Entre patología psiquiátrica y satanismo cultural
Entrevista al presidente de la Asociación Italiana de Psicólogos y Psiquiatras Católicos
Al día de hoy, entre las diversas formas de desviación juvenil, se asiste a la expansión del cada vez más preocupante fenómeno del satanismo cultural, con la complicidad de la fácil disponibilidad de contenidos esotéricos en internet y la falta de valores fuertes en la familia. Está convencido de ello el doctor Tonino Cantelmi, psiquiatra y presidente de la Asociación Italiana de Psicólogos y Psiquiatras Católicos (http://www.aippc.net/), coautor con la psicoterapeuta Cristina Cacace del libro en italiano "El libro negro del satanismo" ("Il libro nero del satanismo", editorial San Paolo), que habla de una verdadera invasión de los llamamientos a la cultura satánica a través de libros, revistas pero sobre todo la blogosfera y el cine.Cantelmi pone en guardia en concreto sobre los nuevos dramáticos escenarios que esperan al hombre en el próximo decenio, y que no serán ya paraísos opiáceos sino temáticos: Second Life, los 'chat', internet, facebook, etc proyectan una perspectiva de humanidad deprimidida, más compulsiva.En esta entrevista concedida a ZENIT, Cantelmi explora el confín entre posesiones demoníacas y psicopatologías.--¿Nuestra sociedad hipertecnológica está de verdad tan fascinada por el satanismo?
--Cantelmi: La verdadera cuestión es: ¿nos encontramos ante crueles aduladores de Satanás o ante frágiles hijos de los tiempos actuales? Según nuestros cálculos, en Italia hay unas cinco mil personas que están afectadas directamente con un tema satanista, pero estamos asistiendo a un satanismo cultural y al desarrollo de un satanismo ateo, en el que Satanás es la ocasión para un ulterior encubrimiento, es una evolución.Si hasta el otro día el satanismo se escondía tras las sombras de las ciudades o en pueblos, hoy, en red, el satanismo ha adquirido pleno derecho de ciudadanía: se ha convertido en un producto de consumo. Nuestros jóvenes son atraídos por una serie de creencias, sectas, religiones diferentes. En el muestrario examinado, en el 76% de los casos, se interesan por la magia, cartomancia, ritualismo, iniciación, esoterismo; mientras que el contacto con material satánico es facilísimo en el 78%, sobre todo a través de la música, cinematografía, libros e internet.
Respondiendo a preguntas más específicas, más de la mitad de los jóvenes confiesa que tiene curiosidad por el satanismo; un joven de cada tres declara sentirse atraído; el 10% dice que si Satanás le asegurase la felicidad no tendría dificultad para seguirle. Signo este de infelicidad y del sufrimiento que hay en el mundo actual. Una frase muy difundida en la red, en todas las páginas introductorias de sitios satánicos, es de John Milton extraída de "Paraíso Perdido": "Mejor soberanos en el infierno que siervos en el paraíso".
--¿Se puede hablar por un lado de fenómenos sobrenaturales y por otro de patologías psiquiátricas? ¿Existe una zona gris de confín en la que estos elementos se confunden?--Cantelmi: En un estudio llevado a cabo entre una decena de personas, entre las cuales --según exorcistas-- había seguramente fenómenos sobrenaturales, emergieron también problemas psiquiátricos. La tarea se complica muchísimo si el problema es distinguir entre personas que sufren enfermedades psiquiátricas y las que viven experiencias sobrenaturales. Lamentablemente la fragilidad psíquica es un modo de entrada extraordinario de sufrimientos de todo tipo.
Esto indica que psiquiatras y exorcistas deben colaborar. Muchos psiquiatras son indiferentes, relegan el mundo del exorcismo al de la superstición; la psiquiatría y la psicología son ciencias relativamente jóvenes que han tenido que luchar para definir sus propios estatutos epistemológicos y que tienen muchas áreas fronterizas. Ya sólo establecer lo que es normal y lo que es patológico exige aportaciones de la antropología y de la filosofía.Freud, que para nosotros es como prehistórico, categoriza el fenómeno religioso dentro de los problemas neuróticos; tiende a no ver en ellos consistencia, realidad; tiende a ver su aspecto de vivencia neurótica. Precisamente en estos momentos estoy denunciando la discriminación que los pacientes creyentes sufren en las psicoterapias porque sus valores son a menudo ridiculizados por muchos terapeutas o en la mayoría de las veces ignorados.
En 1999, fundamos la Asociación Italiana de Psicólogos y Psiquiatras Católicos con el objetivo de ayudar a la psicología y a la psiquiatría dialogar con otras ciencias, con la antropología y con la teología, convencidos de que una psicología honesta puede enriquecerse con aportaciones diferentes.Una cosa que hay que combatir son los sincretismos, es decir los "psicosantones", los psiquiatras, los psicólogos que bendicen, que rezan con sus pacientes. ¡El psiquiatra debe ser psiquiatra!
Creo, además, que nosotros los psiquiatras no podemos explicar toda la realidad humana. He descubierto que los exorcistas son personas muy avanzadas. Logran señalar el sufrimiento psíquico y a encomendar con confianza sus pacientes al tratamiento del psiquiatra. Los exorcistas están absolutamente abiertos a la aportación de los psiquiatras.--¿Qué tipo de problemas psíquicos puede simular la posesión demoníaca?--Cantelmi: Entrando en lo especifico de la psiquiatría, se abren ante nosotros dos grandes ámbitos: el delirio y las alucinaciones. Llamamos delirio al trastorno del pensamiento, mientras que las alucinaciones son un trastorno de las percepciones. Son dos áreas psicopatológicas desde el punto de vista psíquico: el pensamiento es un proceso mental que comporta la manipulación de símbolos; se da a través de la formación de conceptos, de mecanismos de abstracción, de generalización, del razonamiento, procesos elaborados que usan reglas para llegar a resultados concretos.
Los psiquiatras distinguen dos grandes áreas de síntomas en lo que se refiere a los trastornos del pensamiento: los de contenido que se refieren a las ideas y empeñan toda el área del delirio, y los formales que se refieren al modo en el que estas ideas se unen.¿Cómo se identifica el delirio? Ante todo hay que decir que el delirio es inmodificable, no se puede superponer a la crítica, se caracteriza por un contenido no coherente con la realidad. Hay delirios fácilmente detectables y otros en cambio mucho más consistentes y mucho más difícilmente detectables.El delirio puede ser estrambótico, privado de lógica, o sistemático, y por tanto con una lógica interna. El delirio puede ser de varios tipos: de influencia, de referencia, de persecución, de grandeza, de celos -- el cónyuge es un traidor--, erotomaníaco --una persona importante está enamorada de mí-- , hipocondríaco, somático --siento que mi hígado es de cristal--, místico, de culpa, de ruina, nihilismo --el paciente está convencido de que está muerto--.El delirio es un síntoma de varias patologías, por ejemplo, a la excitación maníaca y aquí las cosas se complican porque el paciente en este estado es un paciente inteligente, activo, propositivo, que quizá tiene un delirio de grandeza y que quizá tiene incluso alucinaciones, ve cosas, oye voces, se construye una realidad, la articula y la explica bien. Puede ser convincente y puede resultar muy difícil captar estos aspectos. En un delirio de influencia, el sujeto siente que en su cabeza se meten pensamientos, está convencido se ser teledirigido.Gran parte de los delirios son de persecución: el sujeto interpreta que acontecimientos y hechos tienen lugar contra él. Otra característica es que este contenido es siempre interpretado como autorreferencial: pasa un coche y toca la bocina, para mí, si estoy delirando, es una señal, confirma lo que estoy pensando, es decir refiero a mí mismo una serie de experiencias casuales.Algunos delitos se esconden, hay gente que delira y se lo guarda. Hoy la sociedad competitiva desarrolla más delirios de persecución, de amenaza, de agresión, pero el punto importante es que el delirio no está sólo, se acompaña con trastornos de las percepciones, que en general confirman el delirio. Por ejemplo, en el delirio de envenenamiento (hay alguien que me está envenenando), cuando pruebo cierto alimento noto el sabor del veneno, tengo una alucinación gustativa, percibo su olor. Tuve un paciente que echó abajo una pared porque tenía una alucinación olfativa, olía a azufre y estaba convencido de que en aquella pared estaba el demonio. Las alucinaciones visivas pueden ser de dos tipos: veo que se me aparece la Virgen o no la veo, pero mi cerebro construye una imagen, tiene alucinaciones olfativas, gustativas, visuales, táctiles...Los más frecuentes son los delirios auditivos, es decir, cuando oigo voces que comentan mi actuación, que me ofenden, que me agreden, que no me dejan en paz, que me mandan hacer algo, voces teológicas que me dan el sentido de lo que estoy haciendo, voces que interpretan a los demás, voces que indican un comportamiento. Entonces, puedo sentirme perseguido por una persona, siento que su mirada me está diciendo muchas cosas, oigo que es una voz varonil, es la voz de Dios.
Entre las perturbaciones del pensamiento está también la ensalada de palabras, el hablar asociando ideas y conceptos por asonancia, sin ni siquiera conocer su sentido. En la esquizofrenia, el sujeto inventa palabras, neologismos, habla con ritmo y parece que verdaderamente habla otra lengua, aún no teniendo ninguna pertinencia con otra lengua.Los trastornos formales del pensamiento pueden también ser positivos: el sujeto habla mucho, de manera detallada; se da también el fenómeno de la fuga de las ideas, es decir, se bloquea porque las palabras no logran ya seguir su pensamiento, que va velocísimo. O la incapacidad para hacer asociaciones mentales (el sujeto parte de un punto y no llega nunca a decir lo que tiene que decir). Está luego la glosolalia, es decir la expresión de mensajes reveladores, con palabras incomprensibles, típico de los esquizofrénicos, cuando el sujeto está convencido de tener un anuncio para la humanidad. O la ecolalia, es decir la imposibilidad de hablar si no es repitiendo lo que otros dicen. Se da también un eco de los gestos, cuando las personas no hacen otra cosa que repetir los gestos que ven hacer.
Luego están los trastornos negativos, como el bloqueo de las ideas: el sujeto responde siempre del mismo modo, tiene pobreza de elocución. El punto álgido de los trastornos formales del pensamiento es el trastorno obsesivo que se caracteriza por pensamientos, impulsos, imágenes que yo siento como extraños y trato de alejar, pero sin lograrlo, y para hacerlo tengo que recurrir a ritos, compulsiones. Tengo un paciente obsesivo que mientras recita Laudes por la mañana, empieza a pensar en una persona. El pensamiento obsesivo, que es un pensamiento incluso mágico, se le insinúa y le dice: "Aquella persona hoy morirá", "soy responsable de la muerte de esa persona", "si me sucede en este salmo, lo repetiré nueve veces", piensa mi paciente.Muchas personas obsesivas sienten a menudo el impulso de reír en un funeral y blasfemar en una iglesia. En realidad, el paciente obsesivo no lo hace nunca, no cede, pero sufre por ello y lo combate. porque luego su vida está hecha de impulsos que son la cara comportamental de las obsesiones. La vida de un obsesivo se transformará con el tiempo en una vida terrible y dolorosa de compulsiones. Desde siempre este tipo de psique que ya Freud definía como "parásita" ha penetrado en la humanidad y desde siempre la obsesividad ha sido considerada una locura lúcida pero de gran sufrimiento.La actual crisis de las relaciones interpersonales explica la fragilidad psíquica de las personas en estos momentos, considera el presidente de la Asociación Italiana de Psicólogos y Psiquiatras Católicos.
El doctor Tonino Cantelmi, en la segunda parte de esta entrevista concedida a ZENIT, desvela los escenarios de depresión, malestar y angustia que a menudo abren las puertas al satanismo, como respuesta fácil e inmediata a la búsqueda del sentido de la vida.
--En la anterior conversación hablábamos de los orígenes del delirio, pero hay otro fenómeno que generalmente se mezcla con el delirio, el trastorno de la percepción...
--Cantelmi: Sí, y las percepciones pueden ser de diversos tipos: tenemos ilusiones, alucinaciones, las paraedolias y las pseudoalucinaciones. Las ilusiones, que son errores compatibles con el estado emocional del sujeto, pertenecen a la humanidad de nuestro ser, no dan lugar a patologías. Son las alucinaciones las que dan lugar a patologías. Cuando se trata de paraedolias, veo una mancha en la pared y me parece un animal, son pseudoalucinaciones. Muchos no hablan de oír voces, pero lo comprendes porque mientras les hablas parece que estén escuchando otra cosa. Quizá la voz le está diciendo: "Te puedes fiar" o "no te fíes".
Aquí nos encontramos ante una falsa percepción sensorial no asociada a estímulos externos. Puede incluso darse una interpretación delirante de la experiencia alucinatoria. Algunas alucinaciones que acompañan el adormecerse se llaman hipnagógicas y se dan también en contextos normales. Podemos tener formas de alucinación cuando nos dormimos o nos despertamos, pero no son patológicas. Las alucinaciones pueden también ser de mando: las más frecuentes son las auditivas; las visuales se dan sobre todo en los estados de excitación maniacal, en la cual el sujeto ve e interactúa con divinidades; las olfativas, las más frecuentes, está ligadas a alucinaciones relativas al olor de azufre, y las táctiles son muy interesantes y muy extendidas: se tiene la sensación de que alguien o algo, algún insecto, alguna realidad o entidad tienen que ver conmigo. Especialmente si hay una estructura de personalidad histérica, lo más frecuente es la percepción de relaciones sexuales.
La esquizofrenia es una patología inmensa. Es el gran enigma de la psiquiatría. Sobre la esquizofrenia tenemos muchísimo conocimiento pero no tenemos ni conocimientos definitivos ni intervenciones farmacológicas o terapéuticas resolutivas. Hay un gran número de pacientes esquizofrénicos con las formas más extrañas, más extravagantes, más clamorosas, más escondidas. La vieja histeria se ha descompuesto, por la actual nosografía, en varios grupos sintomáticos: Los trastornos somatoformes, el trastorno histriónico de personalidad, y la fuga psicógena.
Actualmente, asistimos a una trasformación de los trastornos de la ansiedad hacia trastornos somatoformes, es decir síntomas físicos de todo tipo que no se incluyen en patologías médicas de origen psicológico. Un ejemplo es la ceguera histérica, cuando alguien que no ve (y recupera la vista en la noche de Pascua) como le sucedió a una paciente mía histérica. Es un caso específico que he seguido personalmente. A otro tipo de histeria lo hemos llamado trastorno de personalidad histrionico, en personas especialmente sugestionables, necesitadas de atenciones y muy dependientes. Otros trastornos histéricos los hemos convertido en la fuga psicógena: el sujeto de repente se escapa de casa y ya no recuerda nada, tienen amnesia sobre lo que han hecho; o el sujeto olvida todo lo que le sucedió sin un evento traumático.
Luego están los trastornos de personalidad. Gran parte de ellos contaminan a muchas de las personas que vienen a pedir ayuda. Todas las formas disociativas, los trastornos de control de los impulsos. Nuestra sociedad, que es extremadamente eficiente, hipercontrolada, ve el incremento del trastorno del control de los impulsos. El sujeto pierde el propio control de repente, en contextos impropios. Se hace agresivo y deshace todo y no logra soportar la tensión y grita. En general, tiene que ver con el área de la agresividad, las formas de transdisociación. Son sujetos que afrontan formas de suspensión de la conciencia según un fundamento disociativo. Se da por ejemplo en quien usa mucho el ordenador.
Un cuadro sobre el que a menudo los padres piden iluminación es el del niño incontenible, que nunca está quieto, que no escucha, que no controla los impulsos, es el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, un cuadro de un niño vivaz que parecería ser presa de un espíritu que le hace hacer mil cosas. Los progenitores no logran contenerlo. El niño en realidad tiene un déficit de atención, es tan veloz que no logra mantener la atención un segundo en lo que le estoy diciendo. Si entra en un supermercado, pone patas arriba todo el supermercado porque se siente atraído por todo con una velocidad extraordinaria.
Algunos que tienen hiperactividad -que no se asocia al retraso mental-- se han convertido en verdaderos genios: como es el caso de Mozart. La sociedad actual asiste a un incremento del número de niños hiperactivos, incontrolables, como si tuvieran un muelle que salta de repente. Además, mientras antes nos impresionaba el abuso de un adulto sobre un niño, hoy estamos impresionados por los abusos de los niños hacia otros niños, un fenómeno muy significativo.
--¿En qué se basa la fragilidad del hombre actual?
--Cantelmi: Hay raíces que un psiquiatra nota y que están en la base de esta nueva fragilidad de nuestro tiempo, ligada sobre todo a la crisis de las relaciones interpersonales. El tercer milenio se caracteriza por una relación "tecno-mediatizada". Hoy no hay nada más difícil, más complejo, más incomprensible que una relación interpersonal estable y duradera. Se teoriza, por ejemplo, sobre la "polifidelidad", es decir la imposibilidad de ser fieles a una sola persona.
"Be happy", un sitio de psiquiatría cosmética, se dirige a las mujeres y afirma que la idea romántica de un hombre durante toda la vida es una idea hoy imposible; si sois románticas, podéis ser entonces "polifieles", fieles a varios hombres. Por tanto, fiel a tu marido en cuanto madre, fiel a tu jefe en cuanto mujer de carrera, fiel a tu amante más joven que tú, en cuanto mujer transgresora.
No sólo es imposible que tú, en la plenitud de ti mismo, puedas darte a otra persona sino que es también imposible que puedas darte a otra persona por largo tiempo. Se teoriza así la monogamia intermitente: fiel sí, pero por poco tiempo. La "polifidelidad" y la monogamia intermitente son sólo dos ejemplos de cómo hoy se considera frágil la dimensión afectiva.
Las raíces de esta crisis se pueden encontrar en la búsqueda exasperada de emociones: estoy bien contigo porque experimento emociones intensas; no siento nada por ti y por esto busco nuevas emociones. La relación interpersonal se convierte por tanto en algo inmediato, no tiene pasado ni futuro. Esto explica la búsqueda de comportamientos compulsivos, de dependencias comportamentales, el uso de la cocaína, etc.
Hay en internet un vídeo que reúne todo esto: la búsqueda exasperada de emociones mediante la cocaína, a través de la transgresión, la imposibilidad de entrar en relación con otro, la soledad, la ambigüedad y el narcisismo. Este vídeo no comercial dice exactamente, aunque en modo extremo, hacia dónde vamos. Lo ha puesto en la red Marylin Manson con una serie de pequeños signos satánicos, transgresores a su modo. Se ve a un hombre solo, desesperado, que busca contactos, este hombre se ha cortado el corazón (el 'cutting' es un signo satánico), es un hombre ambiguo, ni hombre ni mujer, andrógino; ha profanado la Biblia, esnifando sobre ella cocaína. Gracias a este poco de cocaína, entra en una relación sexual de tipo impersonal, en la que no hay ya personas sino sólo trozos de carne. Lo que aparece es un mundo hecho de todo, donde el otro es una ocasión para masturbarse; es el hombre que se está cerrando todavía más en sí mismo y acaba muriendo en una especie de suicidio.
La otra raíz de la fragilidad es la ambigüedad, la renuncia al propio papel. El tema de la ambigüedad hace saltar por los aires la responsabilidad, el papel de la pareja. Hoy todo es fluido, no hay masculino y femenino.
Por último, la otra gran raíz es el desarrollo del narcisismo. El hombre de hoy sufre, está en crisis por su incapacidad de relación con el otro y se dirige hacia un mundo hecho de tristezas, depresión, compulsiones y trastornos de la personalidad. La tecnología promete la salvación haciendo comprender que todos estos problemas se pueden resolver, renunciando a la relación cara a cara, y proponiéndole un mundo virtual, lleno de emociones, narcisismo, ambigüedad y enmascaramiento.
--Cantelmi: La verdadera cuestión es: ¿nos encontramos ante crueles aduladores de Satanás o ante frágiles hijos de los tiempos actuales? Según nuestros cálculos, en Italia hay unas cinco mil personas que están afectadas directamente con un tema satanista, pero estamos asistiendo a un satanismo cultural y al desarrollo de un satanismo ateo, en el que Satanás es la ocasión para un ulterior encubrimiento, es una evolución.Si hasta el otro día el satanismo se escondía tras las sombras de las ciudades o en pueblos, hoy, en red, el satanismo ha adquirido pleno derecho de ciudadanía: se ha convertido en un producto de consumo. Nuestros jóvenes son atraídos por una serie de creencias, sectas, religiones diferentes. En el muestrario examinado, en el 76% de los casos, se interesan por la magia, cartomancia, ritualismo, iniciación, esoterismo; mientras que el contacto con material satánico es facilísimo en el 78%, sobre todo a través de la música, cinematografía, libros e internet.
Respondiendo a preguntas más específicas, más de la mitad de los jóvenes confiesa que tiene curiosidad por el satanismo; un joven de cada tres declara sentirse atraído; el 10% dice que si Satanás le asegurase la felicidad no tendría dificultad para seguirle. Signo este de infelicidad y del sufrimiento que hay en el mundo actual. Una frase muy difundida en la red, en todas las páginas introductorias de sitios satánicos, es de John Milton extraída de "Paraíso Perdido": "Mejor soberanos en el infierno que siervos en el paraíso".
--¿Se puede hablar por un lado de fenómenos sobrenaturales y por otro de patologías psiquiátricas? ¿Existe una zona gris de confín en la que estos elementos se confunden?--Cantelmi: En un estudio llevado a cabo entre una decena de personas, entre las cuales --según exorcistas-- había seguramente fenómenos sobrenaturales, emergieron también problemas psiquiátricos. La tarea se complica muchísimo si el problema es distinguir entre personas que sufren enfermedades psiquiátricas y las que viven experiencias sobrenaturales. Lamentablemente la fragilidad psíquica es un modo de entrada extraordinario de sufrimientos de todo tipo.
Esto indica que psiquiatras y exorcistas deben colaborar. Muchos psiquiatras son indiferentes, relegan el mundo del exorcismo al de la superstición; la psiquiatría y la psicología son ciencias relativamente jóvenes que han tenido que luchar para definir sus propios estatutos epistemológicos y que tienen muchas áreas fronterizas. Ya sólo establecer lo que es normal y lo que es patológico exige aportaciones de la antropología y de la filosofía.Freud, que para nosotros es como prehistórico, categoriza el fenómeno religioso dentro de los problemas neuróticos; tiende a no ver en ellos consistencia, realidad; tiende a ver su aspecto de vivencia neurótica. Precisamente en estos momentos estoy denunciando la discriminación que los pacientes creyentes sufren en las psicoterapias porque sus valores son a menudo ridiculizados por muchos terapeutas o en la mayoría de las veces ignorados.
En 1999, fundamos la Asociación Italiana de Psicólogos y Psiquiatras Católicos con el objetivo de ayudar a la psicología y a la psiquiatría dialogar con otras ciencias, con la antropología y con la teología, convencidos de que una psicología honesta puede enriquecerse con aportaciones diferentes.Una cosa que hay que combatir son los sincretismos, es decir los "psicosantones", los psiquiatras, los psicólogos que bendicen, que rezan con sus pacientes. ¡El psiquiatra debe ser psiquiatra!
Creo, además, que nosotros los psiquiatras no podemos explicar toda la realidad humana. He descubierto que los exorcistas son personas muy avanzadas. Logran señalar el sufrimiento psíquico y a encomendar con confianza sus pacientes al tratamiento del psiquiatra. Los exorcistas están absolutamente abiertos a la aportación de los psiquiatras.--¿Qué tipo de problemas psíquicos puede simular la posesión demoníaca?--Cantelmi: Entrando en lo especifico de la psiquiatría, se abren ante nosotros dos grandes ámbitos: el delirio y las alucinaciones. Llamamos delirio al trastorno del pensamiento, mientras que las alucinaciones son un trastorno de las percepciones. Son dos áreas psicopatológicas desde el punto de vista psíquico: el pensamiento es un proceso mental que comporta la manipulación de símbolos; se da a través de la formación de conceptos, de mecanismos de abstracción, de generalización, del razonamiento, procesos elaborados que usan reglas para llegar a resultados concretos.
Los psiquiatras distinguen dos grandes áreas de síntomas en lo que se refiere a los trastornos del pensamiento: los de contenido que se refieren a las ideas y empeñan toda el área del delirio, y los formales que se refieren al modo en el que estas ideas se unen.¿Cómo se identifica el delirio? Ante todo hay que decir que el delirio es inmodificable, no se puede superponer a la crítica, se caracteriza por un contenido no coherente con la realidad. Hay delirios fácilmente detectables y otros en cambio mucho más consistentes y mucho más difícilmente detectables.El delirio puede ser estrambótico, privado de lógica, o sistemático, y por tanto con una lógica interna. El delirio puede ser de varios tipos: de influencia, de referencia, de persecución, de grandeza, de celos -- el cónyuge es un traidor--, erotomaníaco --una persona importante está enamorada de mí-- , hipocondríaco, somático --siento que mi hígado es de cristal--, místico, de culpa, de ruina, nihilismo --el paciente está convencido de que está muerto--.El delirio es un síntoma de varias patologías, por ejemplo, a la excitación maníaca y aquí las cosas se complican porque el paciente en este estado es un paciente inteligente, activo, propositivo, que quizá tiene un delirio de grandeza y que quizá tiene incluso alucinaciones, ve cosas, oye voces, se construye una realidad, la articula y la explica bien. Puede ser convincente y puede resultar muy difícil captar estos aspectos. En un delirio de influencia, el sujeto siente que en su cabeza se meten pensamientos, está convencido se ser teledirigido.Gran parte de los delirios son de persecución: el sujeto interpreta que acontecimientos y hechos tienen lugar contra él. Otra característica es que este contenido es siempre interpretado como autorreferencial: pasa un coche y toca la bocina, para mí, si estoy delirando, es una señal, confirma lo que estoy pensando, es decir refiero a mí mismo una serie de experiencias casuales.Algunos delitos se esconden, hay gente que delira y se lo guarda. Hoy la sociedad competitiva desarrolla más delirios de persecución, de amenaza, de agresión, pero el punto importante es que el delirio no está sólo, se acompaña con trastornos de las percepciones, que en general confirman el delirio. Por ejemplo, en el delirio de envenenamiento (hay alguien que me está envenenando), cuando pruebo cierto alimento noto el sabor del veneno, tengo una alucinación gustativa, percibo su olor. Tuve un paciente que echó abajo una pared porque tenía una alucinación olfativa, olía a azufre y estaba convencido de que en aquella pared estaba el demonio. Las alucinaciones visivas pueden ser de dos tipos: veo que se me aparece la Virgen o no la veo, pero mi cerebro construye una imagen, tiene alucinaciones olfativas, gustativas, visuales, táctiles...Los más frecuentes son los delirios auditivos, es decir, cuando oigo voces que comentan mi actuación, que me ofenden, que me agreden, que no me dejan en paz, que me mandan hacer algo, voces teológicas que me dan el sentido de lo que estoy haciendo, voces que interpretan a los demás, voces que indican un comportamiento. Entonces, puedo sentirme perseguido por una persona, siento que su mirada me está diciendo muchas cosas, oigo que es una voz varonil, es la voz de Dios.
Entre las perturbaciones del pensamiento está también la ensalada de palabras, el hablar asociando ideas y conceptos por asonancia, sin ni siquiera conocer su sentido. En la esquizofrenia, el sujeto inventa palabras, neologismos, habla con ritmo y parece que verdaderamente habla otra lengua, aún no teniendo ninguna pertinencia con otra lengua.Los trastornos formales del pensamiento pueden también ser positivos: el sujeto habla mucho, de manera detallada; se da también el fenómeno de la fuga de las ideas, es decir, se bloquea porque las palabras no logran ya seguir su pensamiento, que va velocísimo. O la incapacidad para hacer asociaciones mentales (el sujeto parte de un punto y no llega nunca a decir lo que tiene que decir). Está luego la glosolalia, es decir la expresión de mensajes reveladores, con palabras incomprensibles, típico de los esquizofrénicos, cuando el sujeto está convencido de tener un anuncio para la humanidad. O la ecolalia, es decir la imposibilidad de hablar si no es repitiendo lo que otros dicen. Se da también un eco de los gestos, cuando las personas no hacen otra cosa que repetir los gestos que ven hacer.
Luego están los trastornos negativos, como el bloqueo de las ideas: el sujeto responde siempre del mismo modo, tiene pobreza de elocución. El punto álgido de los trastornos formales del pensamiento es el trastorno obsesivo que se caracteriza por pensamientos, impulsos, imágenes que yo siento como extraños y trato de alejar, pero sin lograrlo, y para hacerlo tengo que recurrir a ritos, compulsiones. Tengo un paciente obsesivo que mientras recita Laudes por la mañana, empieza a pensar en una persona. El pensamiento obsesivo, que es un pensamiento incluso mágico, se le insinúa y le dice: "Aquella persona hoy morirá", "soy responsable de la muerte de esa persona", "si me sucede en este salmo, lo repetiré nueve veces", piensa mi paciente.Muchas personas obsesivas sienten a menudo el impulso de reír en un funeral y blasfemar en una iglesia. En realidad, el paciente obsesivo no lo hace nunca, no cede, pero sufre por ello y lo combate. porque luego su vida está hecha de impulsos que son la cara comportamental de las obsesiones. La vida de un obsesivo se transformará con el tiempo en una vida terrible y dolorosa de compulsiones. Desde siempre este tipo de psique que ya Freud definía como "parásita" ha penetrado en la humanidad y desde siempre la obsesividad ha sido considerada una locura lúcida pero de gran sufrimiento.La actual crisis de las relaciones interpersonales explica la fragilidad psíquica de las personas en estos momentos, considera el presidente de la Asociación Italiana de Psicólogos y Psiquiatras Católicos.
El doctor Tonino Cantelmi, en la segunda parte de esta entrevista concedida a ZENIT, desvela los escenarios de depresión, malestar y angustia que a menudo abren las puertas al satanismo, como respuesta fácil e inmediata a la búsqueda del sentido de la vida.
--En la anterior conversación hablábamos de los orígenes del delirio, pero hay otro fenómeno que generalmente se mezcla con el delirio, el trastorno de la percepción...
--Cantelmi: Sí, y las percepciones pueden ser de diversos tipos: tenemos ilusiones, alucinaciones, las paraedolias y las pseudoalucinaciones. Las ilusiones, que son errores compatibles con el estado emocional del sujeto, pertenecen a la humanidad de nuestro ser, no dan lugar a patologías. Son las alucinaciones las que dan lugar a patologías. Cuando se trata de paraedolias, veo una mancha en la pared y me parece un animal, son pseudoalucinaciones. Muchos no hablan de oír voces, pero lo comprendes porque mientras les hablas parece que estén escuchando otra cosa. Quizá la voz le está diciendo: "Te puedes fiar" o "no te fíes".
Aquí nos encontramos ante una falsa percepción sensorial no asociada a estímulos externos. Puede incluso darse una interpretación delirante de la experiencia alucinatoria. Algunas alucinaciones que acompañan el adormecerse se llaman hipnagógicas y se dan también en contextos normales. Podemos tener formas de alucinación cuando nos dormimos o nos despertamos, pero no son patológicas. Las alucinaciones pueden también ser de mando: las más frecuentes son las auditivas; las visuales se dan sobre todo en los estados de excitación maniacal, en la cual el sujeto ve e interactúa con divinidades; las olfativas, las más frecuentes, está ligadas a alucinaciones relativas al olor de azufre, y las táctiles son muy interesantes y muy extendidas: se tiene la sensación de que alguien o algo, algún insecto, alguna realidad o entidad tienen que ver conmigo. Especialmente si hay una estructura de personalidad histérica, lo más frecuente es la percepción de relaciones sexuales.
La esquizofrenia es una patología inmensa. Es el gran enigma de la psiquiatría. Sobre la esquizofrenia tenemos muchísimo conocimiento pero no tenemos ni conocimientos definitivos ni intervenciones farmacológicas o terapéuticas resolutivas. Hay un gran número de pacientes esquizofrénicos con las formas más extrañas, más extravagantes, más clamorosas, más escondidas. La vieja histeria se ha descompuesto, por la actual nosografía, en varios grupos sintomáticos: Los trastornos somatoformes, el trastorno histriónico de personalidad, y la fuga psicógena.
Actualmente, asistimos a una trasformación de los trastornos de la ansiedad hacia trastornos somatoformes, es decir síntomas físicos de todo tipo que no se incluyen en patologías médicas de origen psicológico. Un ejemplo es la ceguera histérica, cuando alguien que no ve (y recupera la vista en la noche de Pascua) como le sucedió a una paciente mía histérica. Es un caso específico que he seguido personalmente. A otro tipo de histeria lo hemos llamado trastorno de personalidad histrionico, en personas especialmente sugestionables, necesitadas de atenciones y muy dependientes. Otros trastornos histéricos los hemos convertido en la fuga psicógena: el sujeto de repente se escapa de casa y ya no recuerda nada, tienen amnesia sobre lo que han hecho; o el sujeto olvida todo lo que le sucedió sin un evento traumático.
Luego están los trastornos de personalidad. Gran parte de ellos contaminan a muchas de las personas que vienen a pedir ayuda. Todas las formas disociativas, los trastornos de control de los impulsos. Nuestra sociedad, que es extremadamente eficiente, hipercontrolada, ve el incremento del trastorno del control de los impulsos. El sujeto pierde el propio control de repente, en contextos impropios. Se hace agresivo y deshace todo y no logra soportar la tensión y grita. En general, tiene que ver con el área de la agresividad, las formas de transdisociación. Son sujetos que afrontan formas de suspensión de la conciencia según un fundamento disociativo. Se da por ejemplo en quien usa mucho el ordenador.
Un cuadro sobre el que a menudo los padres piden iluminación es el del niño incontenible, que nunca está quieto, que no escucha, que no controla los impulsos, es el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, un cuadro de un niño vivaz que parecería ser presa de un espíritu que le hace hacer mil cosas. Los progenitores no logran contenerlo. El niño en realidad tiene un déficit de atención, es tan veloz que no logra mantener la atención un segundo en lo que le estoy diciendo. Si entra en un supermercado, pone patas arriba todo el supermercado porque se siente atraído por todo con una velocidad extraordinaria.
Algunos que tienen hiperactividad -que no se asocia al retraso mental-- se han convertido en verdaderos genios: como es el caso de Mozart. La sociedad actual asiste a un incremento del número de niños hiperactivos, incontrolables, como si tuvieran un muelle que salta de repente. Además, mientras antes nos impresionaba el abuso de un adulto sobre un niño, hoy estamos impresionados por los abusos de los niños hacia otros niños, un fenómeno muy significativo.
--¿En qué se basa la fragilidad del hombre actual?
--Cantelmi: Hay raíces que un psiquiatra nota y que están en la base de esta nueva fragilidad de nuestro tiempo, ligada sobre todo a la crisis de las relaciones interpersonales. El tercer milenio se caracteriza por una relación "tecno-mediatizada". Hoy no hay nada más difícil, más complejo, más incomprensible que una relación interpersonal estable y duradera. Se teoriza, por ejemplo, sobre la "polifidelidad", es decir la imposibilidad de ser fieles a una sola persona.
"Be happy", un sitio de psiquiatría cosmética, se dirige a las mujeres y afirma que la idea romántica de un hombre durante toda la vida es una idea hoy imposible; si sois románticas, podéis ser entonces "polifieles", fieles a varios hombres. Por tanto, fiel a tu marido en cuanto madre, fiel a tu jefe en cuanto mujer de carrera, fiel a tu amante más joven que tú, en cuanto mujer transgresora.
No sólo es imposible que tú, en la plenitud de ti mismo, puedas darte a otra persona sino que es también imposible que puedas darte a otra persona por largo tiempo. Se teoriza así la monogamia intermitente: fiel sí, pero por poco tiempo. La "polifidelidad" y la monogamia intermitente son sólo dos ejemplos de cómo hoy se considera frágil la dimensión afectiva.
Las raíces de esta crisis se pueden encontrar en la búsqueda exasperada de emociones: estoy bien contigo porque experimento emociones intensas; no siento nada por ti y por esto busco nuevas emociones. La relación interpersonal se convierte por tanto en algo inmediato, no tiene pasado ni futuro. Esto explica la búsqueda de comportamientos compulsivos, de dependencias comportamentales, el uso de la cocaína, etc.
Hay en internet un vídeo que reúne todo esto: la búsqueda exasperada de emociones mediante la cocaína, a través de la transgresión, la imposibilidad de entrar en relación con otro, la soledad, la ambigüedad y el narcisismo. Este vídeo no comercial dice exactamente, aunque en modo extremo, hacia dónde vamos. Lo ha puesto en la red Marylin Manson con una serie de pequeños signos satánicos, transgresores a su modo. Se ve a un hombre solo, desesperado, que busca contactos, este hombre se ha cortado el corazón (el 'cutting' es un signo satánico), es un hombre ambiguo, ni hombre ni mujer, andrógino; ha profanado la Biblia, esnifando sobre ella cocaína. Gracias a este poco de cocaína, entra en una relación sexual de tipo impersonal, en la que no hay ya personas sino sólo trozos de carne. Lo que aparece es un mundo hecho de todo, donde el otro es una ocasión para masturbarse; es el hombre que se está cerrando todavía más en sí mismo y acaba muriendo en una especie de suicidio.
La otra raíz de la fragilidad es la ambigüedad, la renuncia al propio papel. El tema de la ambigüedad hace saltar por los aires la responsabilidad, el papel de la pareja. Hoy todo es fluido, no hay masculino y femenino.
Por último, la otra gran raíz es el desarrollo del narcisismo. El hombre de hoy sufre, está en crisis por su incapacidad de relación con el otro y se dirige hacia un mundo hecho de tristezas, depresión, compulsiones y trastornos de la personalidad. La tecnología promete la salvación haciendo comprender que todos estos problemas se pueden resolver, renunciando a la relación cara a cara, y proponiéndole un mundo virtual, lleno de emociones, narcisismo, ambigüedad y enmascaramiento.