe.

¿Cómo ha recibido la noticia de las casi cuatro millones de descargas?

Como es lógico, me ha dado mucha alegría, aunque también me ha sorprendido. Hace relativamente poco tiempo nos habían dicho que se habían llegado a los dos millones. Posiblemente la distribución del producto por medio de Apple Store ha sido un factor multiplicador.

¿Qué valor tiene este dato para usted como teólogo?

Pienso que pone en evidencia cómo la teología es una ciencia atenta a las cuestiones de su tiempo, y que se preocupa de hacer llegar los resultados de la investigación actual a campos que tienen repercusión en la fe y en la vida de las personas. Ciertamente, lo que sabemos sobre la figura histórica de Jesús y los orígenes de la Iglesia son cuestiones que afectan directamente a la existencia de millones de personas.

¿Y la posibilidad de este sistema para evangelizar?

La Oficina de Información del Opus Dei ha editado otros libros gratuitos que se pueden descargar desde la webopusdei.es/ebooks.

Me parece que el número tan elevado de descargas muestra que el fenómeno de la red y de las nuevas tecnologías tiene un alcance y unas posibilidades evangelizadoras impresionantes. Ninguno de los profesores que trabajamos en este texto habría podido sospechar que lo que escribimos hace unos años pudiera llegar a tanta gente. Pienso, por eso, que a san Josemaría, fundador de nuestra Universidad, que siguió muy de cerca el nacimiento y desarrollo de la Facultad de Teología, le habrá dado una gran alegría.

¿Cuál cree que es la razón de su éxito?

Aunque es cierto que el número de descargas no te dice cuántas personas han leído el documento (yo siempre digo en broma que los discos duros de los ordenadores están llenos de documentos que duermen "el sueño de los justos"), el solo hecho de descargarlo muestra que la figura de Jesús interesa mucho y siempre. Por otra parte, vivimos en un mundo donde todo va muy rápido. La gente no tiene tiempo para nada y necesita respuestas inmediatas y claras, fáciles de comprender y a la vez sólidamente argumentadas.

¿A quién va dirigido este documento?

No está pensado para especialistas, sino para toda persona que quiera encontrar una contestación concisa desde el punto de vista histórico a algunos de los interrogantes sobre temas que hoy en día suscitan un especial interés en relación a Jesús y los orígenes cristianos. Las respuestas son breves y evidentemente en cada una de ellas se podría decir mucho más. Por eso, para aquellos que deseen profundizar o contextualizar, se ofrece al final del libro una bibliografía selecta.

¿Cómo valora la adaptación de la Iglesia a las nuevas tecnologías para dar a conocer su mensaje?

Desde los primeros años de expansión, la Iglesia se ha servido de todos los medios a su alcance para llevar el mensaje del Evangelio hasta los confines de la tierra. Lo que inicialmente se trasmitía oralmente, se pone enseguida por escrito; lo que tenía raíces semitas entra en diálogo con la filosofía y culturas griegas, etc. En cierto sentido estamos viviendo una situación análoga a la que se dio con el cambio de formato de libro en los primeros siglos de nuestra era. El formato códice (el que tiene el libro impreso en la actualidad) sustituyó al rollo tradicional. En la actualidad, el libro digital está sustituyendo en buena medida al libro tradicional.

¿Habría que seguir buscando nuevos modos de evangelizar?

Pienso que no se debe buscar la novedad por la novedad. El Evangelio es siempre nuevo. No tiene necesidad de adaptarse a los tiempos. Pero conviene tener en cuenta que allí donde están los intereses de los hombres y mujeres de cada época, allí debe hacerse presente también Jesucristo. Benedicto XVI incluyó Twitter entre los medios de evangelización y el Papa Francisco lo sigue empleando.

4/28/13


"Lo estáis oyendo, jóvenes: caminar contra corriente"

Homilía del Papa en la Misa de hoy


Queridos hermanos y hermanas, Queridos hermanos que vais a recibir el sacramento de la confirmación. Bienvenidos:
Quisiera proponeros tres simples y breves pensamientos sobre los que reflexionar.
1. En la segunda lectura hemos escuchado la hermosa visión de san Juan: un cielo nuevo y una tierra nueva y después la Ciudad Santa que desciende de Dios. Todo es nuevo, transformado en bien, en belleza, en verdad; no hay ya lamento, luto… Ésta es la acción del Espíritu Santo: nos trae la novedad de Dios; viene a nosotros y hace nuevas todas las cosas, nos cambia. ¡El Espíritu nos cambia! Y la visión de san Juan nos recuerda que estamos todos en camino hacia la Jerusalén del cielo, la novedad definitiva para nosotros, y para toda la realidad, el día feliz en el que podremos ver el rostro del Señor, ese rostro maravilloso, tan bello del Señor Jesús. Podremos estar con Él para siempre, en su amor.
Veis, la novedad de Dios no se asemeja a las novedades mundanas, que son todas provisionales, pasan y siempre se busca algo más. La novedad que Dios ofrece a nuestra vida es definitiva, y no sólo en el futuro, cuando estaremos con Él, sino también ahora: Dios está haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos. Abramos la puerta al Espíritu, dejemos que Él nos guíe, dejemos que la acción continua de Dios nos haga hombres y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu Santo nos concede. Qué hermoso si cada noche, pudiésemos decir: hoy en la escuela, en casa, en el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de amor hacia un compañero, mis padres, un anciano. ¡Qué hermoso!
2. Un segundo pensamiento: en la primera lectura Pablo y Bernabé afirman que «hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios» (Hch 14,22). El camino de la Iglesia, también nuestro camino cristiano personal, no es siempre fácil, encontramos dificultades, tribulación. Seguir al Señor, dejar que su Espíritu transforme nuestras zonas de sombra, nuestros comportamientos que no son según Dios, y lave nuestros pecados, es un camino que encuentra muchos obstáculos, fuera de nosotros, en el mundo, y también dentro de nosotros, en el corazón. Pero las dificultades, las tribulaciones, forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la vida. No desanimarse. Tenemos la fuerza del Espíritu Santo para vencer estas tribulaciones.
3. Y así llego al último punto. Es una invitación que dirijo a los que se van a confirmar y a todos: permaneced estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente. Lo estáis oyendo, jóvenes: caminar contra corriente. Esto hace bien al corazón, pero hay que ser valientes para ir contra corriente y Él nos da esta fuerza. No habrá dificultades, tribulaciones, incomprensiones que nos hagan temer si permanecemos unidos a Dios como los sarmientos están unidos a la vid, si no perdemos la amistad con Él, si le abrimos cada vez más nuestra vida. Esto también y sobre todo si nos sentimos pobres, débiles, pecadores, porque Dios fortalece nuestra debilidad, enriquece nuestra pobreza, convierte y perdona nuestro pecado. ¡Es tan misericordioso el Señor! Si acudimos a Él, siempre nos perdona. Confiemos en la acción de Dios. Con Él podemos hacer cosas grandes y sentiremos el gozo de ser sus discípulos, sus testigos. Apostad por los grandes ideales, por las cosas grandes. Los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para pequeñeces. Hemos de ir siempre más allá, hacia las cosas grandes. Jóvenes, poned en juego vuestra vida por grandes ideales.
Novedad de Dios, tribulaciones en la vida, firmes en el Señor. Queridos amigos, abramos de par en par la puerta de nuestra vida a la novedad de Dios que nos concede el Espíritu Santo, para que nos transforme, nos fortalezca en la tribulación, refuerce nuestra unión con el Señor, nuestro permanecer firmes en Él: ésta es una alegría auténtica. Que así sea.

4/27/13


El papa Francisco es una respuesta de Dios a la "nueva evangelización"

 Salvatore Martínez


El gesto de renuncia de Benedicto XVI ha procurado proféticamente una gran efusión del Espíritu Santo al mundo entero". Esto ha escrito Salvatore Martínez, presidente de la Renovación Carismática Católica, en el ensayo apenas publicado ¡Abre el corazón a Jesús y anuncia el evangelio! - una nueva evangelización carismática (edizioni Rns). (Spalanca il cuore di Gesù e annuncia il Vangelo! – una nuova evangelizzazione carismatica, edizioni Rns).
Según el presidente del RnS, "el no bajar de la cruz del papa Ratzinger ha generado como un nuevo Pentecostés en el corazón de los hombres sobre todo de los no creyentes y de los incrédulos".
Ha escrito Martínez que papa Francisco es un "carismático" en el sentido que comunica al mundo un "exégesis viviente de la belleza de ser cristiano".
Un papa que viene de un continente que ya Juan Pablo II indicaba como el  "de la esperanza". "Jóvenes tierras cristianas evangelizadas por el fervor de los europeos" de la que podría emerger la "nueva evangelización del mundo".
Para Martínez, la sencillez evangélica, la atención hacia los pobres, la fraternidad universal, un lenguaje sensible, directo al corazón y al espíritu del hombre hacen de la "misericordia de Dios la primera cifra del nuevo pontificado".
Para alimentar el fuego de la fe papa Francisco ha "bajado del trono" y ha pedido al pueblo de Dios "caminar juntos".
Al observar la humildad del papa Francisco, el presidente del RCC ha pensado en las palabras de San Agustín, "para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano".
Martínez ha subrayado que la invitación de papa Francisco a "no ceder al pesimismo y al desaliento" porque "tenemos la firme certeza que el Espíritu Santo da a la Iglesia, con su soplo poderosos, la valentía de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización" muestra que la "Iglesia está 'bajo el viento impetuoso de Pentecostés" en el que el Espíritu quiere romper todas los resistencias y los miedos.
En el ensayo de Martínez retoma las palabras de Benedicto XVI y precisa que "la verdadera crisis de la Iglesia en el mundo occidental es una crisis de fe", por esto, como había ya advertido el cardenal Leon Suenens, "no basta cambiar las estructuras, no basta cambiar el cuerpo de la Iglesia; debemos primero renovar el al alma y el alma de la Iglesia es el Espíritu Santo".
Frente al riesgo del pérdida de sustancia de la fe, Benedicto XVI ha escrito "no serán las tácticas que nos salvarán, sino un fe pensada y vivida de una forma nueva".
En este contexto el año de la fe es precisamente una invitación universal a la conversión del corazón de la Iglesia. ¿Pero qué fe? Se pregunta Martínez, y responde "la fe en Dios amor" porque "toda la misión evangelizadora de Cristo se ha cumplido en el amor y por amor".
Continúa Benedicto XVI "a la raíz de toda evangelización no hay un proyecto humano de expansión, sino un deseo de compartir el don inestimable que Dios ha querido darnos, participando de su misma vida".
"El hombre - ha añadido Martínez - es amado por Dios, todo hombre es amado por Dios y busca al Amado, Jesús. Este es el sencillo y tocante anuncio que la Iglesia le debe al hombre"
"La nueva evangelización - ha concluido el presidente del RCC - es sierva del amor, es discípula y sierva de este amor" por esto el compromiso principal de la nueva evangelización es "ayudar a todos los creyentes a redescubrir en Jesús el rostro auténtico de Dios".

4/26/13


Aborto libre y progresismo
Miguel Delibes   (Hace más de un cuarto de siglo en ABC)


«Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado»

      «En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones en favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión.
      La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad.
      De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante, en este dilema, es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio.
      La socióloga americana Priscilla Conn, en un interesante ensayo, considera el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea éste el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento en que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado.
      En lo concerniente a la libertad habrá que preguntarse en qué momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de qué libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin limitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero. Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él, pero, naturalmente, subordinándole al otro.
      Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna “progresía”. En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para estos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire. Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza.
      Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia. En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante.
      Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto, y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia.
      Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podía atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podía recurrir.
      Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado».

Magnanimidad con humildad

El papa ayer durante la Misa

La magnanimidad en la humildad. Este es el camino de vida del cristiano que quiere realmente ser un testigo del evangelio hasta los confines del mundo. El perfil de esta forma de ser "misioneros en la Iglesia" fueron delineados por el papa Francisco, esta mañana del 25 de abril, durante la celebración de la misa diaria en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.
Entre los concelebrantes estuvo el arzobispo Nikola Eterović, secretario general del Sínodo de los Obispos, y monseñor Eduardo Horacio García, obispo auxiliar de Buenos Aires. A la celebración asistieron los religiosos y laicos que trabajan en la Secretaría del Sínodo de los Obispos, un grupo de gendarmes de la Ciudad del Vaticano con el comandante, Domenico Giani, y numerosas familias.
Como siempre, el papa comentó las lecturas del día, tomadas esta vez de la primera carta de Pedro (5, 5-14) y del evangelio de Marcos (16, 15-20). «Jesús, antes de ascender al cielo, envía a los apóstoles a evangelizar, a predicar el reino. Los envía hasta los confines del mundo. "Vayan por todo el mundo"», recordó.
También hizo hincapié en la universalidad de la misión de la Iglesia, señalando el hecho de que Jesús no dice a los apóstoles que vayan a Jerusalén o a Galilea..., sino que les envía por todo el mundo. Por lo tanto, abre un horizonte grande. De esto podemos comprender la verdadera dimensión de la "naturaleza misionera de la Iglesia", que sale a predicar "a todo el mundo. Pero --advirtió el papa--, no va sola; va con Jesús".
Es así que los apóstoles salieron y predicaron por todas partes. Pero "el Señor –explicó--, actuaba con ellos. El Señor trabaja con todos los que predican el evangelio. Esta es la magnanimidad que los cristianos deben tener. A un cristiano pusilánime no se le entiende. Es proprio de la vocación cristiana esta magnanimidad: cada vez más, cada vez más y más, siempre hacia adelante".

Perfil de evangelizador

Sin embargo –advirtió--, también puede suceder algo "que no sea tan cristiano". Sobre eso, se ha preguntado el papa, "¿cómo debemos avanzar? ¿cuál  es el estilo que Jesús quiere para sus discípulos en la predicación del Evangelio, en esta misión?"
Y ha dado la respuesta en el texto de san Pedro, que «nos dice un poco de este estilo: "Queridísimos, revístanse de humildad, en su trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes". El estilo de la predicación del evangelio responde a esta actitud, la humildad, el servicio, la caridad, el amor fraternal».
El papa luego imaginó la posible objeción de un cristiano ante el Señor que le ofrece este estilo: "Pero Señor, ¡tenemos que conquistar el mundo!"  Y ha querido demostrar lo que está mal con esta actitud: «Esta palabra, 'conquistar', está mal. Lo que debemos es, predicar en el mundo. El cristiano no debe ser como los soldados cuando ganan la batalla, que hacen tabla rasa de todo».
A este punto, Francisco hizo referencia a un texto medieval en el que se dice que los cristianos, después de ganar una batalla y conquistada una ciudad, alinearon a todos los gentiles, y los ubicaron entre el baptisterio y la espada, obligándolos a elegir: el agua, es decir, el bautismo; o el arma, que sería la muerte. Y dijo: "Este no es el estilo del cristiano. Su estilo es el de Jesús, humilde”.
El cristiano –explicó--, "predica, proclama el evangelio con su testimonio, más que con las palabras. Me decía un sabio obispo italiano, hace unos días: 'A veces tenemos confusión y creemos que nuestra predicación del evangelio debe ser un salus idearum y no una salus animarum, la salvación de las ideas y no la salvación de las almas'.
"Pero, ¿cómo se llega a la salvación de las almas? Con humildad, con la caridad. Santo Tomás tiene una frase bellísima sobre esto: "Es como ir hacia aquel horizonte que no se acaba nunca, porque siempre es un horizonte." Así es, ¿cómo proceder con esta actitud cristiana? Nos dice de no tener miedo de las cosas grandes. Ir hacia adelante, teniendo en cuenta las pequeñas cosas. Esto es divino. Es como una tensión entre lo grande y lo pequeño; los dos, esto es cristiano. Lo cristiano misionero, la predicación del evangelio de la Iglesia, va por este camino".
La confirmación se encuentra en el evangelio de Marcos. El papa lo ha señalado: «No se puede proceder de otra manera. Y en el evangelio, al final, hay una frase hermosa cuando dice que Jesús actuaba con ellos y "confirmaba la palabra con las señales que le acompañaban"».
"Cuando vamos con esta magnanimidad y con esta humildad, cuando no tenemos miedo de las cosas grandes, de este horizonte, y tomamos en cuenta las pequeñas cosas, como la humildad y la caridad diaria, (entonces) el Señor confirma la Palabra y vamos adelante. El triunfo de la Iglesia es la resurrección de Jesús. Antes está la cruz".
"Pidamos al Señor hoy --concluyó-- convertirnos en misioneros de la Iglesia, apóstoles en la Iglesia, pero con este espíritu: una gran magnanimidad y también una gran humildad."

4/25/13


Yo tengo un sueño



Un sueño que garantíza el respeto a la dignidad y libertad de la persona

      ‘I have a dream’ ─Yo tengo un sueño. Muchos recordarán el discurso de Martin Luther King que tuvo esa cantilena. Corría el 1963 y el líder de color, encaramado en las escaleras del monumento a Lincoln, hablaba ilusionado e ilusionando sobre la igualdad de derechos de los de su raza con los restantes norteamericanos. Un sueño realizado sustancialmente, incluso hasta lograr uno de ellos la presidencia del país. Sin dormir, se colapsaría la vida. Sin soñar, se adormece la existencia.

      Yo también tengo un sueño: para nuestro país y para este mundo globalizado. Pero pienso más en España porque es lo inmediato y por algunas características propias. Deseo vivir en una nación libre, realmente libre. Hablo desde una instancia moral, no política, aunque ésta tenga mucho juego en la libertad. Para comenzar juzgando ese predio, casi se limita a votar cada cierto tiempo. Y elegimos generalmente al primero de una lista, muy probablemente de otra circunscripción. Sueño con más participación ciudadana, con más sociedad.

      Es cierto que la libertad política incluye más asuntos, por ejemplo, la libertad de pensamiento y expresión, la religiosa, la de los padres a elegir el modelo de educación que desean para sus hijos, la sindical, etc., a una vivienda digna. Pero no acaban de ser cabales. Sueño con políticos, empresarios, sindicalistas, sociólogos, pensadores, curas, etc., que busquen la verdad y el bien de las gentes. Con un país sin paro soñamos todos, pero tal vez descuidamos la parte que honradamente corresponde a cada uno para conseguirlo.

      Sueño con una judicatura, una policía y un etcétera que desconozco dedicados a lo suyo −seguro que la mayoría lo hace− en lugar de realizar un trabajo mediático injusto. Todo se filtra, dando lugar a indefensión, a calumnia, a difamación, a falta de seguridad jurídica, etc. Por ahí deseo continuar soñando porque vivimos con el sobresalto diario de noticias filtradas −lo llamamos periodismo de investigación− que, en no pocas ocasiones, originan daños a la sociedad, a personas o familias concretas. Sueño con unos medios de comunicación libres, respetuosos con la libertad ajena, veraces.

      Sueño con una libertad de expresión más igual porque mientras se toleran asuntos como los citados, es prácticamente imposible, por ejemplo, criticar la ideología de género salvo que se desee ser mártir, o de llamar violencia doméstica, machista o feminista, según los casos, a lo que, precisamente por esa ideología, hay que denominar violencia de género. Sueño con que se pueda hablar de castidad o de la belleza de llegar virgen al matrimonio sin ser perseguido por los insultadores de turno. Tendríamos una sociedad realmente abierta y menos hosca.

      Sueño con gobernantes dedicados al bien común en serio, en lugar de mirar al propio. Dijo Margaret Thatcher −no es la Biblia− que no era una política de consenso sino de convicción. Es matizable, pero vale la pena mirar las propias convicciones y las de los votantes. ¿Existen ideas fuertes en esta sociedad del pensamiento débil y del relativismo? Me parece irreal que la presencia de certidumbres engendre intolerancia. Más bien está siendo causa de fanatismo eso que se suele llamar el pensamiento dominante impregnado de género, relativismo, laicismo y juicio débil, porque, ¡ay de ti! si no admites tales"dogmas". Pero las convicciones evitan la corrupción. Otro sueño. Y cada uno a opinar como quiera, pero evitando imposiciones.

      Sueño una sociedad desmarcada de lo política o socialmente correcto, capaz de expresar lo que realmente piensa, si es que esa tarea no continua siendo una "funesta manía". La funesta manía de pensar viene evitada porque los medios de opinión son con harta frecuencia medios de adoctrinamiento, porque el sistema educativo no ayuda a la reflexión, porque la cultura de la imagen hace difícil la especulación... Ahora se especula jugando al fútbol o se está en estado de gracia metiendo goles. Se ha repetido que los españoles somos demasiado improvisadores, pero ni eso es posible porque todo lo entregan digerido, hasta las hazañas del famoseo en programas mugres, que devastan la cultura.

      Sueño con una libertad religiosa, no basada en la ridiculización de la fe católica. Este aspecto positivo del libre albedrío es principalmente inmunidad de coacción respecto a temas de conciencia y religión, siendo el orden público su único límite. En muchas ocasiones, la Iglesia Católica ha solicitado perdón por sus momentos oscuros. Sueño con que lo soliciten muchas más personas, otras religiones, partidos políticos totalitarios que hicieron purgas terribles, y sindicatos coligados. Sueño con partidos políticos, sindicatos y afines al gobierno que no tengan el llamado dinero público como propio y, sin ser los dueños, lo nieguen a los excluidos de sus circuitos.

      Sueño con que se pueda hablar de ley natural sin escándalo de intelectuales a la moda, que saben muy bien que eso exige pensar en la existencia de Dios y en la dependencia del hombre respecto al Creador, vínculo que estimo como mejor garantía para respetar la dignidad y libertad de la persona. Sí, persona mejor que ciudadano, porque dice más, porque apunta a lo más específico del ser humano individual. Persona habla de intimidad, creatividad, libertad, donación. Y por eso, de inviolabilidad.

4/24/13



La vida no se tiene para guardarla, se tiene para entregarla.
Se pide estar preparados para el encuentro en el regreso de Cristo

En su catequesis de hoy, ante más de 80 mil peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Obispo de Roma reflexionó sobre tres textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una de las verdades que se profesan en el Credo: que Jesús «de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos».
En este marco el Papa expresó que el tiempo de la espera, es el tiempo que Jesús otorga antes de su venida final.Hablando a los jóvenes les dijo: “¡No entierren sus talentos! La vida no se tiene para guardarla para uno mismo, se tiene para entregarla”.
Afirmó que “en la parábola del juicio final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados”, y que “lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos; se trata de ser vigilantes para no dormirnos, para no olvidarnos de Dios”. Invitó a todos “a vivir este tiempo presente que Dios nos ofrece con misericordia y paciencia, para que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres”.

Palabras del Papa en español:

Queridos hermanos y hermanas:Deseo reflexionar sobre tres textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una de las verdades que se profesan en el Credo: que Jesús «de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos». En la parábola de las diez vírgenes, el Esposo que las jóvenes esperan con las lámparas de aceite es el Señor. El tiempo de la espera, es el tiempo que otorga Él antes de su venida final. En la parábola de los talentos, se recuerda que Dios ha concedido unos dones, que se han de emplear y multiplicar, pues a su regreso preguntará cómo se han utilizado. Queridos jóvenes, ¿han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado cómo ponerlos al servicio de los demás? ¡No entierren estos talentos! La vida no se tiene para guardarla para uno mismo, se tiene para entregarla. En la parábola del juicio final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados. No se conoce ni el día ni la hora del regreso de Cristo; lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos; se trata de ser vigilantes para no dormirnos, para no olvidarnos de Dios.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo de la Arquidiócesis de Córdoba, Argentina, así como a los provenientes de España, Colombia, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a vivir este tiempo presente que Dios nos ofrece con misericordia y paciencia, para que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres. Muchas gracias.

4/23/13


Quien no entra en el redil por la puerta, Jesús, ''es uno que quiere trepar''

El Papa ayer en su homilía matinal


En la lectura evangélica propuesta por la liturgia, Jesús dice que quien no entra en el redil por la puerta, no es el pastor. La única puerta para entrar en el Reino de Dios, para entrar en la Iglesia –afirmó el santo padre- es Jesús mismo.
“Quien no entra en el redil por la puerta, sino por otra parte, es un ladrón o un asaltante”. Es “uno que quiere aprovecharse” –dijo el obispo de Roma– es uno que “quiere trepar”: “También en las comunidades cristianas existen estos trepadores, ¿no?, que buscan lo suyo… y consciente o inconscientemente aparentan entrar pero son ladrones y asaltantes. ¿Por qué? Porque roban la gloria a Jesús, quieren la propia gloria y esto es lo que decía a los fariseos: ‘Ustedes se glorifican unos a otros…’. Una religión un poco como negocio ¿no? Yo te glorifico y tú me glorificas. Pero estos no han entrado por la puerta verdadera. La puerta es Jesús y quien no entra por esta puerta se equivoca. Y ¿cómo sé que la puerta verdadera es Jesús? ¿Cómo sé que esa puerta es aquella de Jesús? Pero, toma las Bienaventuranzas y haz aquello que dicen. Sé humilde, sé pobre, sé manso, sé justo…”.
“Jesús –prosiguió el papa- no solo es la puerta: es el camino, es la vía. Existen tantos senderos, quizás más convenientes para llegar”: pero son “engañosos, no son verdaderos: son falsos. El camino es solo Jesús”: 
“Pero alguno de ustedes dirá: ‘Padre, ¡usted es un fundamentalista!’. No, sencillamente Jesús ha dicho esto: ‘Yo soy la puerta’, ‘Yo soy el camino’ para darnos la vida. Sencillamente. Es una puerta bella, una puerta de amor, es una puerta que no nos engaña, no es falsa. Siempre dice la verdad. Pero con ternura, con amor. Pero nosotros siempre hemos hecho aquello que ha sido el origen del pecado original, ¿no? Tenemos ganas de tener la llave de interpretación de todo, la llave y el poder de tomar nuestro rumbo, cualquiera que sea, de encontrar nuestra puerta, cualquiera esa sea”.

“A veces –afirmó Francisco- tenemos la tentación de ser demasiado dueños de nosotros mismos y no humildes hijos y siervos del Señor”: “Y esta es la tentación de buscar otras puertas u otras ventanas para entrar en el Reino de Dios. Solo se entra a través de aquella puerta que se llama Jesús. Solo se entra a través de aquella puerta que nos conduce por un camino que es un camino que se llama Jesús y nos conduce a la vida que se llama Jesús. Todos aquellos que hacen otra cosa –dice el Señor– que trepan para entrar por la ventana, son ‘ladrones y asaltantes’. El Señor es sencillo. No habla un lenguaje difícil: Él es sencillo”.
Por último el papa invitó a pedir “la gracia de tocar siempre aquella puerta”: “A veces está cerrada: estamos tristes, estamos desconsolados, tenemos problemas en tocar, tocar aquella puerta. No vayan a buscar otras puertas que parecen más fáciles, más cómodas, más accesibles. Siempre aquella: Jesús. Y Jesús no desilusiona jamás, Jesús no engaña, Jesús no es un ladrón, no es un asaltante. Ha dado su vida por mí: cada uno de nosotros debe decir esto: ‘Y tú que has dado la vida por mí, por favor, abre, para que pueda entrar’”.

4/22/13


‘En todo, amar y servir’


Dice San Juan en su Evangelio: “El viento sopla donde quiere; pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así es todo aquel que ha nacido del espíritu”. Estas palabras pueden aplicarse al Papa Francisco, al que muchos consideran ya el nuevo Juan XXIII

      ¿Cómo es Jorge Bergoglio? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su mensaje? Un Papa que habla al hombre de hoy en su mismo lenguaje. Capaz de remover corazones. Si Juan Pablo II fue la esperanza y Benedicto XVI la fe, sin duda el Papa Francisco será la caridad.

      Nuestro Tiempo ha recogido algunas de sus palabras sobre temas tan controvertidos como la política, la crisis económica o la pobreza escondida en los suburbios de los países desarrollados. Para todos ellos el nuevo pontífice ha tenido palabras de entendimiento y perdón, pero también de denuncia y llamada al compromiso social de todos.

* * *
      La Iglesia: «Aunque la Iglesia es una institución humana, histórica, Con todo lo que comporta, no tiene una naturaleza política, sino esencialmente espiritual: es el Pueblo de Dios que camina hacia el encuentro con Jesús. Solo en esa perspectiva se puede entender la misión de la Iglesia católica» (Encuentro con los periodistas. El Vaticano, 16 de marzo de 2013).

      Nueva Evangelización: «La Iglesia, por venir de una época donde el modelo cultural le favorecía, se acostumbró a que la buscaran. […] Eso funciona en una comunidad evangelizada, pero ahora la Iglesia necesita transformar sus estructuras para que sean misioneras. Tenemos que ir hacia donde nos necesitan […], hacia quienes, deseándolo, no van a acercarse a formas caducas que no responden a sus expectativas ni a su sensibilidad. Tenemos que […] revisar la vida interna de la Iglesia, pasar de una Iglesia “reguladora de la fe” a otra “transmisora y facilitadora de la fe’» (El Jesuita, pp. 77-78).

      Diálogo con el mundo: «Muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica y otros no son creyentes, pero respetando su conciencia, de corazón os doy en silencio mi bendición, sabiendo que cada uno de nosotros es hijo de Dios» (Encuentro con los periodistas. El Vaticano, 16 de marzo de 2013).

      Relación con el poder político: «No está mal si la religión dialoga con el poder político. El problema está cuando se asocia con él para hacer negocios debajo de la mesa» (Sobre el cielo y la tierra. Diálogos entre el cardenal Bergoglio y el rabino Abraham Skorka. Buenos Aires, 2010).

      El papel de los laicos: «Hay un problema, lo dije otras veces: la tentación de la clericalización. Los curas tendemos a clericalizar a los laicos. No nos damos cuenta, pero es como contagiar lo nuestro. Y los laicos (no todos, pero muchos) nos piden de rodillas que los clericalicemos porque es más cómodo ser monaguillo que protagonista de un camino laical. No tenemos que entrar en esa trampa, es una complicidad pecadora» (Citado en el diario ABC, 15 de marzo de 2013).

      Pobreza: «Sin los pobres construiremos una Iglesia mediocre. Los pobres son el tesoro de la Iglesia y hay que cuidarlos. Si no tenemos esa visión, tendremos una Iglesia tibia, sin fuerza. No se puede adorar a Dios si nuestro espíritu no contiene al necesitado» (Citado en La Verdad, 22 de marzo de 2013).

      La Iglesia y la dictadura argentina: «¿Qué hizo la Iglesia en aquellos años? Hizo lo que hace un organismo que tiene santos y pecadores […]. En la Iglesia hubo cristianos de los dos bandos, cristianos muertos en la guerrilla, cristianos que ayudaron a salvar gente y cristianos que creían que estaban ayudando a salvar a la Patria […]. En Chile, durante el gobierno militar de Pinochet, la Iglesia chilena creó la Vicaría de la Solidaridad. Tomó un camino decidido. Aquí, en Argentina, se hicieron pronunciamientos y se acentuaron las gestiones reservadas. Eso dio lugar a todo tipo de especulaciones» (Sobre el cielo y la tierra. Buenos Aires, 2010).

      Trabajo: «Le agradezco tanto a mi padre que me haya mandado a trabajar. El trabajo fue una de las cosas que mejor me hizo en la vida. Particularmente en el laboratorio, donde aprendí lo bueno y lo malo de toda tarea humana […]. Allí tuve una jefa extraordinaria, Esther Balestrino, una paraguaya simpatizante del comunismo que años después, durante la última dictadura, sufrió el secuestro de una hija y un yerno, y luego fue raptada […] y asesinada. La quería mucho. […] Me enseñó la seriedad del trabajo. Realmente, le debo mucho a esa gran mujer» (El Jesuita, p. 34).
      Riqueza: «El que se lleva el dinero a otro país está pecando. El cristianismo condena con la misma fuerza tanto al comunismo como al capitalismo salvaje. Existe una propiedad privada, pero con la obligación de socializarla con justicia. Un ejemplo claro de lo que sucede es el dinero que se fuga al exterior [...]. Aquel que se lo lleva para guardarlo fuera no honra al país que le da la riqueza, al pueblo que trabaja para generarla» (Citado en La Verdad, 22 de marzo de 2013).

      La tentación del dinero: «El poder y el dinero son como la ginebra en ayunas: marean. La altura marea. Por eso, cuanto más grande seas, cuanto más dinero, más poder, más prestigio tengás, más humilde tenés que ser. Los que se creen dueños de la vida no pueden vivir en la sociedad. El único dueño de la vida es Dios» (Citado en el diario ABC, 15 de marzo de 2013).

      Palabras a los jóvenes: «No le tengan miedo a la libertad, a esa libertad que Dios les puso en el corazón. Esa libertad de ser grandes, que les salva de alienarse. […] Eso está acá, en el mercado de todos los días. Les venden un buen rato hoy ¿a pago de qué? ¿Tres pesos? ¿Cuatro pesos? No, la pagás con tu libertad. Por eso no dejés que te la roben. Que nadie te baratee tu libertad. Defiéndela» (Homilía a los jóvenes durante la celebración de Corpus Christi en la Plaza Once. Buenos Aires, 2008).

      Educación sexual: «La iglesia no se opone a la educación sexual. Personalmente, creo que debe haberla a lo largo de todo el crecimiento de los chicos, adaptada a cada etapa […]. Lo que pasa es que actualmente muchos de los que levantan las banderas de la educación sexual la conciben separada de la persona humana. Entonces, en vez de contarse con una ley de educación sexual para la plenitud de la persona, para el amor, se cae en una ley para la genitalidad. Esa es nuestra objeción. No queremos que se degrade a la persona humana. Nada más» (El Jesuita, pp. 92-93).

      El pecado de la vanidad: «La vanidad, el alardeo, son actitudes de espiritualidad mundana, que es el peor pecado de la Iglesia. […] El arribismo, la búsqueda del éxito, pertenecen plenamente a esta espiritualidad mundana. […] Quien cede a esa vanidad en el fondo esconde una miseria muy grande… Yo caí en la vanidad cuando fui obispo auxiliar capitalino» (Vatican Insider, 24 de febrero de 2012).

      Aborto: «La mujer embarazada no lleva en el vientre un cepillo de dientes; tampoco un tumor. La ciencia enseña que desde el momento de la concepción, el nuevo ser tiene todo el código genético. […] No es una cuestión religiosa, sino claramente moral con base científica, porque estamos en presencia de un ser humano. La batalla […] a favor de la vida incluye el cuidado de la madre durante el embarazo, leyes que protejan a la mujer en el post parto, asegurar una adecuada alimentación de los chicos, brindar una atención sanitaria a lo largo de toda una vida» (El Jesuita, p. 91).

      La explotación humana: «¿Dónde está tu hermano esclavo? El que estás matando todos los días. En el taller clandestino, en la red de prostitución, en las ranchadas de los chicos que usás en mendicidad, para campañas de distribución de drogas, para rapiña… ¿Dónde está tu hermano? […] La esclavitud no está abolida. En esta ciudad [Buenos Aires] la esclavitud está a la orden del día. Ese crimen mafioso y aberrante. ¿Dónde está tu hermano? […]. En esta ciudad se explota a trabajadores, hay chicos en situación de calle […], víctimas de una esclavitud estructural. En esta ciudad se cuida mejor a un perro que a un hermano [...] se rapta a las mujeres y a la chicas y se las somete al uso y al abuso de su cuerpo por aquellos que vienen a ver qué pueden saquear, qué vida pueden anular, qué familia pueden destruir, qué chico pueden vender […].

      Tomemos conciencia de que esa carne esclava es “mi” carne, la misma que asumió el Hijo de Dios, por eso la Gracia más linda que podemos recibir es la de llorar en nuestro corazón. Señor, mirad esto […]. Nosotros no venimos aquí a protestar, venimos a rezar para golpear el corazón de Dios y pedirle a Jesús que nos dé la Gracia de no engrosar el ejército de los distraídos, de los duros de corazón. Por eso si sabés algo, contálo, denunciálo» (Día internacional contra la explotación sexual y la trata de personas. Homilía en el barrio de Constitución. Buenos Aires, 23 de septiembre de 2012).

      Política: «El vacío de amor a Dios no solo nos deshumaniza, sino que por ende nos despolitiza. Si no hay amor llega la falta de compromiso político. El amor, en cambio, impulsa el cuidado de lo común, sobre todo del bien común, y potencia y beneficia los bienes particulares. Una política que no es para los demás, sino pasión por el bien, termina siendo un mero racionalismo de la negociación que termina por devorarlo todo» (Homilía del Día de la Patria argentina, catedral de Buenos Aires, 25 de mayo de 2012).

      Sobre la cultura actual: «Cuando no hay amor se adormece la conciencia […] y entregamos nuestra vida, y la de nuestros niños y jóvenes, a la ilusión destructiva de las drogas, legales e ilegales, al juego, a la medicación fácil, al cuidado fetichista del cuerpo... Caemos en el narcisismo y olvidamos a nuestros ancianos, que son entonces material descartable: lo que no sirve, se tira» (Tedeum del Día de la Patria argentina. Catedral de Buenos Aires, 25 de mayo de 2012).

      La familia: «En la confusión actual aparece también el vínculo líquido, sin compromiso, como nuevo núcleo familiar para que siga produciendo sujetos desorientados que, de adultos, no saben amar […]. Ante esto no nos debe extrañar que se expanda la violencia, contra las mujeres, los niños e indefensos, y que crezca nuestra cobardía, nuestra capacidad de hacernos los distraídos» (Tedeum del Día de la Patria argentina. Catedral de Buenos Aires, 25 de mayo de 2012).

      Matrimonio homosexual: «Está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso que se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios» (Buenos Aires, 8 de julio de 2010).

      Medios de comunicación: «Los tres ingredientes de una buena crónica son: verdad, bondad y belleza, que son también el objetivo de la Iglesia. […] Les invito a conocer la verdadera naturaleza de la Iglesia, con sus virtudes y sus pecados, y las motivaciones espirituales que la guían y que son las más auténticas para comprenderla […]. Vuestro trabajo requiere sensibilidad y experiencia y una atención especial a la verdad» (Encuentro con los periodistas. El Vaticano, 16 de marzo de 2013).

      Crisis económica: «Los obispos no pretendemos hacer un diagnóstico completo de la crisis […] pero sí señalar algunas de las enfermedades sociales más graves que padecemos, de reflejo político y económico, pero que tienen origen moral. La primera es el endiosamiento del Estado […] al que se le puede pedir cualquier cosa. Ahora en cambio cunde la ideología contraria: el envilecimiento del Estado, propio del más crudo liberalismo […] que procedió a vender las empresas del Estado, pero sin un diseño racional. No se tuvo en cuenta que este es un instrumento creado para servir al bien común y para ser garante de la equidad y la solidaridad […]. Otras dos enfermedades son la evasión de los impuestos y el despilfarro de los dineros públicos, que son dineros sudados por el pueblo» (Discurso ‘Queremos ser nación’, agosto de 2001).

      Anestesia social: «Nos acostumbramos a ver hombres y mujeres de toda edad pidiendo o revolviendo la basura, a muchos ancianos durmiendo en las esquinas o en los umbrales de los negocios, a muchos chicos durante el invierno acostados sobre las rejillas de los “subtes” [el metro] para que les suba algo de calor […]. ¡Cuántas veces sus miradas reclamadoras nos hicieron bajar las nuestras para poder seguir de largo!»(Mensaje del Miércoles de ceniza, 25 de febrero de 2009).
      La Curia vaticana: «Yo la veo y la vivo como un organismo de servicio […]. A veces llegan noticias no tan buenas, a menudo ampliadas y a veces manipuladas con amarillismo. […] La Curia tiene defectos, pero me parece que se subraya demasiado el mal y demasiado poco la santidad de tantísimas personas consagradas y laicas que trabajan allí» (Vatican Insider, 24 de febrero de 2012).

      Proteger la Creación: «Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos “custodios” de la Creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente. No dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para “custodiar”, también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque precisamente de ahí salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura» (Homilía de la Misa de inicio del ministerio del Papa Francisco. Plaza de San Pedro del Vaticano, 19 de marzo de 2013).

      El poder: «Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio. También el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la Cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad. Especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el Juicio final sobre la Caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Solo el que sirve con amor sabe custodiar» (Homilía de la Misa de inicio del ministerio del Papa Francisco. Plaza de San Pedro del Vaticano, 19 de marzo de 2013).

      Diálogo: «Para dialogar hay que saber bajar las defensas, abrir las puertas de casa y ofrecer calidez humana. Son muchas las barreras que en lo cotidiano impiden el diálogo: la desinformación, el chisme, el prejuicio, la difamación, la calumnia. No caigamos en ellas. Ser cristiano es dialogar. Hablar con todos, sin miedo, sin querer convencer, escuchando» (Citado en La Verdad, 22 de marzo de 2013).