5/17/10

Meditación sobre la Ascensión

El Papa a 200 mil peregrinos solidarios con él



Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, en Italia y en otros países, se celebra la Ascensión de Jesús al Cielo, que tuvo lugar cuarenta días después de Pascua. En este domingo tiene lugar, además, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sobre el tema: "El sacerdote y la pastoral en el mundo digital. Los nuevos medios al servicio de la Palabra". En la liturgia, se narra el episodio del último momento del Señor Jesús con sus discípulos (Cf. Lucas 24, 50-51; Hechos 1, 2.9); pero no se trata de un abandono, pues Él se queda para siempre con ellos, con nosotros, de una forma nueva. San Bernardo de Claraval explica que la ascensión al cielo de Jesús se realiza en tres grados: "el primero es la gloria de la resurrección, el segundo el poder de juzgar, y el tercer consiste en sentarse a la derecha del Padre" (Sermo de Ascensione Domini, 60, 2: Sancti Bernardi Opera, t. VI, 1, 291, 20-21). Este evento está precedido por la bendición de los discípulos, que les prepara para recibir el don del Espíritu Santo para que la salvación sea proclamada por doquier. Jesús mismo les dice: "Vosotros sois testigos de estas cosas. Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre" (Cf. Lucas 24, 47-49).
El Señor atrae la mirada de los apóstoles, y la nuestra, hacia el cielo para indicar cómo hay que recorrer el camino del bien durante la vida terrena. Sin embargo, Él permanece en la trama de la historia humana, está junto a cada uno de nosotros y guía nuestro camino cristiano: es compañero de los perseguidos a causa de la fe; está en el corazón de quienes son marginados; está presente en aquellos a los que se les niega el derecho a la vida. Podemos escuchar, ver y tocar al Señor Jesús en la Iglesia, especialmente a través de la Palabra y de los sacramentos. En este sentido, exhorto a los muchachos y a los jóvenes que en este tiempo pascual reciben el sacramento de la Confirmación a que sean fieles a la Palabra de Dios y a la doctrina aprendida, así como a que se acerquen con asiduidad a la Confesión y a la Eucaristía, conscientes de haber sido escogidos y constituidos para testimoniar la Verdad. Renuevo, además, mi particular invitación a los hermanos en el sacerdocio para que "con su vida y obras, se distingan por un vigoroso testimonio evangélico" (Carta para la convocación del año sacerdotal) y sepan también utilizar con sabiduría los medios de comunicación para dar a conocer la vida de la Iglesia y ayudar a los hombres de hoy a descubrir el rostro de Cristo (Mensaje para la XLIV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2010).
Queridos hermanos y hermanas: el Señor, al abrirnos el camino al cielo, nos permite experimentar ya en esta tierra la vida divina. Un autor ruso del siglo XX, en su testamento espiritual, escribía: "Contemplad con más frecuencia las estrellas. Cuando carguéis con un peso en el espíritu, contemplar las estrellas o el azul del cielo. Cuando os sintáis tristes, cuando os ofendan,... pasad un momento... con el cielo. Entonces vuestra alma encontrará el descanso" (N. Valentini - L. Žák,Pavel A. Florenskij. Non dimenticatemi. Le lettere dal gulag del grande matematico, filosofo e sacerdote russo, Milano 2000, p. 418).
Doy gracias a la Virgen María, a quien he podido venerar en el Santuario de Fátima en estos días pasados, por su maternal protección durante la intensa peregrinación a Portugal. A ella, que vela por los testigos de su amado Hijo, dirigimos con confianza nuestra oración.