3/27/25

La paciencia de Dios

Ángelus 23 de Marzo

Texto preparado por el Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

La parábola que encontramos en el Evangelio de hoy nos habla de la paciencia de Dios, que nos anima a hacer de nuestra vida un tiempo de conversión. Jesús usa la imagen de una higuera estéril, que no ha dado los frutos esperados; sin embargo, el campesino no quiere cortarla: quiere abonarla una vez más «para ver si da fruto» (Lc 13,9). Este campesino paciente es el Señor, que trabaja con esmero el terreno de nuestra vida y espera confiado que regresemos a Él.

Durante esta larga estancia en el hospital, he podido experimentar la paciencia del Señor, que veo reflejada también en los cuidados incansables de los médicos y los operadores sanitarios, así como en las atenciones y las esperanzas de los familiares de los enfermos. Esta paciencia confiada, anclada en el amor de Dios que no disminuye, es muy necesaria en nuestra vida, especialmente para afrontar las situaciones más difíciles y dolorosas.

Me ha dolido la reanudación de los intensos bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza, que han causado tantos muertos y heridos. Pido que las armas callen inmediatamente; y que se tenga el valor de retomar el diálogo, a fin de que todos los rehenes sean liberados y se llegue a un alto el fuego definitivo. La situación humanitaria en la Franja es gravísima de nuevo, y requiere el compromiso urgente de las partes beligerantes y de la comunidad internacional.

En cambio, me alegra que Armenia y Azerbaiyán hayan pactado el texto definitivo del Acuerdo de paz. Espero que sea firmado lo antes posible y que pueda contribuir a establecer una paz duradera en el Cáucaso meridional.

Sé que ustedes siguen rezando por mí con mucha paciencia y perseverancia: ¡se lo agradezco mucho! Yo también rezo por ustedes. Y, juntos, imploremos que se ponga fin a las guerras y que haya paz, especialmente en la martirizada Ucrania, en Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán y la República Democrática del Congo.

Que la Virgen María nos custodie y siga acompañándonos en el camino hacia la Pascua.

Fuente: vatican.va