8/11/09

Frente al relativismo imperante


Benedicto XVI, tras su estancia en el Valle italiano de Aosta ha celebrado su primera audiencia general de los miércoles en Castelgandolfo, ante más de 4.000 fieles y peregrinos procedentes de todo el mundo, entre los que se encontraban grupos de la pastoral juvenil de Toledo, Valencia y Sigüenza-Guadalajara, según ha informado Radio Vaticano.
Como había prometido el pasado domingo en el Ángelus, el Papa ha dedicado la catequesis a la figura de san Juan María Vianney, trazando una semblanza del santo Cura de Ars, al que ha puesto como ejemplo también para los sacerdotes de hoy.
Sobre su ejemplo, el Santo Padre se ha preguntado cómo poder seguir los pasos del Cura de Ars hoy en una época tan distinta a aquella. La respuesta la ha dado él mismo subrayando que existe un estilo de vida y un anhelo de fondo que todos estamos llamados a cultivar. Es decir, lo que ha santificado al Cura de Ars: su humilde fidelidad a la misión a la que Dios le había llamado; su constante abandono de confianza absoluta en las manos de la Providencia divina. Él llegó a tocar el corazón de la gente transmitiendo lo que íntimamente vivía: su amistad con Cristo. Fue un enamorado de Cristo, y el verdadero secreto de su éxito pastoral fue el amor que alimentaba por el Misterio eucarístico anunciado, celebrado y vivido.
El Papa ha recordado que ayer se cumplió el 150 aniversario de la muerte del cura de Ars: “¡Qué gran fiesta habrá habido en el Paraíso al recibir a un acérrimo pastor como él!”, ha exclamado el Pontífice. Por sus características sacerdotales y su gran obra de párroco y confesor, Benedicto XVI ha querido establecer este Año Sacerdotal que lleva por tema, Fidelidad de Cristo fidelidad del sacerdote. Porque la existencia del cura de Ars fue una verdadera catequesis viviente que alcanzaba una eficacia muy particular cuando la gente le veía celebrar la Misa, permanecer en adoración ante el sagrario, y transcurrir muchas oras en el confesionario.
Centro de toda su vida fue la Eucaristía, que celebraba y adoraba con devoción y respeto. Otra característica fundamental de esta extraordinaria figura sacerdotal fue el asiduo ministerio de las confesiones. San Juan María Vianney se distinguió por tanto como un óptimo e incansable confesor y maestro espiritual.
Su origen familiar humilde, pero rico de humanidad y de fe, le permitió poder alimentar su vocación sacerdotal a pesar de los obstáculos y dificultades que se le presentaron. Finalmente fue ordenado presbítero gracias a la ayuda de sabios sacerdotes que no se detuvieron en consideraciones humanas, sino que miraron más allá intuyendo el horizonte de santidad que se perfilaba en aquel joven verdaderamente excepcional. El 23 de junio de 1815 fue ordenado diácono y al año siguiente sacerdote.
El santo cura de Ars tuvo siempre en alta consideración este don recibido. Afirmaba: ¡Oh que gran cosa es el Sacerdocio!. Ya desde muy joven había confiado a su madre: “Si fuera sacerdote quisiera conquistar muchas almas”. Y así fue. En el servicio pastoral, tan sencillo como extraordinariamente fecundo, este anónimo párroco, de un pueblecito del sur de Francia, llegó a identificarse de tal manera con su propio ministerio hasta convertirse visible y universalmente reconocible, en la misma imagen del Buen Pastor.
Antes de finalizar su catequesis en italiano el Papa ha advertido que si en tiempos del santo Cura de Ars se vivía “la dictadura del racionalismo” hoy vivimos “la dictadura del relativismo”. El racionalismo fue inadecuado porque no tuvo en cuenta los límites humanos transformando la razón en Dios; el relativismo contemporáneo mortifica la razón porque sostiene que no se puede conocer nada más allá del campo científico positivo. El Papa ha pedido a los sacerdotes que, como el cura de Ars, cumplan el compromiso pastoral del sacerdote, que debe estar íntimamente unido con Cristo permaneciendo y alimentándose de Él continuamente.
Y éste ha sido el saludo que el Santo Padre ha hecho en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en el patio Clemente XIV de Castelgandolfo: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. En particular, a los grupos de la pastoral juvenil de Toledo, Valencia y Sigüenza-Guadalajara. En este Año Sacerdotal, invito a todos a acompañar a los ministros del Señor con la oración, la solidaridad espiritual y la colaboración, para que sean fieles a su vocación y vivan gozosamente su misión en la Iglesia, siguiendo en todo a Cristo, Buen Pastor, a ejemplo de San Juan María Vianney. Que la Virgen María interceda para que el Pueblo de Dios se enriquezca con santos y abnegados sacerdotes. Muchas gracias”.Como siempre el Santo Padre antes de finalizar la audiencia se ha dirigido además de los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados; y en particular a los participantes en el quinto Encuentro Internacional de los Jóvenes hacia Asís: “Hoy, memoria litúrgica de la dedicación de la basílica de Santa María la Mayor, la liturgia nos invita a dirigir nuestra mirada a María, Madre de Cristo. Mirad siempre a Ella, queridos jóvenes –ha invitado el Papa– imitándola en seguir fielmente la voluntad divina; acudid a Ella con confianza, queridos enfermos, para experimentar en el momento de la prueba la eficacia de su protección; confiad a Ella, queridos recién casados, vuestra familia, para que esté siempre sostenida por su maternal intercesión”.