Pablo Ortiz
2 obras del cardenal inglés
La figura del profesor de la Universidad de Oxford John Henry Newman, sacerdote anglicano convertido al catolicismo en 1845, cardenal y santo de la Iglesia católica es paradigma del tópico literario Homo Viator porque, como afirmó Benedicto XVI, es “un hombre que durante toda su vida estuvo en camino; en camino para dejarse transformar por la verdad, en una búsqueda de gran sinceridad y de gran disponibilidad a conocer mejor y a encontrar, a aceptar la vía para la verdadera vida. […] su fe -prosigue el Papa emérito-, no es una fe en fórmulas de un tiempo pasado; es una fe en forma personalísima, vivida, sufrida, encontrada en un largo camino de renovación y de conversiones”. Una fe que estuvo continuamente examinada por la razón en su largo camino de reflexión sobre la historia del cristianismo, los fundamentos de la tradición católica y los pilares de la iglesia de Inglaterra.
Una muestra de su peregrinaje lo encontramos en la importante escuela de renovación teológica e intelectual que ideó junto a sus dos amigos oxonienses J. Keble y H. Froude: el Movimiento de Oxford (1833 – 1845), una corriente que tuvo la pretensión de reformar la Iglesia anglicana, mediante su separación del Estado y la recuperación de las raíces católicas en el culto, con el fin de evitar que el secularismo se infiltrara en ella. Si quieren saber más sobre esta escuela recomiendo El espíritu del Movimiento de Oxford (Rialp), del historiador británico Christopher Dawson.
Escrito con rigurosidad y viveza, en este libro el autor narra el origen, desarrollo y decadencia de esta tendencia anglocatólica con el objetivo de comprender sus aciertos y equivocaciones. En este sentido, apoyado en las fuentes literarias de los protagonistas (cartas, obras, sermones, poemas y tractos), Dawson inicia el recorrido histórico a principios del siglo XIX, explicando el contexto de la Iglesia anglicana, su relación con el Estado (“vínculo casi sacramental que moldeaba la vida interior”), el liberalismo antiteísta y cómo esta atmósfera provocó la cuestión decisiva de la escuela: “¿Qué es la Iglesia de Inglaterra? Hacer esta pregunta suponía hacer otras cien. Credos, dogmas, reglamentos, jerarquía, instituciones parlamentarias…”
En los dos siguientes capítulos, el historiador presenta las figuras de los fundadores (Keble, Froude y Newman), observando sus lazos de amistad, sus ideas y sus diferencias, y destacando entre ellos la importancia del profesor Newman que “dio al Movimiento su alto carácter intelectual y ensanchó al mismo tiempo sin medida su espíritu y sus objetivos”. A continuación, nos narra el viaje que hicieron Newman y Froude por algunos países mediterráneos y el impacto de ambos al observar la expansión del secularismo debido al liberalismo más radical y sus consecuencias en la sociedad; así como su iluminación al descubrir a los Padres de la Iglesia. Este hecho sería fundamental ya que nada más volver a Inglaterra, en el verano de 1833, se formalizaría el Movimiento de Oxford.
En los últimos capítulos, se adentra en la decisiva transformación que lleva a cabo Newman, ayudado por sus amigos y otros seguidores, mediante la publicación de unos breves artículos (tracts), sobre los principios apostólicos y el ideal de la iglesia cristiana, en los cuales invitaban a sus contemporáneos a la acción para acabar con el establishment liberal anglicano. Finalmente, el autor explica el paulatino alejamiento del líder tractariano de sus raíces para acabar comulgando con el catolicismo, valorando en último lugar las aportaciones de este movimiento que, entre otras cosas, favoreció la apertura ecuménica del anglicanismo además de propiciar que el liberalismo en Inglaterra fuera menos anticlerical.
A este respecto, también es muy recomendable el libro La fe y la razón. Sermones universitarios (Encuentro). Esta obra está tejida por quince sermones-conferencias predicados en su Alma máter durante los años 1826-1843 que tienen como fin explicar la relación entre la fe y la razón; una significativa reciprocidad, por cierto, distintiva del cristianismo. Para ello, en los primeros capítulos, Newman comienza desmontando uno de los mitos modernos que afirma que la aparición del cristianismo impidió el avance de la ciencia y la filosofía, reflexionando también sobre las relaciones entre la religión natural, la ética en el marco de la filosofía antigua y la religión revelada.
Otras importantes aportaciones son las que ahondan en los excesos de la razón, los principios de la fe y sus adversidades, los que versan sobre la inclinación hacia el bien y hacia el mal y la responsabilidad humana o aquellos en los que explica los antecedentes de la fe, su lógica y la razonabilidad vivencial de la misma. Asimismo, son muy interesantes los discursos que tratan la diferencia entre la fe y la superstición y entre la fe sencilla y el fanatismo, las condiciones de los evangelizadores, la importancia que la razón tiene para la fe, el papel que ha jugado la razón en la historia del cristianismo o, entre otros temas que descubrirán sumergiéndose en la lectura, el sermón que define la razón y analiza sus características propias. Según comenta el autor, esta obra es “en su conjunto lo mejor que he escrito”.
En definitiva, estos libros son una magnífica oportunidad para conocer la vida y el pensamiento del santo decimonónico, redescubrir sus ideas, comprender la correlación fe y razón, conocer los problemas que acarrea la relación Estado-Iglesia, saber más sobre el proceso de secularización y la importancia del movimiento reformador de Oxford.