El Papa ayer en el Ángelus
«Queridos hermanas y hermanos, el mensaje de la fiesta fiesta de hoy, de la Inmaculada Concepción de la Virgen María se puede resumir con estas palabras: 'todo es gracia, todo es don gratuito de Dios y de su amor por nosotros'.
El ángel Gabriel llama a María 'llena de gracia', en ella no hay lugar para el pecado, porque Dios la ha elegido desde siempre madre de Jesús y la preservó de la culpa original. Y María corresponde a la gracia y se abandona diciéndole al Ángel: 'Hágase en mi según tu palabra'. No dice 'lo haré según tu palabra', sino 'Hágase en mi...' y el Verbo se hizo carne en su vientre. También a nosotros nos es pedido escuchar a Dios que nos habla y de acoger su voluntad: ¡según la lógica evangélica nada obra más y más es profundo que escuchar la Palabra del Señor! que viene del evangelio, de la Biblia, el Señor nos habla siempre
La actitud de María de Nazaret nos muestra que el ser está antes del hacer, y que es necesario dejar obrar a Dios para ser verdaderamente como Él nos quiere. Es Él quien hace en nosotros tantas maravillas.
María es receptiva, no pasiva. Así como a nivel físico recibe la potencia del Espíritu Santo, y después dona carne y sangre al Hijo de Dios que se forma en ella, así en el plano espiritual, acoge la gracia y corresponde a ella con la fe.
Por esto San Agustín afirma que la Virgen “ha concebido antes en el corazón que en su vientre”. Ha concebido primero la Fe y después al Señor. Este misterio de la acogida de la gracia, que en María por un privilegio único, no tenía el obstáculo del pecado, es una posibilidad para todos. San Pablo de hecho abre su carta a los Efesinos con estas palabras de alabanza: 'Bendito Dios, Padre del Señor nuestro Jesucristo, que nos ha bendecido con cada bendición espiritual en los cielos en Cristo”.
Así como María es saludada por santa Elisabeth como 'Bendita entre las mujeres', así también nosotros hemos sido 'bendecidos', o sea amados, y por lo tanto 'elegidos antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados.
María ha sido pre-servada, en cambio nosotros hemos sido salvados gracias al bautismo y a la fe. A todos entretanto, sea ella que nosotros, por medio de Cristo, “a alabanza del esplendor de su gracia', esa gracia de la cual la Inmaculada ha sido colma en plenitud'.
Delante del amor, delante de la misericordia, de la gracia divina derramada en nuestros corazones, la consecuencia que se impone es una sola: la gratuidad.
Nadie de nosotros puede comprar la Salvación, la Salvación es un don gratuito del Señor que viene del Señor, y habita dentro de nosotros. Así como hemos recibido gratuitamente, así gratuitamente estamos llamados a dar. A imitación de María que después de haber acogido el anuncio del Ángel, va a compartir el don de la fecundidad con su pariente Elisabeth.
Porque si todo nos ha sido donado, todo tienen que ser nuevamente donado. ¿De qué manera?Dejando que el Espíritu Santo haga de nosotros un don para los otros; que nos haga volver instrumentos de acogida.
El Espíritu Santo es don para nosotros y nosotros con la fuerza del Espíritu deberemos ser don para los demás; que nos haga volver instrumentos de reconciliación y de perdón. Si nuestra existencia se deja transformar por la gracia del Señor, porque la gracia del Señor nos transforma ¿Verdad?
No podemos retener la luz que viene de su rostro, pero la dejaremos pasar para que ilumine a los otros. Aprendamos de María, que ha tenido constantemente la mirada fija en el Hijo, y su rostro se ha vuelto 'el rostro de Cristo que más le asemeja'. Y a ella nos dirigimos ahora con la oración que recuerda el anuncio del Ángel».
El papa Francisco reza la oración del ángelus. Y después dirige las siguientes palabras:
«Queridos hermanos y hermanas, saludo a todos con afecto, especialmente a las familias y los grupos parroquiales. Saludo a los fieles de Rocca di Papa, al parroco, a los maratones, los ciclistas, y bendigo su flama. Saludo a los grupos de Felline (Lecce), a la asociación 'Completamente tuoi' y a los jóvenes de Carugate.
En esta fiesta de la Acción Católica Italiana, vive la renovación de la adhesión. Dirijo un pensamiento especial a todas las asociaciones diocesanas y parroquiales. La Virgen Inmaculada bendiga a la Acción Católica y la vuelva cada vez más, una escuela de santidad y de generoso servicio a la Iglesia y al mundo.
Hoy por la tarde iré a Santa María la Mayor para saludar a la Salus Populi Romani, y después a la Plaza de España, para renovar el tradicional homenaje de oración a los pies del monumento a la Inmaculada; será una tarde toda dedicada a la Virgen. Les pido de unirse espiritualmente a mi, en esta peregrinación, que expresa la devoción filial a nuestra Madre celeste. Y no se olviden: la salvación es gratuita, nosotros hemos recibido esta gratuidad, esta gracia, y tenemos que darla. Hemos recibido el don y tenemos que volver a darlo a los otros.
A todos les deseo buena fiesta y un buen camino de Adviento bajo la guía de la Virgen María. Por favor, por favor no se olviden de rezar por mi».
Y concluyó con sus ya conocidas palabras de despedida: "¡Buon pranzo e arrivederci!"