12/05/10

“La fe se fortalece por la Palabra”


El Papa hoy durante el rezo del Ángelus


¡Queridos hermanos y hermanas!

El Evangelio de este segundo domingo de Adviento (Mt 3,1-12) nos presenta la figura de san Juan Bautista, el cual, según una célebre profecía de Isaías (cf. 40,3), se retiró al desierto de Judea y, con su predicación, llamó al pueblo a convertirse para estar preparado para la inminente venida del Mesías. San Gregorio Magno comenta que el Bautista “predica la recta fe y las obras buenas... para que la fuerza de la gracia penetre, la luz de la verdad resplandezca, los caminos hacia Dios se enderecen y nazcan en el corazón pensamientos honestos tras la escucha de la Palabra que guía hacia el bien” (Hom. in Evangelia, XX, 3, CCL 141, 155). El Precursor de Jesús, situado entre la Antigua y la Nueva Alianza, es como una estrella que precede a la salida del Sol, de Cristo, es decir, de Aquel -según otra profecía de Isaías- sobre el cual “reposará el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de fortaleza y temor de Yahveh” (Is 11,2).
En el Tiempo de Adviento, también nosotros estamos llamados a escuchar la voz de Dios, que resuena en el desierto del mundo a través de las Sagradas Escrituras, especialmente cuando se predican con la fuerza del Espíritu Santo. La fe, de hecho, se fortalece cuanto más se deja iluminar por la Palabra divina, por “todo cuanto -como nos recuerda el apóstol Pablo- fue escrito en el pasado... para enseñanza nuestra, para que con la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza” (Rm 15,4). El modelo de la escucha es la Virgen María: “Contemplando en la Madre de Dios una existencia totalmente modelada por la Palabra, también nosotros nos sentimos llamados a entrar en el misterio de la fe, con la que Cristo viene a habitar en nuestra vida. San Ambrosio nos recuerda que todo cristiano que cree, concibe en cierto sentido y engendra al Verbo de Dios en sí mismo” (Exhort. ap. postsin. Verbum Domini, 28).
Queridos amigos, “nuestra salvación se basa en una venida”, ha escrito Romano Guardini (La santa notte. Dall’Avvento all’Epifania, [La santa noche. Del Adviento a la Epifanía, n.d.t.] Brescia 1994, p. 13). “El Salvador vino de la libertad de Dios... Así la decisión de la fe consiste... en acoger a Aquel que se acerca (ivi, p. 14). “El Redentor -añade- viene a cada hombre: en sus alegrías y penas, en su conocimiento claro, en sus dudas y tentaciones, en todo lo que constituye su naturaleza y su vida (ivi, p. 15).
A la Virgen María, en cuyo seno moró el Hijo del Altísimo, y que el miércoles próximo, 8 de diciembre, celebraremos en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, pedimos que nos sostenga en este camino espiritual, para acoger con fe y con amor la venida del Señor.
[Después del Ángelus, dijo:]
En este tiempo de Adviento, en el que estamos llamados a alimentar nuestra espera del Señor y a acogerlo en medio de nosotros, os invito a rezar por todas las situaciones de violencia, de intolerancia, de sufrimiento que hay en el mundo, para que la venida de Jesús traiga consuelo, reconciliación y paz. Pienso en las muchas situaciones difíciles, como los continuos atentados que se verifican en Irak contra cristianos y musulmanes, los enfrentamientos en Egipto en los que ha habido muertos y heridos, en las víctimas de traficantes y de criminales, como el drama de los rehenes eritreos y de otras nacionalidades, en el desierto del Sinaí. El respeto a los derechos de todos es el requisito para la convivencia cívica. Que nuestra oración al Señor y nuestra solidaridad puedan llevar esperanza a los que se encuentran en el sufrimiento.