MARÍA, ESTRELLA DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Cardenal Ouellet en la eucaristía de la Virgen de Guadalupe
Beatísimo Padre:
Estoy seguro de ser portador, aquí y ahora, frente a su santidad, de los sentimientos de afecto y devoción, de gratitud y de gozo, de todos los pastores y fieles de la Iglesia Católica en América Latina. Le estamos profundamente agradecidos por haber acogido con benevolencia y personal solicitud apostólica la iniciativa de esta solemne celebración eucarística, presidida por su santidad,
en la basílica de San Pedro en el Vaticano, en la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, con motivo del bicentenario de la Independencia de los países latinoamericanos.
Signo de estos sentimientos ha sido la ra.pida respuesta de numerosos señores cardenales y obispos que han querido hacerse presentes en esta solemnidad representando a los Episcopados de varias naciones. La numerosa participación, que incluye a significativas personalidades políticas, diplomáticas y académicas de los diversos países, demuestra que la iniciativa ha superado
ampliamente los confines eclesiásticos para convertirse en un verdadero y propio acontecimiento para toda América Latina. Tampoco falta en la basílica vaticana la fuerte presencia de las comunidades de latinoamericanos que residen en Roma por motivos eclesiásticos, familiares o de trabajo. Pero son además muchos millones los latinoamericanos que seguirán esta Santa Misa desde sus propios países en directo a través de la televisión, la radio y de internet.
De esta manera, la Santa Sede participa, con su propio modo y su propia contribución, en las celebraciones que se están realizando en todos los lugares de América Latina para conmemorar el bicentenario de sus independencias. Se trata también de un gesto de solidaridad frente a un continente en el que desde hace más de cinco siglos está presente y viva la tradición católica, donde viven mas del 40% de los católicos de todo el mundo. Hoy la Iglesia de Dios que está en América Latina se siente particularmente acogida y presente en el centro de la catolicidad, construida sobre la roca sólida de Pedro.
Esta celebración es una óptima ocasión para confiar a la intercesión de la Santísima Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América, la vida y el destino de los pueblos latinoamericanos, la construcción del bien común de sus naciones, el fortalecimiento de su unidad y la apertura a toda cooperación positiva en el concierto internacional de la familia humana. A la Pedagoga del Evangelio de Jesucristo en América Latina, Estrella de la Nueva Evangelización, confiamos también la misión continental emprendida por el Episcopado a partir del compromiso asumido en su V Conferencia General en Aparecida, para que esta produzca abundantes frutos de
conversión y de santidad, y de vida en abundancia para todos los latinoamericanos.
Rezaremos también por su santidad, pidiendo a Nuestra Señora de Guadalupe que abra cada vez más el corazón de sus fieles a la escucha y a la adhesión al mensaje del Evangelio del que Su Santidad es el primer custodio, testigo y heraldo.