8/13/19

Día Internacional de la Juventud

ROSA DIE ALCOLEA

El Papa invita a la educación abierta “a la trascendencia”

Mensaje del presidente del CELAM
El Papa felicitó el Día Internacional de la Juventud, 12 de agosto, a todos los jóvenes del mundo a través de Twitter. El Pontífice escribió: “La educación, con horizontes abiertos a la trascendencia, ayuda a los jóvenes a soñar y a construir un mundo más bello”.
Actualmente, existen en el mundo 1800 millones de jóvenes entre los 10 y 24 años de edad. Es la población juvenil más grande de la historia, según la ONU. En 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud, una celebración anual que busca promover el papel de los jóvenes como socios esenciales en los procesos de transformación y generar un espacio para generar conciencia sobre los desafíos y problemas a los que estos se enfrentan.
Asimismo, el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), monseñor Miguel Cabrejos, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, se dirigió a los jóvenes, en su día: “Ustedes son agentes fundamentales para la humanización y el cambio social del presente y del futuro. Su ímpetu y tenacidad, fortalece y ayuda a seguir construyendo un mundo más digno para todos”.
En sintonía con el Sínodo de los Obispos celebrado en Roma en octubre de 2018, sobre los jóvenes, el pastor peruano expresó: “Caminemos juntos, unamos ideales y sueños para seguir trabajando por una sociedad inclusiva, justa, solidaria, sin corrupción, cuidando nuestra Casa Común y atendiendo especialmente a los más débiles y excluidos. No se dejen robar la esperanza. Ustedes son el ahora de Dios, el rostro de Cristo joven”.
Formación integral de los jóvenes
En un reciente mensaje en vídeo dirigido a los participantes en el Congreso Mundial de la Oficina Internacional de Educación Católica (OIEC), celebrado del 5 al 8 de junio de 2019 en la Universidad de Fordham – Lincoln Campus de Nueva York (Estados Unidos), el Papa hizo un llamamiento a las instituciones educativas católicas para que construyan “un humanismo capaz de insuflar un alma en el progreso económico, de modo que se oriente hacia la promoción de cada hombre y de todo el hombre”.
Deplorando “la tendencia generalizada a deconstruir el humanismo” y la “cultura de la indiferencia”, recordó su misión de “ofrecer horizontes abiertos a la trascendencia, porque la educación católica “marca la diferencia” cultivando valores espirituales entre los jóvenes”. Alentó también a “liberar la educación de un horizonte relativista” y a “abrirla a la formación integral de todos y cada uno”.