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JOQUIVESA

Encontrado en la "red" (Mateo 13:47-50)

11/28/21

Libertad de expresión, autonomía y responsabilidad

Doctor Julio Tudela Cuenca 

Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia

La conquista y defensa de las libertades constituye uno de los más nobles objetivos de la actividad humana. Pero esta tarea no está exenta de conflictos éticos, que deben matizar y limitar su ámbito de aplicación y alcance.

Contexto

Las recientes propuestas de la sociedad posmoderna que plantean el ejercicio de la autonomía personal, y por tanto la capacidad de elección y decisión, como un derecho ilimitado, pervierten el auténtico sentido de la libertad que, entendida de este modo, lejos de contribuir a la promoción humana, favorece la desigualdad, el sometimiento, la opresión y el retroceso social.

Las recientes defensas del supuesto derecho a abortar o a solicitar la eutanasia, contrastan paradójicamente con la pretendida limitación del derecho a la libertad de expresión, cuando se trata de defender la vida y oponerse a toda forma de homicidio, como los son el aborto y la eutanasia.

Los intentos de limitar la libertad de expresión de los que se manifiestan frente a las clínicas abortistas o de los que se posicionan contra los postulados de la ideología de género o la eutanasia, no hacen sino mostrar la doble vara de medir que esgrimen los que se autodenominan defensores de la libertad.

El ámbito del ejercicio de la libertad y autonomía personales debe estar siempre limitado por la evaluación de las consecuencias que las propias elecciones tienen sobre los otros, también sujetos de derecho.

La ponderada evaluación de las consecuencias de toda opción humana, sus posibilidades de construir y no destruir, de servir y no someter, deberían marcar los límites precisos del ejercicio de las libertades, también de la libertad de expresión.

Conclusión

Ésta nunca debería coartarse cuando se orienta al bien, la edificación mutua y la defensa de la vida y la dignidad humanas, pero debería restringirse a los límites que establece el ejercicio de la solidaridad, excluyendo todo intento de ser utilizada como arma destructiva o letal.

Las libertades de elección y expresión lo son verdaderamente cuando reconocen los límites que impone el imperativo del bien común y la salvaguarda de la dignidad humanas.

Fuente: exaudi.org



Publicado por JOQUIVESA en 19:42

La belleza no es la ilusión fugaz de una apariencia, nace del bien

Alina Tufani



No solo de pan vive el hombre, no solo necesita lo que garantiza su supervivencia sino también la belleza, la cultura, lo que toca el alma, necesita dialogar con el mundo, usar nuevos lenguajes, nuevos mapas que lo lleven a abrirse a la fraternidad para no quedar cerrados en bloques estériles y llenos de malentendidos. Estos son solo algunos de los enunciados planteados por el Papa Francisco en su discurso de esta tarde, durante la inauguración de una Sala de Exposiciones de la Biblioteca Apostólica Vaticana.

De belleza y de bien

La exposición “Todos Humanidad en Camino” hace un recorrido por la obra del artista contemporáneo Pietro Ruffo, entrelazadas con obras del pasado, en un encuentro de saberes, épocas y estilos. Por ello, el discurso del Santo Padre se abre con una reflexión sobre la belleza partiendo del adjetivo kalós (bello) que aparece en el Evangelio según San Juan y que usa exclusivamente para referirse a Jesús y su misión. Ejemplo de ello, explica el Pontífice, es el apelativo cristológico, "Yo soy el hermoso pastor", que usa Jesús y que solemos traducir "Yo soy el buen pastor". Y es que es cierto dice el Papa que “Jesús es el buen pastor, pero también hermoso”. Entonces, la belleza nace del bien:

La belleza no es la ilusión fugaz de una apariencia o un adorno: nace en cambio de la raíz del bien, la verdad y la justicia, que son sus sinónimos. No debemos dejar de pensar y hablar de la belleza, porque el corazón humano no solo necesita el pan, no solo necesita lo que garantiza su supervivencia inmediata: necesita también la cultura, lo que toca el alma, lo que acerca al ser humano a su profunda dignidad.

En este contexto, Francisco subraya que la Iglesia debe dar testimonio de la importancia de la belleza y la cultura, dialogando con esa particular “sed de infinito que define al ser humano”. De allí la importancia de inaugurar una sala de exposiciones en la Biblioteca Vaticana. “Deseo que brille su luz”, afirmó el Papa, no sólo a través de la ciencia, sino también a través de la belleza.


Culturas en dialogo: nuevos mapas de fraternidad

Inspirada en el Exhortación apostólica Fratelli Tutti, la exposición se plantea un encuentro entre las obras contemporáneas de Ruffo y las presentes en la Biblioteca Apostólica a lo largo de los siglos. “Una apuesta por crear un diálogo” que el Papa agradeció:

“La vida es el arte del encuentro. Las culturas se enferman cuando se vuelven autorreferenciales, cuando pierden la curiosidad y la apertura a los demás. Cuando excluyen en lugar de integrar”.

Más aún, el Papa se preguntó qué ventajas puede tener ser “guardias fronterizos” de sus propias culturas en lugar de ser “guardianes de nuestros hermanos”. Entonces, “el mundo necesita nuevos mapas”, aseguró Francisco, que pasen por encima de los bloques y las fronteras para ir hacia el encuentro y el diálogo:

 “En este cambio de época que ha acelerado la pandemia, la humanidad necesita nuevos mapas para descubrir el significado de la fraternidad, la amistad social y el bien común. La lógica de los bloques cerrados es estéril y está llena de malentendidos. Necesitamos una nueva belleza, que ya no es el reflejo habitual del poder de algunos, sino el valiente mosaico de la diversidad de todos. Que no sea el espejo de un antropocentrismo despótico, sino un nuevo cántico de las criaturas, donde se concretice efectivamente una ecología integral”.



Mantener viva la memoria con nuevos idiomas

Al concluir su discurso el Santo Padre se dirigió concretamente a los dirigentes y funcionarios de la Biblioteca Apostólica recordando su llamado a convertirse en una “Iglesia en salida” y protagonista de la cultura del encuentro. Esto debe ocurrir también con la biblioteca, es decir, si además de custodiar el pasado, se atreve a ser frontera del presente y del futuro. Una responsabilidad que para Francisco se asume manteniendo viva las raíces y la memoria, pero al mismo tiempo traducir la herencia de la Iglesia y de la humanidad a “nuevos idiomas”, pasar “de lo analógico a lo digital”. Un desafío histórico que se debe enfrentar con sabiduría y valentía. Y concluyó:

Cuento con la Biblioteca Apostólica para traducir el depósito del cristianismo y la riqueza del humanismo a los idiomas de hoy y de mañana.

Fuente: vaticannews.va

Publicado por JOQUIVESA en 19:24

Adviento:“¡Cristo viene! ¡Ésta es la flecha de amor!”

José María Montiu


El tiempo de Adviento puede compararse a un arquero, a un niño que está disparando flechas de amor al corazón. Siendo este un tiempo litúrgico especialmente y bellamente romántico vale esta imagen clásica del amor. Todo el tiempo de Adviento nos dice una cosa: ¡Cristo viene! ¡Ésta es la flecha de amor!: ¡Cristo viene! Cada día, la sagrada liturgia, con su modo de hacer suave y elegante, nos clava esta flecha. ¡Cada día nos la clava! Nos la clava insistentemente, como el murmullo y el susurro de la tórtola. ¡Y, así, durante casi todo un mes! ¡Viene el Amor de los Amores, viene el buen Jesús, viene el amor!

Es una flecha de amor, una dulce descarga eléctrica, a fin de que nuestros corazones se vuelvan vibrantes, deseosos, alegres: ¡Ven Señor Jesús! ¡Casi todo un mes favoreciendo de modo muy especial tales deseos! Una flecha de amor que nos ha de llevar a hacer espacio a Cristo en nosotros, a acogerle con el cariño y con el amor de una madre, con nuestro abrazo afectuoso. Cristo quiere ser acogido como un niño. Que Cristo nazca y crezca en nuestros corazones, que participemos de la maternidad divina de la Santísima Virgen. Que esta realidad bellísima, muy deseable, encantadora, fantástica, maravillosa, resplandeciente, sea nuestra Navidad.

Las tórtolas al hacer el nido eliminan los tronquitos que ven que no se ajustan bien por su tamaño, deficiente elasticidad, poca consistencia, etc. Se quedan sólo con las ramitas que se adaptan bien al nido que se afanan en construir. También nosotros al hacer una cuna a Jesús, al construirle un piadoso nido, hemos de quitar aquello que en nuestro corazón no va bien, hemos de convertirnos, hemos de purificarnos, para que allí se encuentre a gusto. Es la lógica del amor la que nos lleva a purificarnos, a arreglarnos, a adornarnos, en el sacramento de la confesión. Nos confesamos, simple y llanamente, porque nos da la real gana, porque le queremos. Nos confesamos porque queremos adornarle y arreglarle una casita a Jesús, nuestro corazón.

Al mismo tiempo, hay una reciprocidad de afectos y de amistad, pues el amor de Cristo, su amor misericordioso, precioso, se vierte muy especialmente en nuestros corazones por el sacramento del perdón, el sacramento de la misericordia. ¡Aprovechemos! ¡No perdamos esta hermosa y bella oportunidad! ¡Dejémonos amar por Cristo, por el Amor de los Amores, por amor tan excelente que sólo él merece el nombre de amor! ¡Dejemos que el afecto de Cristo venga de una manera muy especial sobre nosotros, tal y como Cristo hace en el sacramento de la confesión! ¡Dejémonos mimar por Él!

Que aquella que Dios más ha querido, la Virgen Santísima, aquella en la que los ángeles tanto admiran el amor de Dios, nos ayude a entrar en esta lógica del amor, en este amar y dejarse amar por Cristo, en esta lógica preciosísima del Adviento y de la Navidad, en este purificar nuestra alma en el sacramento del amor misericordioso, y en este recibir fervorosamente a Cristo resplandeciente en la Sagrada Eucaristía, sacramento de amor.

Fuente: exaudi.org

Publicado por JOQUIVESA en 19:04

Diagnostico de una sociedad enferma

Carlos García


Es sintomático que el gran número de edificios vacios en los mismos núcleos de las grandes ciudades sean más rentables en esta situación que cumpliendo la función que viene inserta en la palabra “casa”

Si bien hay un cáncer temido que afecta a nuestros cuerpos individuales, hay también otro que no debe ser menos temido que afecta a nuestras sociedades, si se me permite, aunque sea a efectos literarios, entender éstas como un gran cuerpo. La paradoja reside en que si de la extirpación del primero nadie en ningún momento duda, de la del segundo, llamado capitalismo,  no sucede así. El momento en el que tiene lugar el diagnóstico es clave en ambos casos para el éxito de los tratamientos, ¿estamos abordando adecuadamente el diagnóstico de por qué morimos como sociedad?

Un análisis clínico nos puede mostrar distintos síntomas, que en las V Jornadas “Otra Economía Está en Marcha” de Economistas sin Fronteras fueron puestos sobre la mesa por distintas y distintos ponentes, como si de personalidades médicas se trataran:

¿Acaso no es sintomático que el gran número de edificios vacios en los mismos núcleos de las grandes ciudades sean más rentables en esta situación que cumpliendo la función que viene inserta en la palabra “casa” (“edificio para habitar” según la RAE), tal y como nos expuso Saskia Sassen?

¿Acaso no es sintomático que con tratados de libre comercio, como el pretendido TTIP, una empresa, como representante de un interés privado, tenga la posibilidad de llevar a los estados a un tribunal de arbitraje (igualmente privado) si percibe que estos, que lo público, que alguna ley emanada de su soberanía, viola o perjudica sus intereses, su lucro exclusivamente privado? ¿Acaso no ha sucedido esto ya en casos, contrarios muchos de ellos al Derecho Internacional, como los de Metalclad contra México, Occidental Petroleo contra Ecuador o Philip Morris contra Uruguay, en este caso alegando una pérdida de mercado fruto de la campaña nacional “Uruguay libre de humo de tabaco” premiada por la OMS? ¿Acaso no caminamos hacía un nuevo gobierno de facto (no explícito) de las empresas, blindadas en un mercado ultraregulado, como concluimos en el taller coordinado por Gonzalo Fernández Ortiz de Zárate?

¿Acaso no es sintomática la exacerbada y fantasiosa individualidad, fruto de todo un proceso histórico que puede arrancar desde que el ser humano es tal (como nos planteo Almudena Hernando), que parece ser enarbolada aún hoy como dogma de éxito y signo de masculinidad, que hace que el individuo se considere como una entidad independiente y aislada del resto de las personas? ¿Dónde queda la vital identidad relacional, aquella en la que lo que prima son los vínculos y en la que el ser humano sabe quién es en tanto que forma parte de una unidad mayor (la sociedad, el grupo); que es indispensable y que lo masculino relegó, ocultándola, hacía lo femenino como, en cierto modo, una forma de despreocuparse de su indispensabilidad, de “externalizar” a la otra mitad de la humanidad algo básico para la supervivencia del conjunto?

¿Acaso no es sintomática otra ilusión, la de infinitud promovida por el capitalismo, sobre la disponibilidad de materias primas en el planeta, cuando vivimos desde los años 80 en una destrucción de bienes tal que impiden la regeneración de la naturaleza, como nos recordó Yayo Herrero? ¿Acaso no padecemos el olvido de que las personas vivimos encarnadas en cuerpos que hay que sostener y cuidar, que necesitan horas y horas de cuidados que son realizados mayoritariamente por las mujeres? ¿Acaso no se encuentra la sociedad actual fugada de esas dos realidades, de la necesidad vital de los cuidados y de que el mundo en el que vivimos es finito, y la economía actual parece haber declarado la guerra, por tanto, a los cuerpos y a los territorios?

Los síntomas, como vemos, son muchos y abarcan varias categorías de la realidad. El capitalismo corroe el cuerpo social de distintos modos, en sus distintas partes, presenta distintas facetas ponzoñosas, de la misma forma que bajo la unitaria palabra “cáncer” se esconden en realidad un conjunto de enfermedades relacionadas.

¿Cuál es el tratamiento para intentar revertir esta autodestructiva situación? Cada cual podemos intuir nuestra receta. Una posible puede contener, por un lado, algo de concienciación, pedagogía, de funcionar como altavoces hacía nuestro entorno, cargados de argumentos sólidos que cursos como el de “Otra Economía Está en Marcha” nos proporcionan; y, por otro, y relacionado con lo anterior, algo de lucha, de movilización, de éxitos que las movilizaciones contra el TTIP de los tribunales parajudiciales y antisoberanos, contra viviendas vacías y gente sin casa, contra las violencias machistas del histórico 8M, nos demuestran. Quizás así podamos empezar a vislumbrar un horizonte en el que empecemos a superar la enfermedad, camino de una sociedad plena, sana y llena de vida.


Fuente: ecosfron.org/

Publicado por JOQUIVESA en 18:51

Esperar al Señor

 El Papa en el Ángelus


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de hoy, primer domingo de Adviento, es decir, el primer domingo de preparación para Navidad, nos habla de la venida del Señor al final de los tiempos. Jesús anuncia acontecimientos desoladores y tribulaciones, pero precisamente en este punto nos invita a no tener miedo. ¿Por qué? ¿Porque todo irá bien? No, sino porque Él vendrá. Jesús regresará, Jesús vendrá, lo ha prometido. Dice así: “Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación” (Lc 21,28). Es bueno escuchar esta palabra de aliento: animarse y alzar la cabeza, porque precisamente en los momentos en que todo parece acabado, el Señor viene a salvarnos; esperarlo con alegría incluso en medio de las tribulaciones, en las crisis de la vida y en los dramas de la historia. Esperar al Señor. Pero, ¿cómo levantar la cabeza, cómo no dejarse absorber por las dificultades, los sufrimientos y las derrotas? Jesús nos muestra el camino con una fuerte llamada: "Estén atentos para que sus corazones no se agobien [...]. Estén atentos orando en todo momento" (vv. 34, 36).

“Estén atentos”, la vigilancia. Detengámonos en este importante aspecto de la vida cristiana. De las palabras de Cristo observamos que la vigilancia está ligada a la atención: estén atentos, vigilen, no se distraigan, es decir, ¡estén despiertos! La vigilancia significa esto: no permitas que tu corazón se vuelva perezoso y que tu vida espiritual se ablande en la mediocridad. Ten cuidado porque se puede ser "cristiano adormecido" —y nosotros lo sabemos: hay tantos cristianos adormecidos, cristianos anestesiados por la mundanidad espiritual— cristianos sin ímpetu espiritual, sin ardor en la oración, que rezan como papagayos, sin entusiasmo por la misión, sin pasión por el Evangelio. Cristianos que miran siempre hacia adentro, incapaces de mirar el horizonte. Y esto nos lleva a "dormitar": a seguir con las cosas por inercia, a caer en la apatía, indiferentes a todo menos a lo que nos resulta cómodo. Y esta es una vida triste, andar así… no hay felicidad allí.

Necesitamos estar atentos para no arrastrar nuestros días a la costumbre, para no ser agobiados —dice Jesús— por las cargas de la vida (cf. v. 34). Los afanes de la vida nos pesan. Hoy, pues, es una buena oportunidad para preguntarnos: ¿qué pesa en mi corazón? ¿Qué es lo que pesa en mi espíritu? ¿Qué me hace sentarme en el sillón de la pereza? Es triste ver cristianos “en el sillón”. ¿Cuáles son las mediocridades que me paralizan, los vicios, cuáles son los vicios que me aplastan contra el suelo y me impiden levantar la cabeza? Y con respecto a las cargas que pesan sobre los hombros de los hermanos, ¿estoy atento o soy indiferente? Estas preguntas nos hacen bien, porque ayudan a guardar el corazón de la acedia. Pero, padre, ¿qué es la acedia? Es un gran enemigo de la vida espiritual, también de la vida cristiana. La acedia es esa pereza que nos sume, que nos hace resbalar, en la tristeza, que nos quita la alegría de vivir y las ganas de hacer. Es un espíritu negativo, es un espíritu maligno que ata al alma en el letargo, robándole la alegría. Se comienza con aquella tristeza, se resbala, se resbala, y nada de alegría. El Libro de los Proverbios dice: "Guarda tu corazón, porque de él mana la vida" (Pr 4,23). Guarda tu corazón: ¡eso significa estar atento, vigilar, estar atento! Estén atentos, guarda tu corazón.

Y añadamos un ingrediente esencial: el secreto para ser vigilantes es la oración. Porque Jesús dice: "Estén atentos orando en todo momento" (Lc 21,36). Es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón. Especialmente cuando sentimos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas. La oración despierta el alma del sueño y la centra en lo que importa, en el propósito de la existencia. Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. Ahora estaba viendo, en el programa “A su imagen”, una bella reflexión sobre la oración: nos ayudará verla, nos hará bien. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones. En Adviento, acostumbrémonos a decir, por ejemplo: "Ven, Señor Jesús". Solo eso, pero decirle: “Ven, Señor Jesús”. Este tiempo de preparación para Navidad es hermoso: pensemos en el pesebre, pensemos en la Navidad, y digamos con el corazón: “Ven, Señor Jesús, ven”. Repitamos esta oración a lo largo del día y el ánimo permanecerá vigilante. “Ven, Señor Jesús”: es una oración que podemos repetirla tres veces, todos juntos. “Ven, Señor Jesús”, “Ven, Señor Jesús”, “Ven, Señor Jesús”.

Y ahora recemos a la Virgen: ella, que esperó al Señor con un corazón vigilante, nos acompañe en el camino del Adviento.


 Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Ayer me reuní con miembros de asociaciones y grupos de migrantes y de personas que, con espíritu de fraternidad, comparten su camino. ¡Están aquí en la plaza, con esa gran bandera! Bienvenidos. Pero cuántos migrantes —pensemos en esto—, cuántos migrantes están expuestos, incluso en estos días, a peligros muy graves, y cuántos pierden la vida en nuestras fronteras. Me duelen las noticias de la situación en la que se encuentran tantos de ellos: de los que murieron en el Canal de la Mancha; de los que están en las fronteras de Bielorrusia, muchos de los cuales son niños; de los que se ahogan en el Mediterráneo. Mucho dolor al pensar en ellos. De los que son repatriados al norte de África, capturados por los traficantes, que los convierten en esclavos: venden a las mujeres, torturan a los hombres... De los que, también esta semana, han intentado cruzar el Mediterráneo buscando una tierra de bienestar y encontraron allí, en cambio, una tumba; y de tantos otros. A los migrantes que se encuentran en estas situaciones de crisis les aseguro mi oración, y también mi corazón: sepan que estoy cerca de ustedes. Rezar y obrar. Doy las gracias a todas las instituciones, tanto de la Iglesia Católica como de otros lugares, especialmente a las agencias nacionales de Cáritas y a todos los que se comprometen a aliviar su sufrimiento. Renuevo mi más sincero llamamiento a quienes pueden contribuir a resolver estos problemas, especialmente a las autoridades civiles y militares, para que el entendimiento y el diálogo se impongan finalmente a cualquier tipo de instrumentalización y orienten sus voluntades y esfuerzos hacia soluciones que respeten la humanidad de estas personas. Pensemos en los migrantes, en su sufrimiento, y recemos en silencio... [momento de silencio].

Los saludo a todos ustedes, peregrinos que han venido de Italia y de diferentes países: hay muchas banderas de diferentes países. Saludo a las familias, a los grupos parroquiales, a las asociaciones. En particular, saludo a los fieles de Timor Oriental —veo la bandera allí—, de Polonia y de Lisboa; así como a los de Tivoli.

Y les deseo a todos un buen domingo y un buen camino de Adviento, un buen camino hacia la Navidad, hacia el Señor. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Un buen almuerzo y hasta pronto!


Fuente: vatican.va

Publicado por JOQUIVESA en 18:46

11/27/21

Corazones enamorados

Domingo de la 1.° semana de Adviento (Ciclo C)


Evangelio (Lc 21, 25-28. 34-36)

«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra angustia de las gentes, consternadas por el estruendo del mar y de las olas: y los hombres perderán el aliento a causa del terror y de la ansiedad que sobrevendrán al mundo. Porque las potestades de los cielos se conmoverán. Entonces verán al Hijo del Hombre que viene sobre una nube con gran poder y gloria.

Cuando comiencen a suceder estas cosas, erguíos y levantad la cabeza porque se aproxima vuestra redención.

Vigilaos a vosotros mismos, para que vuestros corazones no estén ofuscados por la crápula, la embriaguez y los afanes de esta vida, y aquel día no sobrevenga de improviso sobre vosotros, porque caerá como un lazo sobre todos aquellos que habitan en la faz de toda la tierra. Vigilad orando en todo tiempo, a fin de que podáis evitar todos estos males que van a suceder, y estar en pie delante del Hijo del Hombre».

Comentrio

Empieza el Adviento, tiempo litúrgico que nos prepara para la Navidad.

El Evangelio de este primer domingo recoge parte del discurso escatológico de Jesucristo en Jerusalén en los últimos días de su vida.

Nos invita a levantar la mirada y abrir nuestros corazones para recibirle.

El Adviento nos lleva a la Navidad, y desde allí, a la espera del regreso glorioso de Cristo.

Nos llama a un encuentro personal con Él: cada día nos llama; cada día nos quiere sacar de nuestros nubarrones, de nuestras angustias, de nuestros desalientos y desamparos.

Un tiempo para dejarnos despojar de nuestra vida rutinaria y llenarnos de esperanzas, luces en el corazón, anhelos de plenitud.

El Evangelio de este domingo nos enseña dos modos de vivir: con la cabeza elevada o con el corazón ofuscado.

El cristiano está llamado a vivir con la cabeza elevada, como hijos de un Dios Padre, que es Amor. Sabiendo descubrir la grandeza de lo que nos rodea, del amor de Dios que nos rodea en nuestras situaciones concretas y reales, en nuestra familia, en nuestro trabajo y descanso, en nuestros amigos.

Cristo nos da sus luces, su fuerza, su vida para saber descubrirle en cada cosa. Allí está Él, esperándonos, para llenarnos de su gracia, de su modo de vivir y amar.

Pero, muchas veces, vivimos con el corazón ofuscado.

Nuestros problemas y dificultades, nuestras miserias y debilidades, nuestros temores, nuestras decepciones, nuestros egoísmos y soberbias, parecen tener más fuerza. Llenamos nuestros anhelos profundos de felicidad, de abundancia, de generosidad, con un alimento que no sacia, porque vivimos mirándonos a nosotros mismos.

En el Evangelio de hoy, Jesucristo nos da la clave para vivir cada día con la cabeza levantada.

Nos llama a estar despiertos y orar.

Estar despiertos de ese sueño que siempre gira en torno a uno mismo, que nos encierra en nuestra vida con sus problemas, alegrías y dolores.

Un sueño que aletarga nuestra capacidad de amar y ser amados, que nos impide gozar de esta vida, que nos lleva a perdernos lo más bonito que hay en ella: la belleza de la creación, el rostro de nuestros seres queridos, la conversación tranquila, los paseos en compañía.

Nos perdemos lo mejor: la presencia real de Dios y de los demás.

Y acabamos llenándonos de tristeza y aburrimiento, lamentándonos y quejándonos por todo.

Estar despiertos para mirar más allá de nosotros mismos: allí donde Dios está mirando, allí donde Dios quiere llevarnos, sus sueños de amor para nosotros y para este mundo.

Estar despiertos para hacernos preguntas que vayan a lo profundo de nuestro corazón: cómo y para quién quiero gastar mi vida.

En segundo lugar, el Señor nos llama a orar.

Levantados, esperando a Jesucristo para que en cada rato de oración redirija nuestros pensamientos y corazones hacia Él y hacia nuestros anhelos más profundos de felicidad.

Le esperamos levantados, rezando, para que nos abra hacia los demás, para que nos saque de nuestra pequeñez, para que podamos mirar este mundo con un corazón enamorado.

Publicado por JOQUIVESA en 19:03

11/26/21

Presencia real y substancial de Jesucristo en la Eucaristía

 

Ignacio Amorós Rodríguez-Fraile 


¿No te parece una locura creer que Dios está escondido bajo las apariencias de pan? Pues sí, es una locura del amor de Dios, pero que necesitamos para alimentar nuestra alma y ser felices.

Hoy en día está creciendo un movimiento en la Iglesia católica que tiene una gran devoción a la adoración Eucarística. En muchos países te encuentras a miles de jóvenes que, todos los días, o todas las semanas, se ponen delante de Jesús Sacramentado en una custodia y le adoran en silencio y le cantan. Además, la adoración perpetua se está instalando en muchas parroquias y comunidades religiosas, y cambia vidas, ciudades… y transforma el mundo. Sí, la Eucaristía está transformando el mundo. Y, ¿esto cómo es posible? Pues porque Jesucristo está presente verdadera, real y substancialmente en la Eucaristía, y al entrar en contacto con Él todo cambia y “da vida al mundo” (Jn 6, 33).

Por otro lado, algunos católicos tienen dificultades en comprender y creer en esta verdad fundamental y dicen: “Bueno, la Eucaristía es un signo que evoca a Jesús o un símbolo de la última Cena…”. Algunos pueden decir: “La Comunión es algo bonito, la Eucaristía es un símbolo que me recuerda a Jesús, pero no es realmente su Cuerpo”.

Realmente, la Eucaristía, no es simplemente un signo o un recuerdo, sino que es la presencia misma y real de Jesucristo vivo hoy en el mundo que está verdadera, real y substancialmente presente bajo las especies del pan y del vino. Es decir, Jesús se ha querido quedar con nosotros: “sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).

Por eso, en la Iglesia tenemos tanto cuidado y tratamos con tanto mimo y adoración la Eucaristía. Forjamos sagrarios lo más dignos y bellos posibles, adoramos al Santísimo Sacramento y cuidamos cada partícula del cuerpo y de la sangre de Jesús. Por eso. Porque Jesucristo, Dios y hombre verdadero, está presente en la Eucaristía.

Pero, ¿cómo se explica esta presencia de Jesús en la Eucaristía? Vamos a ver qué dice el mismo Jesús de esto.

Discurso del Pan de Vida (Jn 6)

Para explicar esta verdad de fe tan importante y central en nuestra vida, tenemos que irnos al momento en el que Jesús explica este misterio, y es en el discurso del pan de Vida en la sinagoga de Cafarnaúm, que se narra en el capítulo 6 del evangelio de San Juan. Es decir, ¿cuál es la mejor catequesis sobre la Eucaristía? La que da Jesús en Juan 6. Veamos.

Jesús viene de haber multiplicado 5 panes y 2 peces y de haber alimentado a más de 5.000 hombres. Le quieren hacer mesías, rey, pero él se va al monte sólo, a rezar, porque no ha venido a ser un mesías terrenal, sino un mesías trascendental. Luego, Jesús caminó sobre las aguas en medio de una tempestad que parecía que iba a hundir la barca de sus discípulos. Y entonces la tempestad se calma y en un instante llegan al lugar a donde iban. Es decir, Jesús demuestra que tiene poder sobre la materia, multiplicando panes y peces, y que tiene poder sobre las fuerzas naturales, y sobre el tiempo y el espacio… por tanto, tiene poder para transformar el pan y el vino en su cuerpo y en su sangre.

Al día siguiente, Jesús aparece en la sinagoga de Cafarnaúm. Vienen a escucharle todas esas gentes a las que había alimentado porque les había dejado fascinados ante tan gran milagro. Y es ahí cuando Jesús pronuncia su discurso del pan de vida.

Jesús sabía que la gente no venía porque creían en Él, sino porque querían más panes y peces; y les dice: Buscad no “el alimento que se consume sino el que perdura hasta la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre” (Jn 6, 26-27). La gente intenta minusvalorar lo que ha hecho Jesús, recordando cómo Moisés les dio pan del cielo a los israelitas durante 40 años cuando peregrinaban por en medio del desierto. Pero Jesús les recuerda que Moisés no les dio el pan del cielo, sino el Padre es el que da el verdadero pan del cielo y da vida al mundo.

Y Jesús les especifica: “Yo soy el Pan de Vida, el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá nunca sed” (Jn 6, 35). Los judíos, entonces, comienzan a murmurar de él, pensando que está loco, como puede decir que ha bajado del cielo y que comamos su carne. Es una locura. Jesús les dice otra vez: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come (φάγῃ) este pan vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (v.51).

Ahora los judíos ya no sólo murmuran sino que se pusieron a discutir y se preguntan: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” (v. 52).

Entonces, ¿parece que Jesús está hablando literalmente o simbólicamente? Porque en otras partes del Evangelio, Jesús habla de forma simbólica. Por ejemplo, dice cosas como: “Yo soy la puerta” (Jn 10, 7), “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos” (Jn 15, 5), “Yo soy el Buen Pastor” (Jn 10, 11)… Y la gente no dice: A ver Jesús, no eres una puerta… no eres un árbol ni una rama… no eres un Pastor, eres un Carpintero… No, porque entienden que habla simbólicamente. Pero ahora, la gente no dice eso, porque entienden que Jesús les habla literalmente. Si Jesús hubiera estado hablando simbólicamente, era el momento perfecto para que dijera: “Tranquilos, estoy hablando simbólicamente para que entendáis”.

De alguna manera es como que los judíos le dan la oportunidad de explicarse. Así como en otros momentos del Evangelio había utilizado metáforas o imágenes para hablar de sí mismo o de realidades espirituales. A Nicodemo le dice que tiene que nacer de nuevo. Y Nicodemo le pregunta cómo puede entrar de nuevo en el vientre de su madre. Y Jesús no le dice que tiene que hacer eso, sino que le explica que se refiere a nacer de nuevo de forma espiritual o sobrenatural. Ahora, a Jesús, le dan como una oportunidad para explicarse si su forma de hablar es metafórica o simbólica. Y Jesús en vez de eso, intensifica sus palabras. Jesús enfatiza aún más el realismo de sus palabras.

Entonces Jesús les dice con seguridad: “En verdad, en verdad os digo”, “Amén, amen dico vobis”, que es como una fórmula bíblica para expresar que lo que va a decir es muy importante, así que atentos: “En verdad, en verdad os digo, que si no coméis (φάγητε) la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros” (v.53).

Y es interesante notar un detalle: el verbo en griego que utiliza Jesús hasta ahora para hablar es el verbo “fagein” que significa comer en general de la forma humana, sin más. Pero, ahora, en adelante, en vez de relajar su comentario, enfatiza la realidad de lo que está diciendo, y utiliza otro verbo en griego que es “trogon”, que significa no solo comer, sino masticar, mascar, rumiar, como hacen los animales… dejando claro el realismo de sus palabras cuando habla de comer su carne con el Pan de Vida. Y utilizando este verbo “trogon”, dice otra vez: “El que come (τρώγων) mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come (τρώγων) mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (v.54-56). Es decir, intensifica el realismo de su lenguaje, y les dice que deben comer, rumiar, masticar, su carne y beber su sangre, para tener vida eterna.

Aquí está el fundamento bíblico clave sobre la creencia de la Iglesia católica de que Jesús está verdadera, real y sustancialmente presente bajo los accidentes de pan y de vino. Para Jesús es tan importante que entendamos la realidad de su presencia verdadera en la Eucaristía que alimenta nuestra alma, que dice cuatro veces: “Yo soy el Pan de Vida”. Es la expresión más fuerte y sagrada: el “Yo soy” de la zarza ardiendo, el Yahvé, el nombre de Dios, unido a Pan de Vida. Aquel que nació en Belén, que significa la casa del pan, dice de sí mismo: “Yo soy el Pan de Vida”.

Así Jesucristo revela el misterio de la Eucaristía. Sus palabras son de un realismo tan fuerte que excluyen cualquier tipo de interpretación en sentido figurado.

La gente empieza a escandalizarse. Esto era una locura para un judío. ¿Estaba hablando de canibalismo? Para un judío de ese tiempo, hay pocas cosas tan repugnantes teológicamente que lo que Jesús acababa de decir, porque en el Antiguo Testamento hay muchísimas prohibiciones sobre comer la carne de los animales con su sangre, porque la sangre se veía como un signo de vida que pertenecía a Dios. Por eso estaba terminantemente prohibido para un judío comer la carne con sangre.

Y este es el contexto: Jesús hablando a una multitud de judíos diciendo que tienen que comer su carne y beber su sangre. Un escándalo para un judío.

Por eso, san Juan cuenta como la gente se escandaliza, murmura y le empiezan a mirar con desprecio, como si fuera un loco blasfemo. “Y al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: —Es dura esta enseñanza, ¿quién puede escucharla?” (v.60). Claramente era algo muy fuerte de decir para un judío.

Y como Jesús sabía que no sólo la gente, sino también sus mismos discípulos murmuraban de Él, le dice: “—¿Esto os escandaliza?” (v.61). Y los discípulos dirían: Pues sí Jesús estoy tremendamente confundido y escandalizado. Y Jesús dice sin complejos: “Pues, ¿si vierais al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes?” (v.62). Les está recordando de dónde viene, quién es Él. Como si les dijera: tengo poder sobre la materia, sobre la naturaleza…

Y les explica que al decir “comer su carne” no debe entenderse sólo de modo material porque habla de su misma carne de su humanidad resucitada y glorificada, de su carne viviente y vivificada por el Espíritu, y les dice: “El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada” (v.63). El Pan que les promete es la carne del Dios-hombre vivificada por el Espíritu que da vida. Es decir, el modo de presencia de Jesucristo en la Eucaristía es con su cuerpo glorioso, espiritualizado.

Pero, dice el Evangelio, que como resultado de esto “muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él” (v.66). Es la primera vez en el Evangelio en la que sus discípulos dejan de seguir a Jesús, y es cuando enseña sobre la Eucaristía. Mira a miles de personas irse y dejar de seguir a Jesús, y Él no les dice: “Volver que voy a corregirme, me he pasado”. No dice eso, sino que les dice: “También vosotros queréis marcharos” (v.67) … Es decir, les pide un acto de fe, porque sabe que la Eucaristía es esencial.

El poder de la Palabra

Entonces, ahora podríamos preguntarnos: ¿Cómo se puede dar esta conversión substancial del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Jesús? Pues el Concilio de Trento enseñó que Jesucristo se hace presente en la Eucaristía “vir verborum”, por la fuerza de las palabras… Y el Catecismo enseña que esta conversión se realiza por el poder de su Palabra y del Espíritu Santo.

Bueno, pensemos en el poder que tiene una palabra. Nuestras palabras pueden tener mucho poder. Con las palabras describimos las cosas, pero las palabras también pueden tener un efecto sobre la realidad, y no solo la describen. Si una persona que quieres, tus padres, un maestro, entrenador… te dice algo a ti para bien o para mal, eso puede influenciarte y cambiar toda tu vida. Es el poder de la palabra de una persona que tiene autoridad sobre nosotros.

Eso mismo lo vemos en la palabra que dice una persona con autoridad en el mundo social. Un ejemplo simple. Si un policía te dice: “Estás detenido”. Si yo digo que estás detenido, te reirías y mis palabras no tienen ningún efecto. Pero si un agente de la ley con autoridad civil te dice: “Estás detenido”, te guste o no, creas en ello o no, esas palabras tienen un efecto, y estás detenido; porque sus palabras tienen el poder de cambiar la realidad. O por ejemplo cuando un juez te dice: “Estás condenado”, sus palabras tienen un efecto y cambian la realidad.

Es decir, nuestras palabras humanas pueden, no solo describir la realidad, sino que también pueden cambiar la realidad.

Ahora, piensa en la Palabra de Dios, el Logos. Decimos que Dios pronuncia su Palabra que da el ser a las cosas. Esto es algo muy profundo. Al comienzo de la Biblia, Dios dice: “Haya luz”, y hubo luz. Dios dice: “Haya un firmamento”, y hubo cielo. Dijo Dios: “Produzca la tierra”, y hubo vida. Es decir, Dios crea y hace las cosas mediante su Palabra.

Ahora, ¿quién es Jesús? No es un maestro más entre otros muchos. No es un profeta más. Si sólo fuera eso, lo único que podría hacer es cambiar la realidad en la forma que nosotros podemos hacerlo cuando tenemos cierta autoridad. Pero la verdad fundamental de nuestra fe es que Jesús es “la Palabra hecha carne” (Jn 1, 16). Es decir, la misma Palabra, el Logos, con la que Dios creó el universo, ahora se hace realmente presente en la Persona de Jesús.

Y, es por eso, por lo que, en el Evangelio, cuando Jesús dice algo, se cumple, es una realidad, se cambia la realidad al instante. Por ejemplo, le dice a la hija de Jairo: “Talita cumi”, “Niña levántate”, y la niña se levanta, porque las palabras de Jesús no solo describen algo, sino que afectan la realidad. “Lázaro sal afuera”, y un hombre muerto vuelve a la vida, porque las palabras de Jesús transforman la realidad. O en otro momento dice: “Tus pecados quedan perdonados”, y sus pecados quedan perdonados, por el poder la Palabra de aquel que está hablando. Lo que dice Jesucristo, la Palabra de Dios, se realiza.

Última Cena: Esto es mi cuerpo

Ahora, la noche antes de morir, Jesús celebró una Última Cena muy especial con sus discípulos. Les amó hasta el extremo, tomó un trozo de pan sin fermentar propio de la Pascua judía, y dijo sobre el pan: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo” (Mt 26, 26). Y después tomó la copa de vino, dio gracias y se lo dio diciendo: “Bebed todos; porque esta es mi sangre de la alianza” (Mt 26, 28). El que dice estas palabras es Jesús, por ser Él quien es, la Palabra de Dios hecha carne, el Logos, sus palabras tienen el poder de transformar la realidad en su nivel más fundamental y esencial. Jesús se identifica con el pan y el vino ofrecidos. Así como Dios habló su palabra para darnos la vida a ti y a mí, así Jesús pronuncia su Palabra y se hace presente bajo las apariencias de pan y vino. “Esto es mi cuerpo”, “Esta es mi sangre”.

Es decir, mientras que permanecen las apariencias del pan y del vino, toda la sustancia, su realidad más profunda y fundamental, cambian, y se transforman en la sustancia del cuerpo y de la sangre de Jesús. Y esto se llama “transustanciación”.

El fundamento de esta realidad la da el mismo Jesús en Juan 6 en el discurso del Pan de Vida; y la explicación de esa conversión está en el poder de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo presente en Jesús y que pronuncia en la Última Cena: “Esto es mi cuerpo”, que es el versículo más citado de la Biblia en toda la historia, que se repite en cada Misa. Jesús no dice esto es un símbolo o un signo de mi cuerpo, sino que dijo: “Esto es mi cuerpo”, “Esta es mi sangre”.

Haced esto en conmemoración mía, transformar el mundo

Pero aquí no termina la cosa. El mismo Jesús dijo en la Última Cena a su Iglesia: “Haced esto en conmemoración mía” (Lc 22, 19). Y para realizar su mandato es necesario que diera el poder a los apóstoles y a sus sucesores de renovar su sacrificio, como lo demuestra san Pablo cuando, después de recordar lo que hizo Jesús en la Última Cena, escribe: “Cada vez que coméis de este pan y bebéis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que vuelva” (1 Co 11, 26). Además, sabemos que los primeros cristianos se reunían para la “fracción del pan” (Hch 2, 42).

¿Qué sucede en la Santa Misa cuando el sacerdote pronuncia estas palabras: “Esto es mi cuerpo”, “Esta es mi sangre”? No habla con sus propias palabras humanas, sino que en la consagración, el sacerdote actúa in Persona Christi, en la Persona de Cristo… Comienza recordando el relato de la institución, pero luego cambia a primera persona. Dice: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo”, y habla con la autoridad de Cristo. Es Jesús que usa la boca, la lengua, la inteligencia, toda la persona del sacerdote… y pronuncia su Palabra. Es la Palabra de Jesús que se pronuncia a través del sacerdote. Por eso, sus palabras tienen el poder de transformar los elementos del pan y del vino, en el cuerpo y la sangre de Jesús. Él está presente en el sacramento mientras permanecen las especies consagradas.

Cuando el sacerdote invoca al Espíritu Santo en la consagración, en el momento que se llama epíclesis, cuando el sacerdote extiende las manos sobre las ofrendas, el poder de la Palabra y del Espíritu Santo convierten los dones en el cuerpo y la sangre de Jesús.

San Justino mártir escribió ya en el siglo II que “el alimento “eucaristizado” mediante la palabra de la oración es la carne y la sangre de Jesús que se encarnó.

De ahí, que la Eucaristía sea algo central, fuente y cumbre, de la vida de la Iglesia. La forma de presentarnos delante del pan y del vino consagrados, que son ahora el cuerpo y la sangre de Jesús, es postrarse y adorar. Y, por eso, la Eucaristía es clave para transformar el mundo. Y esto no es solo un cuento, sino una realidad: “Yo soy el Pan de Vida”, “Esto es mi cuerpo”.

Benedicto XVI decía que la Palabra se introduce en el pan y el vino en lo más fundamental y esencial de su ser y lo transforma en su cuerpo y su sangre, como una “fisión nuclear” que se produce en lo más íntimo del ser, un cambio que está encaminado a provocar un proceso de transformación del mundo entero, el momento en que Dios será todo para todos (cf. 1 Co 15,28) .

Hace poco el Papa Francisco beatificó a un chico joven llamado Carlo Acutis que tenía un gran amor a Jesús Eucaristía y diseñó una exposición en internet con una lista de decenas de milagros eucarísticos que ocurrieron a lo largo de los siglos en varios países del mundo, y que han sido reconocidos por la Iglesia. Carlo Acutis decía: “La Eucaristía es lo más increíble que hay en el mundo”. Sí, la Eucaristía sigue transformando el mundo y nos abre las puertas del cielo.

Reconocer a Jesucristo en la Eucaristía

Ante el Pan de Vida se muestra quién es de verdad cada uno. Ante Jesús Eucaristía se demuestra quién ama y tiene fe en Jesús y le sigue. No es irracional creer en el Pan de Vida porque Jesús tiene el poder de hacerlo, pero es necesario un acto de fe ante un misterio que nos supera. Es ahora donde nuestra vida se vuelve algo muy personal, y tienes dos opciones: dejar de seguir a Jesús, o hacer lo que hizo Pedro: “Señor, ¿a dónde vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna” (v.68). Es decir, Jesús, este misterio me supera, pero sólo sé que tú tienes palabras de vida eterna y tengo fe en ti.

Santa Teresa de Jesús decía que Dios “quiere que entienda que es Él el que está en el Santísimo Sacramento”.

La Eucaristía es algo muy personal porque si no quiero la Eucaristía no quiero a Jesús. Si no quiero la Eucaristía, Jesús te pregunta: ¿también tú te quieres ir?, pero no puedo cambiar esta enseñanza. Ya pero es que me aburro en Misa, en la iglesia o en la parroquia no siento nada… Ya, pero si no quieres la Eucaristía, no quieres a Jesús.

En cambio, si te acercas a la Eucaristía, quieres a Jesús, y encontrarás el Pan de Vida que puede saciar tu infinita hambre y sed de amor y felicidad. Encontrarás el Pan del cielo que da vida al mundo. Si la Eucaristía es realmente Jesús, entonces le necesito. Estamos hechos para la Eucaristía.

San Ignacio de Antioquía escribió en el siglo II: “El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo (…) y por bebida quiero la sangre de Él, que es el amor incondicional”.

De ahí, entiendo a tantos católicos en todo el mundo que tienen la Eucaristía como el centro de su vida, porque ella contiene la realidad plena de la segunda Persona de la Santísima Trinidad y su obra de salvación. Como dice el Concilio Vaticano II, “es la fuente y cumbre de la vida cristiana”.

Una de las cosas que más me han impactado siempre es ver la devoción de los pastorcitos de Fátima a la Eucaristía. Francisco, siendo un niño, les decía a Lucía y a Jacinta, que le dejaran en la iglesia porque quería quedarse con “Jesús escondido”.

Sí, el pan consagrado no parece Jesús, los accidentes son otros, pero es Jesús, porque él dice: “Esto es mi cuerpo”. De la misma forma que hace 2.000 años muchos no fueron capaces de reconocer a Dios en Jesús, porque no parecía Dios, era un hombre normal, sencillo, humilde… de la misma forma, muchos no son capaces de reconocer hoy a Jesús, Dios, en la Eucaristía. Si no reconocemos hoy a Jesús escondido en la Eucaristía, no hubiéramos sido capaces de reconocer a Dios presente en Jesús, el Dios-hombre. Sí, Jesús tuvo que esconder la gloria y belleza de su divinidad porque no quería obligarnos a creer y seguirle, sino que quería conquistar nuestros corazones respetando nuestra libertad. No quiere avasallarnos, quiere enamorarnos. De la misma forma, Jesús esconde su majestad, grandeza y divinidad para enamorarnos. Si Dios no se escondiera, a lo mejor nosotros somos los que necesitaríamos escondernos. Si viéramos la potencia y la fuerza del amor de Dios que sale de la Hostia consagrada, no podríamos acercarnos sin morir… yo sería el que me escondería.

San Juan Crisóstomo hablaba con total radicalidad del realismo de la Eucaristía. Decía: “Muchos dicen: “Quisiera ver el aspecto del Señor, su figura, sus vestidos, su calzado. Pues bien, he ahí que a Él ves, a Él tocas, a Él comes. Tú deseas ver sus vestidos, más Él se te da a sí mismo, no sólo para que le veas, sino para que le toques y le comas, y le acojas en tu alma”.

Para reconocer a Jesús en la Eucaristía es necesario verle “con los ojos del espíritu”, con la fe. La Eucaristía no comporta ningún engaño, decía santo Tomás, porque los sentidos no se equivocan porque reconocen los accidentes del pan y del vino, y la inteligencia no incurre en error porque la preserva la luz de la fe en las palabras de Jesús: “Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre”.

Madre Teresa de Calcuta decía: “Externamente sólo vemos pan, pero es Jesús. (…) Difícil de explicar. Es un misterio de amor. Es una de esas cosas que la mente humana no alcanza a comprender. Pero tenemos que postrarnos porque es Él a quién recibimos. (…) Sin Él no podríamos hacer nada, pero con Él lo podemos hacer todo”.

Sobre la Eucaristía podemos decir: sabe a pan, huele a pan, parece pan, pero no es pan… sabe a vino, huele a vino, parece vino, pero no es vino… escondido bajo los accidentes de pan y vino está presente el cuerpo y la sangre de Jesús.

Cuentan como san Roberto Belarmino, en el siglo XVI, estaba en debate sobre la Eucaristía con algunos protestantes, y decían que la Eucaristía no era verdaderamente Jesús, que era sólo un símbolo, y San Roberto Belarmino, que me imagino que tenía sentido del humor, les preguntó: A ver, vosotros decís que esto no es el cuerpo y la sangre de Jesús… Jesús dice: Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre… Si tú fueras yo: ¿a quién crees que debería creer? Creo que voy a creer en Jesús.

Jesús es el Pan de Vida y Dios nos ha hecho, no sólo para acercarnos a Él, sino para hacernos uno con Él, para poder recibirle en la comunión, y vivir en unión de amor con Él.

El santo Cura de Ars, cuando predicaba, señalaba al Sagrario y decía: “sabemos que Jesús está allí, en el sagrario: abrámosle nuestro corazón, alegrémonos de su presencia”.

Y san Manuel González, el apóstol del Sagrario abandonado, decía con fuerza: “!Esta aquí!”.

Como decía el cardenal Joseph Ratzinger, “una iglesia sin presencia eucarística está en cierto modo muerta, aunque invite a la oración. Sin embargo, una iglesia en la que arde sin cesar la lámpara junto al Sagrario, está siempre viva, es siempre algo más que un simple edificio de piedra: en ella está siempre el Señor que me espera, que me llama, que quiere hacer “eucarística” mi propia persona”.

Por eso, mira a Jesús que se entrega por amor en el altar, escondido en el Sagrario, el Pan de Vida. Adórale con profunda reverencia y dile que le quieres, que le adoras y que le amas.

Como escribió san Josemaría: “Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores. —Está escondido (…). Se humilló hasta esos extremos por amor a ti”.

En la Eucaristía “se hace presente Cristo, Dios y hombre, entero e íntegro”. Por eso, queremos terminar haciendo una solemne profesión de fe diciendo: “En la Eucaristía, Jesucristo está presente con su cuerpo, con su sangre, con su alma y con su divinidad”, todo un Dios loco de amor que se entrega para alimentar nuestra alma y darnos vida, y vida en abundancia.

Y no lo olvides… Dios te quiere.

Fuente: https://www.exaudi.org/es/presencia-real-jesus-eucaristia/


Publicado por JOQUIVESA en 11:36

11/25/21

El amor no entiende de jubilación

Redacción de opusdei.org


Jubilación viene de júbilo

¿Quién dijo que jubilarse es aburrido? Desde entonces Lola no ha parado de exprimir los días para sacarles su mejor jugo. Es algo que tiene en la sangre desde niña. Su trayectoria familiar, profesional y vital le ha marcado para embarcarse distintas iniciativas relacionadas con la juventud: “Estar siempre cerca de gente joven es motor y fuente de esperanza”, afirma convencida.

Lola nació en Carmonita (Badajoz) hace 71 años. Es la mayor de cinco hermanos. Sus padres –Atanasia y Francisco– tenían una tienda donde se vendía de todo, “era como El Corte Inglés del pueblo”. Desde muy pequeños toda la familia participaba echando una mano en el comercio. No había bancos y por eso su padre era corresponsal de tres bancos en su pueblo. La gente iba a su casa a ingresar y sacar dinero, a pagar las letras del pienso y del abono, etc. “En nuestra casa se trabajaba mucho y disfrutábamos siendo un equipo. Nos sentíamos parte de algo importante”, cuenta Lola.

A los 11 años se fue a Mérida a estudiar en un colegio e hizo los estudios de Magisterio. Cuando terminó, sus padres compraron un piso para que pudieran seguir estudiando sus hermanos.

“Después de terminar mis estudios en el mes de enero conocí –a través de un sacerdote de Mérida– a unas personas del Opus Dei que venían desde Sevilla. Me lo pensé unos meses nada más y después de rezar sobre mi posible vocación, en mayo me decidí a pedir la admisión como agregada. Y desde entonces hasta ahora... ¡Una aventura detrás de otra!”. El relato, a partir de ahora, es todo de Lola...

Formación de la mujer en el entorno rural

Me incorporé como maestra interina en dos pueblos en Extremadura y así estuve un par de años trabajando. Al tercer año me fui a la EFA Elcható. Era 1970, inicios del rodaje de esta escuela familiar agraria. Siempre he sido bastante decidida y no me asusté ante el desafío. Aquello era una entrega en cuerpo y alma. Esa aventura del trabajo con la mujer del mundo rural me llevó por varias provincias. Tras Sevilla vino la EFA Yucatal , y de ahí a la EFA EL Llano en Guadalajara. Más adelante me trasladé a Cuenca a la EFA El Batán y luego a Alcázar de San Juan a la EFA El Gamonal donde estuve 10 años.

Con las alumnas hacíamos unos viajes de estudios que les abrían horizontes y les ayudaban a fomentar su inquietud profesional. Estos viajes formaban parte del plan de formación de las EFAs. En uno de ellos estuvimos en Cataluña y visitamos varias fincas, nos entrevistábamos con agricultores que nos explicaban los distintos tipos de cultivo. En Galicia aprendimos cómo se pesca la lamprea, acudimos a una lonja donde se subastaba el pescado, a poblados celtas, etc. Todo era muy formativo para ellas y les hacía tener un panorama amplio e integrado de las distintas profesiones. Teníamos una relación cercana y estrecha con las familias. Tanto que entablamos amistades con muchas de las alumnas que permanecen todavía.

Por ejemplo, cuando celebramos los 25 años de la primera promoción de la EFA EL Gamonal, fue muy emotivo. Nos reencontramos y rememoramos muchos de los acontecimientos vividos. El impacto que esa formación había tenido en sus vidas era enorme y esto nos producía una gran satisfacción y nos llenaba de esperanza.

De las aulas a los libros

Después de 15 años trabajando en las EFAs regresé a Extremadura para estar un poco más cerca de mi familia. Empecé a trabajar en la librería Bujaco en Cáceres. Desde que era niña tenía habilidad para las relaciones sociales y este trabajo me abrió otro panorama en mi vida. Era un establecimiento de dos plantas, donde yo atendía la sección de clásicos de literatura, de libro juvenil e infantil y de libros de espiritualidad.

Había mucha gente que se acercaba a la librería buscando respuestas, otros pedían consejo para un regalo, etc. A raíz de las conversaciones que surgían sobre libros y demás entablé también nuevas amistades.

La salud de mi padre se fue deteriorando a consecuencia de la diabetes y comenzó con diálisis. Ante esta situación me prejubilé después de 15 años de trabajo en la librería y me llevé a mis padres a vivir conmigo a Cáceres para poder atenderles mejor, y allí permanecieron desde 2005 hasta el final de su vida. Fue una alegría para mí poder corresponder a su generosidad y al desvelo que siempre habían tenido con nosotros.

Una casa abierta al mundo

¿Qué hago ahora con una casa tan grande? Vivía en un dúplex, la planta alta se había quedado vacía… Y tuve una idea. Me fui al vicerrectorado de la Universidad de Cáceres para entrar en el programa Erasmus y poder acoger en casa a jóvenes estudiantes extranjeros. Fue una decisión genial. Estar siempre cerca de gente joven es motor y fuente de esperanza, tenga uno los años que tenga, porque contagian su alegría y dinamismo.

Desde entonces acojo a estudiantes internacionales que vienen a la Universidad. En estos últimos años he podido convivir y compartir amistad con universitarias de varios países de Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Las estudiantes pasan solo unos meses, pero cada una se lleva el regalo de nuestra amistad, visión de la vida e intereses. Y, como no, una estampa de san Josemaría, al que empiezan a rezar por sus intenciones.

Gracias a la tecnología seguimos en contacto. Alguna de las estudiantes que han pasado por aquí ha acudido con mucho interés a las actividades de formación que ofrece el Opus Dei. Incluso dos de ellas viajaron a Roma para participar en el congreso Univ. Mantenemos contacto de manera permanente vía zoom o WhatsApp. Una experiencia maravillosa.

Un nuevo proyecto solidario

En el año 2013 la Fundación Prodean empezó a trabajar en Cáceres. Como en ese momento disponía de más tiempo, quise enrolarme en este nuevo proyecto. Iniciamos un voluntariado en el Aula Infantil del Hospital San Pedro de Alcántara, y en una residencia de ancianos con más de 300 mayores.

Participan más de 60 voluntarios yendo los fines de semana a una y otra actividad. Allí han sucedido muchas anécdotas impresionantes con las que te das cuenta de que, a través de algo aparentemente sencillo, puedes ayudar mucho más de lo que esperas. Una de ellas, por ejemplo, responsable del área de Pediatría, me contaba que, desde que los niños participaban en las actividades de la ciberaula los fines de semana, los lunes empezaban la semana con una actitud completamente nueva.

Con ocasión de la pandemia, organizamos, con los voluntarios, una campaña de recogida de alimentos para el comedor social “La Milagrosa” de Cáceres, que fue todo un éxito.

Tenemos sesiones de formación para los voluntarios y participan con verdadero interés. Es una suerte poder seguir en contacto con gente joven y ver la ilusión con la que responden.

Aquí van resumidos estos años de verdadero júbilo y acción… juventud y esperanza. Siempre he pensado que cada momento de la vida nos enriquece para el siguiente.


Redacción de opusdei.org/es-es/

Publicado por JOQUIVESA en 13:18
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