‘En todo, amar y servir’
Nacho Uría
Dice San Juan en su Evangelio: “El viento sopla donde quiere; pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así es todo aquel que ha nacido del espíritu”. Estas palabras pueden aplicarse al Papa Francisco, al que muchos consideran ya el nuevo Juan XXIII
¿Cómo es Jorge Bergoglio? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su mensaje? Un Papa que habla al hombre de hoy en su mismo lenguaje. Capaz de remover corazones. Si Juan Pablo II fue la esperanza y Benedicto XVI la fe, sin duda el Papa Francisco será la caridad.
Nuestro Tiempo ha recogido algunas de sus palabras sobre temas tan controvertidos como la política, la crisis económica o la pobreza escondida en los suburbios de los países desarrollados. Para todos ellos el nuevo pontífice ha tenido palabras de entendimiento y perdón, pero también de denuncia y llamada al compromiso social de todos.
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La Iglesia: «Aunque la Iglesia es una institución humana, histórica, Con todo lo que comporta, no tiene una naturaleza política, sino esencialmente espiritual: es el Pueblo de Dios que camina hacia el encuentro con Jesús. Solo en esa perspectiva se puede entender la misión de la Iglesia católica» (Encuentro con los periodistas. El Vaticano, 16 de marzo de 2013).
Nueva Evangelización: «La Iglesia, por venir de una época donde el modelo cultural le favorecía, se acostumbró a que la buscaran. […] Eso funciona en una comunidad evangelizada, pero ahora la Iglesia necesita transformar sus estructuras para que sean misioneras. Tenemos que ir hacia donde nos necesitan […], hacia quienes, deseándolo, no van a acercarse a formas caducas que no responden a sus expectativas ni a su sensibilidad. Tenemos que […] revisar la vida interna de la Iglesia, pasar de una Iglesia “reguladora de la fe” a otra “transmisora y facilitadora de la fe’» (El Jesuita, pp. 77-78).
Diálogo con el mundo: «Muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica y otros no son creyentes, pero respetando su conciencia, de corazón os doy en silencio mi bendición, sabiendo que cada uno de nosotros es hijo de Dios» (Encuentro con los periodistas. El Vaticano, 16 de marzo de 2013).
Relación con el poder político: «No está mal si la religión dialoga con el poder político. El problema está cuando se asocia con él para hacer negocios debajo de la mesa» (Sobre el cielo y la tierra. Diálogos entre el cardenal Bergoglio y el rabino Abraham Skorka. Buenos Aires, 2010).
El papel de los laicos: «Hay un problema, lo dije otras veces: la tentación de la clericalización. Los curas tendemos a clericalizar a los laicos. No nos damos cuenta, pero es como contagiar lo nuestro. Y los laicos (no todos, pero muchos) nos piden de rodillas que los clericalicemos porque es más cómodo ser monaguillo que protagonista de un camino laical. No tenemos que entrar en esa trampa, es una complicidad pecadora» (Citado en el diario ABC, 15 de marzo de 2013).
Pobreza: «Sin los pobres construiremos una Iglesia mediocre. Los pobres son el tesoro de la Iglesia y hay que cuidarlos. Si no tenemos esa visión, tendremos una Iglesia tibia, sin fuerza. No se puede adorar a Dios si nuestro espíritu no contiene al necesitado» (Citado en La Verdad, 22 de marzo de 2013).
La Iglesia y la dictadura argentina: «¿Qué hizo la Iglesia en aquellos años? Hizo lo que hace un organismo que tiene santos y pecadores […]. En la Iglesia hubo cristianos de los dos bandos, cristianos muertos en la guerrilla, cristianos que ayudaron a salvar gente y cristianos que creían que estaban ayudando a salvar a la Patria […]. En Chile, durante el gobierno militar de Pinochet, la Iglesia chilena creó la Vicaría de la Solidaridad. Tomó un camino decidido. Aquí, en Argentina, se hicieron pronunciamientos y se acentuaron las gestiones reservadas. Eso dio lugar a todo tipo de especulaciones» (Sobre el cielo y la tierra. Buenos Aires, 2010).
Trabajo: «Le agradezco tanto a mi padre que me haya mandado a trabajar. El trabajo fue una de las cosas que mejor me hizo en la vida. Particularmente en el laboratorio, donde aprendí lo bueno y lo malo de toda tarea humana […]. Allí tuve una jefa extraordinaria, Esther Balestrino, una paraguaya simpatizante del comunismo que años después, durante la última dictadura, sufrió el secuestro de una hija y un yerno, y luego fue raptada […] y asesinada. La quería mucho. […] Me enseñó la seriedad del trabajo. Realmente, le debo mucho a esa gran mujer» (El Jesuita, p. 34).
Riqueza: «El que se lleva el dinero a otro país está pecando. El cristianismo condena con la misma fuerza tanto al comunismo como al capitalismo salvaje. Existe una propiedad privada, pero con la obligación de socializarla con justicia. Un ejemplo claro de lo que sucede es el dinero que se fuga al exterior [...]. Aquel que se lo lleva para guardarlo fuera no honra al país que le da la riqueza, al pueblo que trabaja para generarla» (Citado en La Verdad, 22 de marzo de 2013).
La tentación del dinero: «El poder y el dinero son como la ginebra en ayunas: marean. La altura marea. Por eso, cuanto más grande seas, cuanto más dinero, más poder, más prestigio tengás, más humilde tenés que ser. Los que se creen dueños de la vida no pueden vivir en la sociedad. El único dueño de la vida es Dios» (Citado en el diario ABC, 15 de marzo de 2013).
Palabras a los jóvenes: «No le tengan miedo a la libertad, a esa libertad que Dios les puso en el corazón. Esa libertad de ser grandes, que les salva de alienarse. […] Eso está acá, en el mercado de todos los días. Les venden un buen rato hoy ¿a pago de qué? ¿Tres pesos? ¿Cuatro pesos? No, la pagás con tu libertad. Por eso no dejés que te la roben. Que nadie te baratee tu libertad. Defiéndela» (Homilía a los jóvenes durante la celebración de Corpus Christi en la Plaza Once. Buenos Aires, 2008).
Educación sexual: «La iglesia no se opone a la educación sexual. Personalmente, creo que debe haberla a lo largo de todo el crecimiento de los chicos, adaptada a cada etapa […]. Lo que pasa es que actualmente muchos de los que levantan las banderas de la educación sexual la conciben separada de la persona humana. Entonces, en vez de contarse con una ley de educación sexual para la plenitud de la persona, para el amor, se cae en una ley para la genitalidad. Esa es nuestra objeción. No queremos que se degrade a la persona humana. Nada más» (El Jesuita, pp. 92-93).
El pecado de la vanidad: «La vanidad, el alardeo, son actitudes de espiritualidad mundana, que es el peor pecado de la Iglesia. […] El arribismo, la búsqueda del éxito, pertenecen plenamente a esta espiritualidad mundana. […] Quien cede a esa vanidad en el fondo esconde una miseria muy grande… Yo caí en la vanidad cuando fui obispo auxiliar capitalino» (Vatican Insider, 24 de febrero de 2012).
Aborto: «La mujer embarazada no lleva en el vientre un cepillo de dientes; tampoco un tumor. La ciencia enseña que desde el momento de la concepción, el nuevo ser tiene todo el código genético. […] No es una cuestión religiosa, sino claramente moral con base científica, porque estamos en presencia de un ser humano. La batalla […] a favor de la vida incluye el cuidado de la madre durante el embarazo, leyes que protejan a la mujer en el post parto, asegurar una adecuada alimentación de los chicos, brindar una atención sanitaria a lo largo de toda una vida» (El Jesuita, p. 91).
La explotación humana: «¿Dónde está tu hermano esclavo? El que estás matando todos los días. En el taller clandestino, en la red de prostitución, en las ranchadas de los chicos que usás en mendicidad, para campañas de distribución de drogas, para rapiña… ¿Dónde está tu hermano? […] La esclavitud no está abolida. En esta ciudad [Buenos Aires] la esclavitud está a la orden del día. Ese crimen mafioso y aberrante. ¿Dónde está tu hermano? […]. En esta ciudad se explota a trabajadores, hay chicos en situación de calle […], víctimas de una esclavitud estructural. En esta ciudad se cuida mejor a un perro que a un hermano [...] se rapta a las mujeres y a la chicas y se las somete al uso y al abuso de su cuerpo por aquellos que vienen a ver qué pueden saquear, qué vida pueden anular, qué familia pueden destruir, qué chico pueden vender […].
Tomemos conciencia de que esa carne esclava es “mi” carne, la misma que asumió el Hijo de Dios, por eso la Gracia más linda que podemos recibir es la de llorar en nuestro corazón. Señor, mirad esto […]. Nosotros no venimos aquí a protestar, venimos a rezar para golpear el corazón de Dios y pedirle a Jesús que nos dé la Gracia de no engrosar el ejército de los distraídos, de los duros de corazón. Por eso si sabés algo, contálo, denunciálo» (Día internacional contra la explotación sexual y la trata de personas. Homilía en el barrio de Constitución. Buenos Aires, 23 de septiembre de 2012).
Política: «El vacío de amor a Dios no solo nos deshumaniza, sino que por ende nos despolitiza. Si no hay amor llega la falta de compromiso político. El amor, en cambio, impulsa el cuidado de lo común, sobre todo del bien común, y potencia y beneficia los bienes particulares. Una política que no es para los demás, sino pasión por el bien, termina siendo un mero racionalismo de la negociación que termina por devorarlo todo» (Homilía del Día de la Patria argentina, catedral de Buenos Aires, 25 de mayo de 2012).
Sobre la cultura actual: «Cuando no hay amor se adormece la conciencia […] y entregamos nuestra vida, y la de nuestros niños y jóvenes, a la ilusión destructiva de las drogas, legales e ilegales, al juego, a la medicación fácil, al cuidado fetichista del cuerpo... Caemos en el narcisismo y olvidamos a nuestros ancianos, que son entonces material descartable: lo que no sirve, se tira» (Tedeum del Día de la Patria argentina. Catedral de Buenos Aires, 25 de mayo de 2012).
La familia: «En la confusión actual aparece también el vínculo líquido, sin compromiso, como nuevo núcleo familiar para que siga produciendo sujetos desorientados que, de adultos, no saben amar […]. Ante esto no nos debe extrañar que se expanda la violencia, contra las mujeres, los niños e indefensos, y que crezca nuestra cobardía, nuestra capacidad de hacernos los distraídos» (Tedeum del Día de la Patria argentina. Catedral de Buenos Aires, 25 de mayo de 2012).
Matrimonio homosexual: «Está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso que se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios» (Buenos Aires, 8 de julio de 2010).
Medios de comunicación: «Los tres ingredientes de una buena crónica son: verdad, bondad y belleza, que son también el objetivo de la Iglesia. […] Les invito a conocer la verdadera naturaleza de la Iglesia, con sus virtudes y sus pecados, y las motivaciones espirituales que la guían y que son las más auténticas para comprenderla […]. Vuestro trabajo requiere sensibilidad y experiencia y una atención especial a la verdad» (Encuentro con los periodistas. El Vaticano, 16 de marzo de 2013).
Crisis económica: «Los obispos no pretendemos hacer un diagnóstico completo de la crisis […] pero sí señalar algunas de las enfermedades sociales más graves que padecemos, de reflejo político y económico, pero que tienen origen moral. La primera es el endiosamiento del Estado […] al que se le puede pedir cualquier cosa. Ahora en cambio cunde la ideología contraria: el envilecimiento del Estado, propio del más crudo liberalismo […] que procedió a vender las empresas del Estado, pero sin un diseño racional. No se tuvo en cuenta que este es un instrumento creado para servir al bien común y para ser garante de la equidad y la solidaridad […]. Otras dos enfermedades son la evasión de los impuestos y el despilfarro de los dineros públicos, que son dineros sudados por el pueblo» (Discurso ‘Queremos ser nación’, agosto de 2001).
Anestesia social: «Nos acostumbramos a ver hombres y mujeres de toda edad pidiendo o revolviendo la basura, a muchos ancianos durmiendo en las esquinas o en los umbrales de los negocios, a muchos chicos durante el invierno acostados sobre las rejillas de los “subtes” [el metro] para que les suba algo de calor […]. ¡Cuántas veces sus miradas reclamadoras nos hicieron bajar las nuestras para poder seguir de largo!»(Mensaje del Miércoles de ceniza, 25 de febrero de 2009).
La Curia vaticana: «Yo la veo y la vivo como un organismo de servicio […]. A veces llegan noticias no tan buenas, a menudo ampliadas y a veces manipuladas con amarillismo. […] La Curia tiene defectos, pero me parece que se subraya demasiado el mal y demasiado poco la santidad de tantísimas personas consagradas y laicas que trabajan allí» (Vatican Insider, 24 de febrero de 2012).
Proteger la Creación: «Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos “custodios” de la Creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente. No dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para “custodiar”, también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque precisamente de ahí salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura» (Homilía de la Misa de inicio del ministerio del Papa Francisco. Plaza de San Pedro del Vaticano, 19 de marzo de 2013).
El poder: «Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio. También el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la Cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad. Especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el Juicio final sobre la Caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Solo el que sirve con amor sabe custodiar» (Homilía de la Misa de inicio del ministerio del Papa Francisco. Plaza de San Pedro del Vaticano, 19 de marzo de 2013).
Diálogo: «Para dialogar hay que saber bajar las defensas, abrir las puertas de casa y ofrecer calidez humana. Son muchas las barreras que en lo cotidiano impiden el diálogo: la desinformación, el chisme, el prejuicio, la difamación, la calumnia. No caigamos en ellas. Ser cristiano es dialogar. Hablar con todos, sin miedo, sin querer convencer, escuchando» (Citado en La Verdad, 22 de marzo de 2013).