9/14/11


“LA GLOBALIZACIÓN NECESITA ENCONTRAR UN ALMA”



“La globalización, que es un gran recurso, necesita encontrar un alma”: es el mensaje contenido en el llamamiento por la paz firmado por los 300 líderes religiosos reunidos desde el 11 al 13 de septiembre por la Comunidad de San Egidio y por el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Münich-Frisinga, en la capital bávara para el encuentro mundial “Bound to Live Together. Religiones y culturas en dialogo”.
Un llamamiento al mundo
“El egoísmo – afirma el mensaje leído en la ceremonia final del encuentro, celebrada en laMarienplatz ante la Frauenkirche, la catedral de Nuestra Señora – conduce a una civilización de la muerte y provoca también la muerte de muchos. Por esto, es necesario mirar a lo alto, abrirse al futuro y ser capaces de globalizar la justicia”. “Debemos, con fuerza – prosigue el mensaje – volver a proponer el problema de la paz en todas sus dimensiones”. De hecho, “estamos destinados a vivir juntos y todos somos responsables del arte de convivir. El diálogo se ha revelado hoy como el arma más inteligente y pacífica. Es la respuesta a los predicadores del terror, que incluso usan las palabras de las religiones para difundir odio y dividir al mundo. Nada se pierde con el diálogo”.
Más fuertes juntos
“Münich en estos días se ha convertido en la capital del espíritu – afirmó en su intervención final Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio – no se han escuchado los pesados pasos de los soldados sobre sus calles, sino los pasos ligeros de los buscadores de Dios y de los peregrinos de la paz”.
“Somos más fuertes y más llenos de esperanza después de estos días juntos” porque “hemos profundizado en nuestras religiones y esto nos enseña a ser hombres de paz, como nos escribió nuestro amado Benedicto XVI en su mensaje”.
“Estamos llenos de esperanza – prosiguió Riccardi –, tanto que decimos con fuerza: ¡que la próxima década sea verdaderamente nueva! La novedad es la paz. La paz en un mundo más justo hacia los pobres, donde los ricos aprendan la sobriedad y la participación verdadera en la lucha contra la pobreza. La paz es un sueño y una esperanza, no una utopía. Es el sueño que madura en el corazón de una mujer y de un hombre espirituales, que no se resignan al mal, a la falta de libertad, de libertad religiosa, de libertad de la miseria. La paz, de modo concreto, es nuestra visión del futuro. Porque la paz es una visión divina, siendo el nombre mismo de Dios”.
“En una atmósfera de aprecio recíproco, de respeto y de amistad – añadió el cardenal Marx – nos hemos puesto de acuerdo sobre lo que queremos y también sobre lo que podemos hacer, para que todo el mundo, toda la familia humana pueda avanzar hacia el futuro con valor y con mucha esperanza. Ningún país vive para sí mismo. Y tampoco Europa puede bastarse a sí misma, sino que tiene una misión hacia el mundo”.
Confianza en la humanidad
Una Europa y un mundo sacudidos por eventos humanos y naturales que ponen a prueba el espíritu y la humanidad de los pueblos que habitan en ellos. “Si había aún ingenuidad en nuestra pacífica sociedad – afirmó en su testimonio Ole Christian Maelen Kvarme, obispo luterano de Oslo (Noruega) –, con el atentado se ha perdido. Un noruego rubio agredió a nuestra sociedad abierta, y su ataque se dirigía a la presencia de los musulmanes entre nosotros. ¿Cómo es posible responder a semejante extremismo, a semejante mal, a estas actitudes y a la retórica del odio?”.
“En el dolor y la rabia – prosiguió Kvarme –, fueron los jóvenes quienes nos indicaron la dirección de nuestro futuro. En la catedral encontré a varios supervivientes de la masacre y me impresionó su determinación. Lo que necesitamos ahora no es menos apertura, sino más democracia, y construir la confianza con el diálogo. Una joven me dijo: “Si una persona sola puede causar tanto mal, piensa en el amor que podemos crear juntos'”.
“De este fortísimo terremoto – dijo dirigiéndose a las personas reunidas en la Marienplatz Gijun Sugitani, consejero supremo de la escuela budista Tendai (Japón) – hemos aprendido una cosa importante. Que los seres humanos deben ser más humildes frente a la naturaleza y, al mismo tiempo, que somos parte integrante de una gran familia y que necesitamos vivir juntos, porque estamos destinados a convivir”.
“Nuestro futuro – prosiguió Sugitani – no es la tecnología. Los problemas en la central nuclear de Fukushima fueron creados por el propio hombre. Nuestro futuro no consiste en la seguridad del sistema económico. Nuestro futuro está en la sabiduría de aprender el arte de la convivencia, tal y como está escrito en las antiguas tradiciones religiosas”.
“Se podría decir – explicó Edith Dunia Daliwonga, de la Comunidad de San Egidio en la República Democrática del Congo – que pertenezco a una generación que ha conocido casi solo la guerra y la violencia, en otras palabras, una generación perdida y sin esperanza. De hecho, sin paz no hay futuro ni hay esperanza. La guerra y la violencia para los hombres es como una tempestad, ¡y qué fácil es naufragar! No nos podemos salvar si no es juntos, sin abandonar a nadie a su destino de violencia y de pobreza. No hay que abandonar a África”.
El año que viene, Sarajevo
“Mirémonos con más simpatía – afirma el llamamiento entregados por niños de varias nacionalidades a los políticos, no sólo de Baviera sino también del Gobierno alemán y de otros países, en la ceremonia final en Marienplatz – y mucho, todo, será posible”.
“Es tiempo de cambiar – insiste el llamamiento –. El mundo necesita más esperanza y paz. Podemos aprender de nuevo a vivir no unos contra otros, sino unos con otros. Somos conscientes de las responsabilidades de las religiones al poner en peligro la paz, cuando no miran hacia lo alto. Quien usa el nombre de Dios para odiar al otro y matar, blasfema contra el Nombre Santo de Dios. Por esto podemos decir: ¡no hay futuro en la guerra! No hay alternativa al diálogo. El diálogo es un arma sencilla a disposición de todos. Con el diálogo construiremos una nueva década y un siglo de paz. Convirtámonos todos en artífices de la paz. Sí, que Dios conceda a nuestro mundo el don maravilloso de la paz”.
“El año próximo, en Sarajevo!”, invitaron juntos el Gran Mufti Ceric y el obispo auxiliar, monseñor Pero Sudar. Veinte años después del sangriento asedio de la ciudad durante el conflicto en la ex-Yugoslavia, en 2012 el próximo encuentro de la Comunidad de San Egidio según el “espíritu de Asís” tendrá lugar en la capital de Bosnia-Herzegovina. “Sarajevo – afirmó Ceric – es la primera Jerusalén de Europa, la segunda del mundo, una ciudad de antigua convivencia de judíos, cristianos y musulmanes”.
“Hemos vivido siempre unos junto a otros – prosiguió el Gran Mufti – hasta una guerra absurda como todas las guerras”. Aunque “parecía imposible vivir aún juntos, estamos convencidos de que este antiguo sueño es aún posible”. Alguno quiso destruir Sarajevo “pero nosotros nos hemos negado”, y “a quien piensa que en 2012 se acaba el mundo, yo digo que en Sarajevo en 2012 comenzará el futuro”. “A mi pueblo – concluyó Ceric – le digo: tened confianza en Dios y en Europa”.