La fuerza de la paz está en la oración
"Regina Caeli" en la Plaza Benedicto XVI, en Cassino, el 24 de Mayo
Queridos hermanos y hermanas:
Cada vez que celebramos la Santa Misa, sentimos en nuestro corazón el eco de las palabras que Jesús confió a sus discípulos en la Última Cena como un don precioso: "Os dejo la paz, mi paz os doy" (Juan 14, 27). ¡Qué necesidad tiene la comunidad cristiana y la humanidad entera de saborear toda la riqueza y el poder de la paz de Cristo! San Benito ha sido un gran testimonio de ella, porque la ha acogido en su vida y la ha hecho fructificar en obras de auténtica renovación cultural y espiritual". Precisamente por esto, a la entrada de la Abadía de Montecassino y de todos los monasterios benedictinos, está escrita, como lema, la palabra "PAX": es más, la comunidad monástica está llamada a vivir según esta paz, que es el don pascual por excelencia. Como sabéis, en mi reciente viaje a Tierra Santa me hice peregrino de paz, y hoy -en esta tierra marcada por el carisma benedictino- se me da la oportunidad de subrayar una vez más que la paz es en primer lugar don de Dios, y por tanto su fuerza está en la oración.
Sin embargo, ha sido confiada al esfuerzo humano. Del mismo modo, la energía necesaria para lograrla se puede sacar de la oración. Es, por tanto, fundamental cultivar una auténtica vida de oración para asegurar el progreso social en la paz. Una vez más, la historia del monaquismo nos enseña que un gran avance de civilización se prepara con la escucha cotidiana de la Palabra de Dios, que impulsa a los creyentes a un esfuerzo personal y comunitario de lucha contra toda forma de egoísmo y de injusticia. Sólo aprendiendo, con la gracia de Cristo, a combatir y vencer el mal dentro de uno mismo y en las relaciones con los demás, se convierten las personas en auténticos constructores de paz y de progreso civil. La Virgen María, Reina de la Paz, ayude a todos los cristianos, en las diversas vocaciones y situaciones de la vida, a ser testimonios de la paz, que Cristo nos ha dado y nos dejó como tarea a realizar en todas partes.
Hoy, 24 de mayo, memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los Cristianos -que es venerada con gran devoción en el santuario de Sheshan, en Shanghai-, se celebra la Jornada de oración por la Iglesia en China. Mi pensamiento se dirige a todo el pueblo chino. En particular, saludo con gran afecto a los católicos en China y les exhorto a renovar en este día su comunión de fe en Cristo y de fidelidad al sucesor de Pedro. Nuestra oración común obtenga una efusión de los dones del Espíritu Santo, para que la unidad entre todos los cristianos, la catolicidad y la universalidad de la Iglesia sean cada vez más profundas y visibles.
[Tras rezar el Regina Caeli, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Queridos hermanos y hermanas, en esta solemnidad de la Ascensión del Señor, que hoy se celebra en muchos lugares, os invito a pedir constantemente por la Iglesia, para que, exultante de gozo por la resurrección de Cristo y con la fuerza del Espíritu Santo, continúe anunciando con fidelidad el Evangelio de la salvación y dando testimonio de la caridad con la palabra y las obras. Feliz domingo.