9/25/13

El Papa aconseja morderse la lengua para no murmurar, porque el chismerí­o hace mal

 Rocío Lancho García


La unidad de la Iglesia ha sido el tema central en la catequesis de la audiencia general de hoy miércoles. Como ya es habitual, una gran multitud de peregrinos llegados de todas las partes del mundo esperaban al papa Francisco en la plaza de San Pedro. El santo padre ha salido en el jeep descubierto a las 9.50 y ha recorrido los pasillos para saludar y bendecir a los presentes. Durante este tiempo, un especial protagonismo tienen los niños, que el papa abrazaba con ternura.
A las 10.30 ha comenzado la catequesis del santo padre en la que ha hablado principalmente sobre la unidad de la Iglesia. Como ha recordado, aún en la diversidad de culturas, existe una unidad en la fe, en la esperanza y en la caridad. Del mismo modo que existe unidad en los sacramentos y en el ministerio, que son los pilares del edificio que es la Iglesia. Francisco ha comparado a la Iglesia con una familia, que aún estando lejos se siente unida.
Ha interrogado a los presentes sobre si rezamos y tenemos presentes a los cristianos que sufre o que son perseguidos sintiéndoles como hermanos. Y ha dado cuatro ideas sobre los verdaderos caminos de la Iglesia: humildad, dulzura, magnanimidad y amor para conservar la unidad.
Como ya lo ha hecho en otras ocasiones ha advertido que el chismerío hace mal a la Iglesia y aconseja que un cristiano antes de murmurar, debe morderse la lengua, porque de este modo se hincha y así no se puede hablar.
Para finalizar la catequesis, el obispo de Roma ha recitado algunos versos de la oración de san Francisco "que allí donde haya odio, ponga yo amor; 
donde haya ofensa, ponga yo perdón; 
donde haya discordia, ponga yo unión..."
Publicamos a continuación el resumen que el santo padre ha hecho de la catequesis en lengua española.
Queridos hermanos y hermanas
En el Credo profesamos la fe en "la Iglesia, que es una". En efecto, la Iglesia es única, aunque esté esparcida por todo el mundo y haya muchas diversidades. Lo hemos visto en la reciente Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro: tantos rostros, tantas lenguas, tantos lugares de proveniencia, pero una sola Iglesia, como una gran familia, unidos como hermanos en una misma fe y esperanza, en la caridad y en los sacramentos, en el ministerio apostólico instituido por Cristo. ¿Vivimos así, o estamos encerrados en nosotros mismos o en nuestro propio grupo? ¿Nos preocupamos por los demás, aunque estén lejos? ¿Rezamos por ellos, especialmente por los cristianos que están perseguidos? A veces surgen tensiones y conflictos que hieren la unidad de la Iglesia, pero somos nosotros quienes las provocamos. Y una de las cosas que más desunen a la Iglesia es el chismerío. Un cristiano no puede ser chusma, no puede andar hablando mal de otros. Le conviene primero morderse la lengua y después hablar mal de otros. Y por eso hay que fomentar siempre la comunión en todos los ámbitos de la vida para crecer en la unidad que Dios nos da, y también para favorecer el camino ecuménico. Y, como esta unidad no es fruto de acuerdos humanos, sino obra del verdadero artífice, el Espíritu Santo, hemos de pedirla con perseverancia en la oración.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a la comunidad del Colegio Mexicano de Roma, a las peregrinaciones diocesanas de Tarazona, con su obispo Eusebio Hernández, y de Tortosa, con su obispo Enrique Benavent, así como a los demás grupos venidos de España, Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México y otros países latinoamericanos. Muchas gracias.