8/31/11

Sorpresas de la JMJ

JUAN MESEGUER


El vendaval en Cuatro Vientos, el cariño del Papa, el silencio de la multitud durante la adoración y la Misa, los 200 confesionarios en el Parque del Retiro, las 17 carpas eucarísticas, el civismo y la alegría de los jóvenes, el trabajo silencioso de iniciativas como “Coser y cantar”... y alguna que otra sorpresa más quedan como algunas señas de identidad de la JMJ Madrid 2011.

  
Que un hombre de 84 años convoque a una multitud de jóvenes de todo el mundo bajo el lema “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”, y que esa multitud acuda es como para preguntarse: “¿Qué está pasando?”

¿Quién es esta “diminuta figura que sale de un coche blanco” para atraer a Madrid a jóvenes de los cinco continentes? Se lo preguntaba hace poco la columnista de USA Today Anna Williams.

Se ve que lo del blanco impacta. Viendo pasar al papamóvil, rodeado de policía, sirenas, gente, banderas..., escucho a un chaval: “Mamá, el Papa ¿es el del pelo blanco?”. Bueno, en ese momento, a él le impresionó eso.

Y supongo que cada peregrino tendrá su propia visión de la JMJ, tan variada como lo es la gente de Israel (56 peregrinos inscritos), Territorios Palestinos (174), Nigeria (1.041), Cuba (79), Estados Unidos (27.168), México (8.310), Australia (4.300), Italia (83.507), Rusia (2.135), Francia (50.641), Argentina (6.757) o España (86.618).

La JMJ va a más

Y esta es una primera sorpresa de la JMJ Madrid 2011: el número de asistentes y la internacionalidad. De todos los participantes (un millón y medio de personas, según la mayoría de los medios), se han inscrito 428.505 peregrinos de 193 países.

Cuando murió Juan Pablo II, algunos medios auguraron que las JMJ prácticamente morirían con él. Porque, ya se sabe, el Papa polaco era un actor carismático, mientras que el Papa alemán era nada menos que el bulldozer del ex Santo Oficio.

Pero el tópico mediático no ha funcionado con esta generación de jóvenes. La JMJ no pierde fuelle, sino que va a más. Los católicos tienen motivos para alegrarse por este evento, sin necesidad de caer en triunfalismos. Pero también podrían tenerlos los simpatizantes del pensamiento crítico, creyentes o no: porque a estos jóvenes, no siempre se la dan con queso.

¿De qué estamos hablando?

Estos días, he leído y escuchado algunos comentarios curiosísimos sobre los peregrinos. Hay quienes creen, por ejemplo, que tienen pinta de panolis; o sea, que son poco trendies. Bueno. Pero cuando piensas en el sacrificio que habrán tenido que hacer los miles de peregrinos que han venido de países pobres, pues igual las pintas son lo de menos.

Se podría pensar que estoy haciendo demagogia. Vale. Pues pensemos en los “chicos nivea” de España, Italia, Francia o Alemania. ¿Qué es exactamente lo que indigna a quienes denuncian los “chollos” de los peregrinos? Delimitemos la piedra de escándalo de estas Jornadas. ¿La fe? ¿El dinero? ¿La fe y el dinero de los ricos?

Para mediar en la polémica, otros decían que los peregrinos “parecían normales”. Se agradece la condescendencia. Porque, en efecto, yo no vi branquias ni antenas por ninguna parte.

De todos modos, no dudo que habría que aclarar qué entendemos hoy por “normalidad”. Más bien, se podría pensar que cada persona es un mundo. Y que a la mayoría de los asistentes a la JMJ les habrá costado mucho plantarse en Madrid por los motivos más diversos. Pienso, por ejemplo, en los 372 peregrinos de China, en los 202 de Irak o en los tres de Somalia.

Protestas intolerantes

Algo que los “indignados anti-Papa” parecen no haber tenido en cuenta. Claro que eran muy libres de manifestarse contra el Papa por los motivos que fueran. Pero los malos modos que emplearon (insultos a adolescentes incluidos), denota muy poca tolerancia democrática.

Las chicas del grupo de Martinica a las que entrevisté (cfr. Aceprensa, 22-08-2011) me contaron que las más jóvenes del grupo huyeron corriendo, asustadas, cuando se encontraron con algunos “indignados anti-Papa”.

Digo lo de “indignados antiPapa” para que no se les confunda con los “indignados” que participaron en las manifestaciones convocadas por el movimiento 15-M. Ni el número de descontentos que se sumaron a las respectivas convocatorias, ni los motivos que las inspiraron, ni los modos fueron los mismos. De manera que intentar enfrentar el 15-M con la JMJ es, en mi opinión, poco afortunado.

Sorpresas marca JMJ

A pesar de los clichés sobre el Papa y la juventud creyente, la JMJ ha deparado algunas sorpresas. De lo que personalmente vi, me quedo con estas:

— Las propuestas de cambio de Benedicto XVI; en los 15 discursos, no he encontrado ataques hacia nadie y sí, en cambio, mensajes de esperanza para los jóvenes que quieran escucharle.
— La entereza de una juventud que no rehúye el compromiso con las virtudes y que, cuando lo hace, recurre a los confesionarios del Retiro o de donde sea.
— El silencio de adoración ante Jesús Sacramentado en la vigilia y en la Misa del día siguiente.
— La flexibilidad para ir de la oración a la fiesta y de la fiesta a la oración.
— La generosidad de los casi 30.000 voluntarios que han prestado su ayuda durante la JMJ; lo que incluye a los jóvenes del “polo verde”, pero también a miles de personas que pasaron ocultas como, por ejemplo, la iniciativa “Coser y cantar”, que hicieron lienzos y ornamentos durante meses para los actos litúrgicos de la JMJ.
— La buena colaboración de las autoridades, la policía, los servicios de emergencia, el transporte público; algo normal –supongo– en un evento que interesa a la mayoría de los ciudadanos.