Rocío Lancho García
Fue el 12 del 12 del 2012 cuando Benedicto XVI publicó el primer tuit en la cuenta pontifex en Twitter. El primer mensaje del papa emérito se convirtió en el quinto más retuiteado de la historia de esta red social, con 80 mil retuits de los usuarios. "Queridos amigos, me uno a vosotros con alegría por medio de Twitter. Gracias por vuestra respuesta generosa. Os bendigo a todos de corazón".
La cuenta estuvo también en sede vacante desde el 28 de febrero, hasta que el 17 de marzo, el papa Francisco, escribió: "Queridos amigos, les doy las gracias de corazón y les ruego que sigan rezando por mí. Papa Francisco".
A un año de distancia, el santo padre cuenta con más de 10 millones de seguidores en twitter. Con las frases de 140 caracteres el papa se ha convertido en uno de los líderes mundiales con más influencia en esta red social.
Adaptar el mensaje del Evangelio a los tiempos, a los medios y al público. “La presencia del papa en Twitter es una expresión concreta de su convicción de que la Iglesia debe estar presente en el mundo digital”, decía el mensaje de la Oficina de Prensa del Vaticano para explicar la creación de pontifex.
El santo padre Francisco habla en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium sobre cómo la tarea evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y de las circunstancias e invita a comunicar mejor la verdad del Evangelio en un contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar cuando la perfección no es posible.
La Iglesia, que es discípula misionera, necesita crecer en su interpretación de la Palabra revelada y en su comprensión de la verdad. La tarea de los exégetas y de los teólogos, recuerda el santo padre en la Evangelii Gaudium, ayuda a «madurar el juicio de la Iglesia».
De otro modo también lo hacen las demás ciencias. Francisco recuerda que “en el seno de la Iglesia hay innumerables cuestiones acerca de las cuales se investiga y se reflexiona con amplia libertad”. Por eso, afirma el pontífice, “las distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral, si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor, también pueden hacer crecer a la Iglesia, ya que ayudan a explicitar mejor el riquísimo tesoro de la Palabra”. Al respecto, advierte Francisco “a quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión. Pero la realidad es que esa variedad ayuda a que se manifiesten y desarrollen mejor los diversos aspectos de la inagotable riqueza del Evangelio”.
Francisco recuerda en su primera la exhortación apostólica que “al mismo tiempo, los enormes y veloces cambios culturales requieren que prestemos una constante atención para intentar expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad”. A veces, indica el pontífice “escuchando un lenguaje completamente ortodoxo, lo que reciben los fieles, debido al lenguaje que ellos utilizan y comprenden, es algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo”. Por ello, advierte que “con la santa intención de comunicarles la verdad sobre Dios y sobre el ser humano, en algunas ocasiones les damos un falso dios o un ideal humano que no es verdaderamente cristiano”. De ese modo, afirma “somos fieles a una formulación, pero no entregamos la substancia” y recuerda que ése es el riesgo más grave.
Esto que el santo padre explica, tiene “una gran incidencia en el anuncio del Evangelio si de verdad tenemos el propósito de que su belleza pueda ser mejor percibida y acogida por todos”. De cualquier modo, señala el papa Francisco “nunca podremos convertir las enseñanzas de la Iglesia en algo fácilmente comprendido y felizmente valorado por todos”. La fe – matiza el papa - siempre conserva un aspecto de cruz, alguna oscuridad que no le quita la firmeza de su adhesión. Hay cosas que sólo se comprenden desde esa adhesión que Francisco define como la “hermana del amor, más allá de la claridad con que puedan percibirse las razones y argumentos”. Por ello, cabe recordar “que todo adoctrinamiento ha de situarse en la actitud evangelizadora que despierte la adhesión del corazón con la cercanía, el amor y el testimonio”.
Por otro lado, Francisco explica que la Iglesia también puede llegar a “reconocer costumbres propias no directamente ligadas al núcleo del Evangelio, algunas muy arraigadas a lo largo de la historia, que hoy ya no son interpretadas de la misma manera y cuyo mensaje no suele ser percibido adecuadamente”. Pueden ser bellas, afirma el papa, “pero ahora no prestan el mismo servicio en orden a la transmisión del Evangelio”. Y por ello, Francisco invita a no tener miedo de revisarlas. También reconoce el santo padre que hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que hoy en día no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida.
El santo padre cita a santo Tomás de Aquino que “destacaba que los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios son poquísimos” y citando a san Agustín, advertía que los preceptos añadidos posteriormente deben exigirse con moderación “para no hacer pesada la vida a los fieles”. El papa reconoce la actualidad de esta advertencia e invita a que sea uno de los criterios a considerar a la hora de pensar una reforma de la Iglesia y de su predicación.
Por otra parte, subraya que no se puede olvidar la enseñanza del Catecismo que indica como “la imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales”.
Por lo tanto, “hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día”, indica el santo padre. Y se dirige en concreto a los sacerdotes para recordarles que “el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible”.
Tras leer estas indicaciones del santo padre se puede entender mejor los que mencionábamos al inicio del artículo sobre que “la tarea evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y de las circunstancias”. Y la invitación de Francisco es a “siempre comunicar mejor la verdad del Evangelio en un contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar cuando la perfección no es posible”.
Un corazón misionero, indica el santo padre “nunca se encierra, nunca se repliega en sus seguridades, nunca opta por la rigidez autodefensiva”. Y además “sabe que él mismo tiene que crecer en la comprensión del Evangelio y en el discernimiento de los senderos del Espíritu, y entonces no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino”.