Rocío Lancho García
En el Año de la Misericordia el Papa envía sacerdotes que perdonarán los pecados reservados a la Sede Apostólica
¿Por qué hoy un Jubileo de la Misericordia? Simplemente porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Así lo explicó el Santo Padre Francisco en la homilía del día que se presentó la bula del Año de la Misericordia, que dará inicio el 8 de diciembre de 2015.
La semana pasada se presentaron y adelantaron algunos detalles --el calendario, los encuentros, la presencia en redes sociales-- de lo que será este año importante para la Iglesia. Uno de los gestos concretos que ha querido tener el Santo Padre es el envío de ‘misioneros de la misericordia’ a quienes el Papa dará la autoridad de perdonar también los pecados reservados a la Sede Apostólica.
Pero, ¿cuáles son esos pecados?, ¿qué condiciones hay para perdonarlos?, ¿por qué están reservados a la Sede Apostólica? A estas preguntas ha respondido a ZENIT, el profesor Davide Cito, de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de la Santa Cruz en Roma.
Cuando hablamos del perdón de pecados que están reservados a la Sede Apostólica nos referimos, haciendo referencia a la terminología en uso en el Código de 1917, a “pecados que comportan la pena automática de la excomunión cuya remisión está reservada a la Sede Apostólica, y que por tanto necesitan ser sometidos generalmente al juicio de la Penitenciaría Apostólica para ser absueltos”.
Asimismo, indica que entre estos pecados encontramos por ejemplo la profanación de las especies eucarísticas. También el pecado de aborto --añade-- implica una excomunión pero que no está reservada a la Sede Apostólica sino al obispo a un delegado suyo.
Sobre las “condiciones” para absolver de estos pecados son las mismas que se piden para la absolución de otros pecados , es decir “el arrepentimiento y el deseo de recomenzar en la vida cristiana”, afirma el profesor Cito. A propósito de la penitencia de estos pecados , observa que depende de las condiciones del penitente y de la situación en la que estos pecados se han cometido. “No está prevista una penitencia especial pero ciertamente debe manifestar el deseo sincero de retomar el camino cristianos”.
Este gesto del Santo Padre, de autorizar a estos “misioneros de la misericordia” perdonar estos pecados, al padre Cito le parece que es un gesto que pone en práctica lo que Francisco afirma en el número 3 de la Evangelii gaudium n. 3: ‘¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia’. Finalmente, explica que “es una forma de tocar con la mano la cercanía de la misericordia de Dios a pesar de la gravedad del pecado. Y es Dios que viene a nuestro encuentro una vez más”.