8/08/25

¿Y si Dios me llama tarde?

Javier Ferrer García

Vocaciones fuera de tiempo, pero no fuera de propósito

¿Demasiado tarde para responder a Dios?

Hay quienes creen que la vocación —al sacerdocio, a la vida consagrada o incluso a un compromiso cristiano profundo— solo es cosa de jóvenes. Pero la historia de la Iglesia, y la experiencia de tantos hombres y mujeres de fe, nos muestra todo lo contrario: Dios no mira el reloj, mira el corazón. Y a veces, ese corazón está listo para responder solo en la madurez.

Cuando la vocación llega “fuera de horario”

La llamada de Dios puede sorprender en cualquier momento. Algunos santos son ejemplo de ello:

  • San Ignacio de Loyola descubrió su verdadera vocación tras una herida en batalla, a los treinta años, y fundó la Compañía de Jesús en su madurez.
  • Santa Teresa de Jesús comenzó su gran obra reformadora del Carmelo cerca de los 50 años.
  • San Francisco de Borja, noble español, abandonó honores y riqueza para hacerse jesuita tras la muerte de la emperatriz Isabel de Portugal. Tenía 40 años.

Lejos de ser casos aislados, estos ejemplos muestran una realidad: muchas veces, la experiencia acumulada, el sufrimiento vivido y las búsquedas profundas hacen del alma adulta una tierra fértil para Dios.

Vocaciones tardías hoy

En la actualidad, cada vez más diócesis y congregaciones acogen lo que llaman “vocaciones tardías”. Hombres y mujeres con una vida profesional, incluso con familia ya formada, sienten que Dios los llama a algo más. No como negación de su historia, sino como coronación.

En España, por ejemplo, varias diócesis han ordenado en los últimos años a hombres de más de 50 años como sacerdotes, tras un proceso de discernimiento. En América Latina, también hay testimonios de personas que, después de enviudar, o tras una profunda conversión, descubren que su vida puede tener un nuevo comienzo con Dios.

La llamada de Dios no caduca

“Es demasiado tarde para mí”, dicen algunos. Pero la Biblia cuenta otra cosa:

  • Abrahán recibe la promesa de un hijo en plena vejez.
  • Moisés es llamado cuando lleva décadas en el desierto.
  • Incluso los apóstoles ya eran adultos cuando Jesús los llamó.

Como escribió san Juan Pablo II: «Cada uno tiene su propia hora de encuentro con el Señor». Y esa hora no siempre coincide con los planes humanos.

Tiempo de escucha, no de prisa

Si sientes inquietud espiritual, si algo en ti susurra que Dios te está llamando a algo más profundo —aunque tengas 40, 50 o 60 años— no te cierres. Acércate a una comunidad, habla con un sacerdote, pide acompañamiento.

Porque Dios no llama por edad, sino por amor. Y el amor siempre llega a tiempo.

Fuente: exaudi.org