Salvatore Cernuzio
De la lección de Benedicto XVI en Ratisbona sobre "ese Dios que se ha mostrado y ha actuado como logos", a la oración silenciosa de Francisco delante del muro que divide Palestina de Cisjordania. La mesa redonda celebrada este jueves en la Universidad de la Santa Cruz, fue un repaso de las palabras y los gestos más significativos realizados por los últimos tres pontífices durante sus viajes, siempre en la óptica de "diplomacia y comunicación" como recitaba el título del evento.
El encuentro contó con dos testigos de excepción: el prefecto de la Casa Pontificia y secretario personal del papa Benedicto XVI, monseñor Georg Gänswein y Marco Tosatti, vaticanista de largo recorrido para La Stampa-Vatican Insider
Durante su intervención, Gänswein mencionó en particular cincos grandes discursos con los que el Papa emérito se ha enfrentado con los líderes políticos y culturales de los países europeos y de las instituciones internacionales.
Un enfrentamiento mediante el cual – indicó – ha "resultado un considerable conjunto de reflexiones sobre el orden jurídico y político, que afecta a cuestiones fundamentales de la sociedad, de la relación entre fe y razón, entre la ley y derecho, entre la justicia y la libertad religiosa".
En primer lugar la lectio en Ratisbona (12 de septiembre de 2006), sobre la correlación entre fe y razón, teniendo en cuenta el encuentro entre el espíritu griego y espíritu cristiano. Después la intervención a la ONU en Nueva York (18 de abril de 2008), en que el Papa celebró el proyecto con la aprobación de la Declaración Universal de los derechos humanos del '48. Otra intervención: el discurso de París en la Collège des Bernardins (12 de septiembre de 2008), dirigido a las élites culturales de un país como Francia, que "cultivaba una cultura secular, desconfiada hacia las religiones," recordó Gänswein. Después el discurso ante el Bundestag en Berlín (22 de septiembre de 2011) y el discurso en Westminster Hall de Londres (17 de septiembre de 2010), que, según el arzobispo, fue "un punto de inflexión" en un viaje que inició entre críticas y prejuicios.
Temas diferentes los afrontados por el Pontífice emérito en sus intervenciones, "pensados y pronunciados delante a los oyentes" aún más diferentes, pero "unidos por una serie de ideas clave que Benedicto XVI diseña, realiza y desarrolla de forma orgánica y coherente", subrayó monseñor Gänswein.
Precisamente las palabras del papa alemán,"conceptos difíciles, profundos, sintetizados en pocas frases", observó Tosatti, han allanado el camino a la "diplomacia" de papa Francisco. Una diplomacia basada más en los "gestos" que en los discursos - como se ha podido observar en el reciente viaje en Tierra Santa-, marcados por el carácter del Pontífice argentino, forjado de la experiencia en las periferias de Buenos Aires y de la formación de jesuita.
"Gestos" los de Francisco, que tienen el sabor "de la poesía" y "del símbolo"- dijo Tossati- y que se unen a la tendencia de grandes acciones realizadas por los Pontífices del pasado, que han desmoronado progresivamente la hierática imagen papal. De los brazos abiertos de Pío XII en el barrio de San Lorenzo devastado por los bombardeos, a la bendición de Juan XXIII en la Sinagoga desde el coche parado en el Lungo Tevere. Por no hablar de la "caricia a los niños" que Roncalli sugirió desde la ventana del Palacio Apostólico, la tarde antes de la apertura del Vaticano II, y que se convierte en "el gesto clásico de todos los Papas".
Y Wojtyla, "excelente creador y protagonista de gestos" que llegóa besar en la frente a una chica o a abrazar una mujer colombiana que lamentaba la pobreza de su pueblo. "¿Y se podrá alguna vez olvidar la renunciar al ministerio petrino de Benedicto XVI, quizá el gesto más clamoroso cumplido por un Pontífice?"
Gestos con miles de matices: "indicativos, simbólicos, para resaltar y políticos" tal y como ha clasificado Tosatti. Francisco los ha cumplido todos en un año y medio de pontificado, acostumbrándonos a acciones fuertes como el lavatorio de pies a los detenidos en el Jueves Santo, o la elección de vivir en Santa Marta que ha interrumpido una larga tradición. O también el abrazo, símbolo clave de su peregrinación en la Tierra de Jesús, con el rabino Skorka y el islámico Abboud frente al muro de las lamentaciones, al patriarca Bartolomé en el Santo Sepulcro, a los refugiados, a los supervivientes al holocausto en el Yad Vashem. En una tierra golpeada por conflictos y violencias, "estos gestos repetidos son una forma rara y alta de diplomacia", afirmó el vaticanista.
¿No puede ser que todos estos gestos -incluidas las famosas llamadas del Papa- creen demasiada confusión o interpretaciones ambiguas?, preguntó una periodistas a los relatores. Al respecto, Marco Tosatti observó que "no olvidemos que el Papa es un jesuita y podría ser precisamente su estrategia lanzar la piedra y luego ver que pasa..."
Para concluir el encuentro, la periodista Angela Ambrogetti habló de su libro "En el avión de Papa Benedicto""Los viejos discursos de Benedicto nos ayudan a comprender el magisterio de Francisco", afirmó la vaticanista al reflexionar sobre la continuidad de la Iglesia. Y añadió que la Iglesia va adelante por pasos, no por saltos" y "esta es precisamente su grandeza".