9/06/13

Imprecisiones mediáticas sobre la supuesta rehabilitación de la teología de la liberación

 Jorge Enrique Mújica 


La aparición de un libro en Italia, cuyo argumento central es la teología de la liberación («Dalla parte dei poveri. La teología della liberazione»), ha dado pie a algunos titulares más bien equívocos por parte de cierto sector de la prensa que se ocupa de cuestiones eclesiales (por ejemplo La Repubblica o La Stampa en Italia).
Dos factores han contribuido a las tergiversaciones sobre una supuesta rehabilitación o camino despejado para la teología de la liberación por parte del Vaticano: 1) el nombre de los autores firmantes (el actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el sacerdote dominico y «padre» de la teología de la liberación, Gustavo Gutiérrez) y 2) el presentarlo con una amplia reseña publicada en el periódico de la Santa Sede, L´Osservatore Romano. Todo esto en el contexto del pontificado de un Papa latinoamericano bajo el cual, según la misma reseña, «la teología de la liberación no podía quedarse por largo tiempo en la sombra». La realidad, sin embargo, es más bien distinta.
El libro reseñado fue originalmente publicado en 2004, en lengua alemana, cuando el arzobispo Gerhard Ludwin Müller todavía no había sido nombrado prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe (fue nombrado el 2 de julio de 2012, es decir, ocho años después de la aparición del texto). El autor de la reseña publicada en L´Osservatore Romano lo presenta como un libro escrito a «cuatro manos» entre Müller y Gutiérrez. La realidad detrás de la expresión –que pudo haber sido más afortunada– no supone, sin embargo, que un autor asuma las ideas del otro. De hecho, la misma distribución del libro hace notar cómo las ideas expresadas (que al ser personales no son necesariamente las ideas del magisterio de la Iglesia, si bien tampoco parecen contraponerse) son más bien opiniones respecto a un tema que suscita algún interés entre algunos teólogos: de las 183 páginas del libro, 117 son de Gutiérrez y 76 del entonces obispo de Ratisbona, Alemania. O en otras palabras, que cada cual trató el argumento central según su propio pensar.
Comprensible también el esmero con que el autor de la reseña presenta la obra en italiano: se trata del director de Il Messaggero di Sant´Antonio, Ugo Sartorio, publicación vinculada a la editorial Edizioni Messaggero Padova, la cual es, junto a la Editrice Missionaria Italiana, coeditora de la traducción de la obra que ahora se presenta en Italia.
Sobre el tema central de la obra, a grandes rasgos puede decirse que trata disquisiciones acerca del estatuto epistemológico de la «teología de la liberación», una supuesta consonancia con el sentir de la Iglesia y algunos datos históricos. En este contexto, en algunos momentos se presenta y alude a pronunciamientos pontificios que mostrarían el «lado bueno» y la justificación para la existencia de la teología de la liberación. ¿Pero es posible una teología de la liberación auténticamente católica?
El Magisterio de la Iglesia ha sido muy claro en los dos pronunciamientos oficiales que sobre este particular ha emitido: la «Instrucción  Libertatis nuntius sobre algunos aspectos de la teología de la liberación» (Congregación para la Doctrina de la Fe, 6 de agosto de 1984) y la «Instrucción Libertatis conscientia sobre la libertad cristiana y liberación» (Congregación para la Doctrina de la Fe, 22 de marzo de 1986) y que sí son vinculantes para un católico.
Sustancialmente se puede decir que ya en aquellos documentos se presenta una visión efectivamente católica de la misma teología de la liberación: la que entiende la libertad humana no como política y, en consecuencia, no abraza la ideología marxista, su lucha de clases, ni convierte la fe en política, sino que entiende la libertad humana como libertad del mayor de los males, el pecado, y a Cristo como liberador. O en palabras del documento del 86: «La liberación, en su primordial significación que es soteriológica, se prolonga de este modo en tarea liberadora y exigencia ética. En este contexto se sitúa la doctrina social de la Iglesia que ilumina la praxis a nivel de la sociedad».
Quizá bastaba releer la novedad que en 1984 y 1986 supusieron aquellos documentos para no presentar como novedoso algo que lo fue hace casi 30 años.