3/28/10

Cultivar la paz con diálogo, respeto, reconciliación y perdón

El Papa h0y durante el rezo del Ángelus

Mientras nos preparamos para concluir esta celebración, mi pensamiento no puede dejar de dirigirse al Domingo de Ramos de hace 25 años. Era el 1985, que las Naciones Unidas habían declarado “Año de la Juventud”. El Venerable Juan Pablo II quiso aprovechar aquella ocasión y, conmemorando la entrada de Cristo en Jerusalén aclamado por sus jóvenes discípulos, dio inicio a la Jornada Mundial de la Juventud. Desde entonces, el Domingo de Ramos ha adquirido esta característica, que cada dos o tres años se manifiesta también en grandes encuentros mundiales, trazando una especie de peregrinación juvenil a través de todo el planeta en el seguimiento de Jesús. Hace 25 años, mi amado Predecesor invitó a los jóvenes a profesar su fe en Cristo que “ha tomado sobre sí mismo la causa del hombre” (Homilía, 31 de marzo 1985, nn. 5, 7: Insegnamenti VIII, 1 [1985], 884, 886). Hoy yo renuevo esta llamada a la nueva generación, a dar testimonio con la fuerza suave y luminosa de la verdad, para que a los hombres y mujeres del tercer milenio no les falte el modelo más auténtico: Jesucristo. Encargo este mandato en particular a los 300 delegados del Foro Internacional de Jóvenes, venidos de todas las partes del mundo, convocados por el Consejo Pontificio para los Laicos.