El mensaje del beato José Tous para un mundo indiferente
Homilía del cardenal Tarcisio Bertone en la beatificación
Señor Cardenal Arzobispo de Barcelona,Señor Cardenal Arzobispo emérito,Venerables Hermanos en el Episcopado,Queridos sacerdotes y consagrados,Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor,Queridos hermanos y hermanas
En este domingo llamado del Buen Pastor, y señalado en la Iglesia como la Jornada de oración por las vocaciones, tenemos la alegría de elevar a la gloria de los altares al capuchino Padre José Tous y Soler, que con su consagración religiosa y su ministerio sacerdotal supo dar realce a la presencia viva de Cristo en todos los tiempos, y que se entrega a los hombres para que tengan la vida eterna.
Es una celebración que tiene lugar en esta bellísima basílica de Santa María del Mar. Propiamente hablando, es la primera Beatificación que se celebra en esta ciudad desde el siglo XII, aunque la archidiócesis ya tuvo el gozo de ver beatificado otro sacerdote el pasado veintitrés de enero, el Doctor José Samsó y Elías, mártir de Cristo, gran catequista y párroco de la basílica de Santa María, en la ciudad de Mataró.
Desitjo fer-vos arribar la proximitat del Papa Benet setze, i trametre a tots la seva Benedicció, tot esperant que ell mateix pugui manifestar-vos el seu afecte directament aquest mateix any, quan visiti Barcelona, per consagrar el magnífic temple de la Sagrada Família.
[Deseo haceros llegar a todos la cercanía del Papa Benedicto XVI, y transmitiros su Bendición, en espera de que él mismo pueda expresaros su afecto directamente este año, en su visita a Barcelona, para consagrar el admirable templo de la Sagrada Familia.]
La disposición de celebrar las beatificaciones en las Iglesias locales ofrece la oportunidad de situar estas ceremonias muy cerca de los lugares y ambientes en que vivieron aquellos siervos de Dios, que se proponen a la imitación de todos los cristianos. En ellos se guarda su recuerdo y se los siente más cercanos, como uno de nosotros que nos sigue animando a la santidad.
Así, la ciudad de Barcelona, y esta misma iglesia dedicada a Santa María, en el popular barrio de la Ribera, nos habla del sacerdote y capuchino José Tous, que hoy es beatificado. En esta basílica ejerció su ministerio sacerdotal, como beneficiado, entre los años mil ochocientos cuarenta y tres y mil ochocientos cuarenta y cinco, y es una bella coincidencia en este Año Sacerdotal el que un virtuoso capuchino y un sacerdote secular sean beatificados precisamente donde ejercieron el ministerio sagrado.
Hay también en este lugar algo que no sólo nos habla de hechos pasados, sino que es como un eco de la espiritualidad y la vida del nuevo beato. Esta basílica gótica conserva toda la esbeltez y belleza de su estructura arquitectónica, pero al visitante atento no se le ocultan las heridas de este bello templo de Santa María del Mar, por incendios, persecuciones y otras circunstancias adversas. Y, no obstante, a pesar de todos estos avatares, sigue cumpliendo su cometido esencial de acoger al Pueblo de Dios, para celebrar su culto de alabanza a Dios y su compromiso de vida de caridad y fraternidad entre todos.
La vida del Padre Tous fue también una vida llena de pruebas y dificultades, externas e internas, como la delicada salud que le acompañó siempre. Pero él, en medio de las adversidades y cruces, fue haciendo su camino y dando frutos de virtudes cristianas heroicas. Por eso, a él le podemos aplicar, con el gozo de la pascua cristiana, estas palabras que un anciano dice al autor del libro del Apocalipsis, y que hemos escuchado en la segunda lectura: «Estos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus manos en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios dándole culto día y noche en su templo» (Ap 7,14-15).
No faltaron ciertamente tribulaciones en la vida del Padre Tous. Aunque arrancado de la vida claustral, por las disposiciones civiles de su tiempo, logró ser en todo momento de su vida un fiel cumplidor de las observancias de la espiritualidad franciscana y de la Orden Capuchina. Nunca se dejó vencer por la amargura o el resentimiento, ni conocemos reproches o ataques contra quienes le impedían seguir su primera vocación de capuchino. Fue un hombre de una caridad exquisita, con una gran capacidad para soportar y comprender las deficiencias de los demás. Numerosas situaciones en su vida muestran también su gran disponibilidad para la acogida y el perdón. Se dice de él que nunca dejó a nadie agraviado. Realmente, pasó por la vida haciendo el bien, como su Señor, y dispensando «paz y bien», como su maestro y padre en el espíritu, San Francisco de Asís.
En este Año sacerdotal, al que el Papa ha dado como lema «Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote», el beato José Tous nos ofrece un alto ejemplo de fidelidad. Y nos invita a todos a vivir esta fidelidad a Cristo, nuestro Buen Pastor, en el momento presente, en el que tampoco faltan dificultades. A este respecto, qué actuales resultan aquellas palabras suyas que son como un lema de vida: «Aunque todo sea oscuro, hay que ser siempre fiel. Fiel a Dios y fiel a los hombres». Así lo hizo él. Por eso, también hoy es modelo para sacerdotes, para religiosos y religiosas, y para todos los fieles cristianos. El buen Padre Tous nos exhorta a «ser fieles al favor de Dios», como lo hicieron Pablo y Bernabé a aquellos primeros cristianos de Antioquía de Pisidia, según hemos escuchado en la primera Lectura.
Así pues, seamos fieles a la fe y pongamos toda nuestra confianza en Dios, como reza el lema escogido para esta beatificación: «Fe y confianza en Dios»; una fe que se expresa en la confianza, porque se cree en Dios en la medida en que se confía en él; una confianza que se concretiza y se hace forma de vida cuando se recurre a Dios en la oración, se participa asiduamente en la Misa dominical, se frecuentan los sacramentos y se practica la caridad. De este modo, se ha forjado el alma más genuina de esta tierra de santos, y el Padre Tous nos lo recuerda hoy, en unos momentos en que la indiferencia religiosa o el sentido relativista de la vida alejan a tantos de la rica identidad cristiana transmitida de generación en generación.
El beato Padre Tous ayudó con su ejemplo de vida y apostolado a forjar esta identidad, y es un preclaro exponente de la misma, pues «pasó haciendo el bien» especialmente allí donde veía más necesidad. Él sentía mucha predilección por la infancia y la juventud más desfavorecida de su tiempo, sobre todo por la juventud femenina, que en aquel momento histórico no podía acceder a la formación humana y cristiana. Por eso, dedicó todos sus esfuerzos a la fundación de una congregación dedicada a la educación integral de estas jóvenes. Y él mismo intervenía en la instrucción de las niñas, utilizando historias, parábolas y narraciones de los santos más populares en sus comarcas, adaptándose así al lenguaje, a la capacidad de comprensión y al ambiente más familiar de la infancia.
Comenzó su obra, la fundación de las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, con la ayuda de tres jóvenes, a las que dirigía especialmente en una iglesia situada entonces muy cerca de aquí, en la parroquia de San Francisco de Paula, a la que estaba adscrito por decisión de su obispo. Recordemos sus nombres: Isabel Jubal, Marta Suñol y Remedio Palos y Casanova. Los medios de que disponía eran muy escasos, pero su confianza en Dios era grande. Y así nació su obra, que hoy enriquece con su carisma y su misión diversas partes de España y varios países latinoamericanos. Quienes han venido desde tan lejos para esta ocasión, muestran el alcance sin fronteras del proyecto que Dios puso en el alma del Padre Tous.
Este tiempo pascual, en que la comunidad cristiana se goza de la presencia de Cristo resucitado entre los suyos, como fuente de esperanza, nos invita también a contemplar la gloria final, a mirar a esa «muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero» (Ap 7,9), es decir de Cristo resucitado, y en la cual vemos también al amado Padre Tous. Aunque peregrinos, ya pregustamos en este mundo esta realidad en la liturgia, como expresa bellamente el Apocalipsis: «El que se sienta en el trono acampará entre ellos [...]. El Cordero que está delante del trono será su pastor, y les conducirá hacia fuentes de aguas vivas» (Ap 7,15-17).
Queridas hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, con esta firme esperanza, seguid fielmente vuestro carisma, que la Iglesia os propone nuevamente con la beatificación del Fundador. Sed comunicadoras de vida y misioneras de Cristo. Hacedlo todo con aquella «sabiduría del corazón» que mostró siempre el Padre Tous, en especial cuando os propuso esta sabia norma: «Enseñad más con amor de madres que con rigor de maestras». Las madres educan desde el amor desinteresado, con constancia, con esperanza y con alegría. Y, en esta Jornada mundial de oración por las vocaciones, pidamos al Señor que llame a muchas a vivir el carisma y compartir la misión que el Padre Tous os ha confiado.
La vostra terra ha estat fecunda de sants i santes en el passat, i avui si afegeix, com un nou rebrot, el Pare Josep Tous. Com ha dit el Papa Benet setze, "els sants són els veritables portadors de llum en la història, ja que són homes i dones de fe, d'esperança i de caritat" (Deus caritas est, 40). Que la seva intercessió sigui font de tota classe de béns, espirituals i materials, de santedat i de gràcia, de pau i de justícia, de convivència serena i constructiva per a aquesta estimada terra i per a tot el món.
Poso les vostres esperances en mans de la Benaurada Verge Maria, Mare del Diví Pastor, com ho faré demà als peus de l'imatge de la Mare de Déu de Montserrat, Patrona de Catalunya.
[Vuestra tierra ha sido fecunda en santos y santas en el pasado, y hoy añadimos, como nuevo retoño, al padre José Tous. Como ha dicho el Papa Benedicto XVI, «los santos son los verdaderos portadores de luz en la historia, porque son hombres y mujeres de fe, esperanza y caridad» (Deus caritas est, 40). Que su intercesión sea fuente de toda clase de bienes, espirituales y materiales, de santidad y de gracia, de paz y de justicia, de convivencia serena y constructiva para esta querida tierra y para todo el mundo.
Encomiendo vuestras esperanzas a la Santísima Virgen María, Madre del divino Pastor, como lo haré mañana ante la imagen de Nuestra Señora de Montserrat, Patrona de Cataluña