Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia
Se acaba de publicar un libro titulado “Experiments in Democracy”, del cual hace una amplia referencia, Luis Alonso, en el número de febrero de Investigación y Ciencia. Dado su interés, nos parece pertinente comentar algunos aspectos del mismo.
Desde el nacimiento de la primera niña por fecundación in vitro, Louise Brown, el 25 de julio de 1978, y como consecuencia de nuevas investigaciones, como pueden ser el uso de células madre embrionarias humanas, la clonación o las investigaciones sobre el embrión humano, se ha producido una profunda transformación de las ciencias de la vida, tanto en lo que afecta a los aspectos biológicos, como a la legislación, los aspectos éticos y la opinión pública.
En el libro de Benjamin Hurlbut, se hace una evaluación cronológica de la puesta a punto de diversos Comités de Bioética en Estados Unidos, al hilo de las experiencias con el embrión humano, que hemos comentado.
Primeros Comités estadounidenses de Bioética
Con ocasión de los primeros trabajos publicados en los años 60 se promovió la creación de los primeros Comités estadounidenses de Bioética, el primero de ellos el Consejo de Asesoramiento Ético, que se constituyó en 1979 y que tenía como objetivo revisar las propuestas de investigación sobre estas materias, valorando especialmente su incidencia ética en una sociedad plural en relación con las cuestiones morales. Dentro de sus objetivos, un tema fundamental fue la consideración del estatuto moral del embrión humano, llegando a la conclusión de que se podía experimentar con él hasta 14 días después de la fecundación. Este Consejo de Asesoramiento Ético se disolvió en 1980, coincidiendo con la reclamación de una moratoria sobre estas investigaciones, moratoria que duró hasta el año 1993.
En los años siguientes, se pusieron en marcha una serie de clínicas dedicadas a la procreación asistida, hasta alcanzar varios centenares, por las que pasaron miles de pacientes cada año. Para regular estas prácticas, la Sociedad Americana de Fertilidad puso a punto un Comité de Ética en 1985. Una de sus principales decisiones fue introducir el término preembrión, seguramente con la intencionalidad de eliminar en el embrión temprano su cualidad de ser vivo de nuestra especie, con la finalidad de poder manejarlo para experimentos sin ninguna cortapisa ética. Sin embargo, contrariamente a sus intenciones, y muy a favor de los que defendemos la vida humana, el debate se acentuó, al no aportar ninguna fundamentación científica suficiente sobre la naturaleza biológica del preembrión, habida cuenta de que no se puede demostrar que haya discontinuidad biológica en ese ser humano incipiente, desde la fecundación hasta el límite de 14 días que se había establecido.
El Congreso de los Estados Unidos puso fin a la moratorio a en 1994, promoviendo a la vez la creación del Grupo de Expertos sobre Investigación con Embriones Humanos, cuya finalidad fundamental era apoyar con financiación pública las investigaciones con embriones humanos.
Desde mediados de los años 90 hasta finales de 2001, año en el que terminó el mandato de Bill Clinton, se produjeron en este campo de investigación dos episodios fundamentales, la clonación de mamíferos y el cultivo de células madre embrionarias. Para regular estas prácticas se constituyó un nuevo comité, la Comisión Nacional de Asesoramiento en Bioética, creada por Clinton en 1996, posiblemente con la finalidad de promover una moral secular que sustituyera a la moral religiosa, con la intención de favorecer la aceptación de este tipo de investigaciones en una sociedad moralmente plural. En decir, se intentó crear un órgano institucional que conformara la opinión pública a favor de estas investigaciones.
A finales de 2001, George W. Bush, puso en marcha el Consejo Presidencial de Bioética, para tratar de regular las investigaciones que en esta área se estaban realizando.
Investigación sobre células embrionarias humanas
Junto a estas Instituciones federales surgieron otras en diferentes estados. Para fomentar este tipo de investigaciones, de las cuales, sin duda, la más significativa fue la propuesta californiana de financiar con 3000 millones de dólares la investigación sobre células embrionarias humanas. En relación con todo ello, hoy día, el aspecto más importante es la puesta a punto de la edición genética de embriones humanos, especialmente a partir de las experiencias realizadas en 2015[1] en la Universidad Sun Yat-sen, de Guangzhou, por las que se consiguió modificar genéticamente embriones humanos, utilizando el sistema CRISPR-Cas9. Estas experiencias suscitaron importantes dudas éticas, por lo que los autores, para solventarlas, utilizaron embriones humanos no viables, que habían sido producidos fecundando cada óvulo con dos espermatozoides, para que así el desarrollo embrionario no pudiera llegar a término. A pesar de ello, dichas experiencias suscitaron una importante reacción de la comunidad científica, que solicitó otra moratoria para este tipo de investigaciones.
Hasta aquí lo referido en el libro de Benjamín Hurlbut, que comentamos, pero los aspectos bioéticos relacionados con la utilización de CRISPR-Cas9 han seguido planteándose.
A pesar de la falta de consenso actual, y de los graves interrogantes éticos que suscita la edición genética germinal, cada vez más investigadores la están utilizando, y, al menos, se han publicado siete trabajos sobre ello. En efecto, tras el artículo comentado de 2015, se publicó un segundo trabajo en el que los embriones utilizados también tenían 3 pronúcleos[2], pero en todos los posteriores los embriones eran perfectamente viables[3],[4],[5],[6], lo que supone un paso adelante hacia la traslación de la edición genética germinal a la clínica. Como dato a resaltar, en el último de los trabajos referidos, los embriones fueron obtenidos por clonación, para ser utilizados expresamente en investigaciones biomédicas[7], lo que ha suscitado problemas éticos adicionales. Además, si bien los primeros estudios fueron realizados en China, donde la regulación de estas prácticas es más laxa, pronto otros países han decidido sumarse a esta carrera, en la que se está avanzando más deprisa de lo que la discusión bioética y el debate público pueden abarcar. Así, la autoridad británica de Fecundación y Embriología Humanas, aprobó en febrero de 2016 una solicitud del Francis Crick Institute para comenzar una línea de investigación en este sentido[8]. Esta investigación tiene como objetivo principal determinar qué genes son clave para el desarrollo embrionario, lo que propiciaría que en un futuro próximo se pudieran mejorar las técnicas de fecundación in vitro, así como desarrollar nuevos tratamientos para la infertilidad. Para salvar los escollos bioéticos que esta investigación plantea se determinó que los embriones modificados genéticamente fueron destruidos antes del séptimo día de desarrollo. Los primeros resultados se publicaron en octubre de 2017, enNature. En dicho estudio se utilizaron y destruyeron 54 embriones humanos.
Los interrogantes éticos que plantean estas experiencias son de suma gravedad. Pues, en primer lugar, al modificar el genoma en un estado de desarrollo tan temprano, estas modificaciones pueden ser transmitidas a la descendencia, lo que agrava los impredecibles problemas de seguridad existentes y pone en tela de juicio la importancia de exponer el patrimonio genético de la humanidad a estos riesgos. Además, miles de embriones humanos serán destruidos en estas investigaciones. Finalmente, utilizar CRISPR para estos fines podría acabar desprestigiando una técnica cuyas posibilidades en muchos otros ámbitos son altamente prometedoras.
1] Liang P, Xu Y, Zhang X, Ding C, Huang R, Zhang Z, et al. CRISPR/Cas9-mediated gene editing in human tripronuclear zygotes. Protein Cell. 2015; 6(5):363-72.
[2] Kang X, et al. Introducing precise genetic modifications into human 3PN embryos by CRISPR/Cas-mediated genome editing. J Assist Reprod Genet. 2016; 33(5):581-8.
[3] Genome engineering through CRISPR/Cas9 technology in the human germline and pluripotent stem cells. Vassena R, Heindryckx B, Peco R, Pennings G, Raya A, Sermon K, Veiga A. Hum Reprod Update. 2016 Jun;22(4):411-9.
[4] Tang L, Zeng Y, Du H, Gong M, Peng J, Zhang B, et al. CRISPR/Cas9-mediated gene editing in human zygotes using Cas9 protein. Molecular Genetics and Genomics. 2017; 292(3):525–33.
[5] Ma H, Marti-Gutierrez N, Park S, Wu J, Lee Y, Suzuki K, et al. Correction of a pathogenic gene mutation in human embryos. Nature. 2017; 548(7668):413–9.
[6] Fogarty NME, McCarthy A, Snijders KE, Powell BE, Kubikova N, Blakeley P, et al. Genome editing reveals a role for OCT4 in human embryogenesis. Nature. 2017;550(7674):67-73.
[7] Liang P, Ding C, Sun H, Xie X, Xu Y, Zhang X, et al. Correction of β-thalassemia mutant by base editor in human embryos. Protein Cell. 2017 Sep 23. doi: 10.1007/s13238-017-0475-6.
[8] https://www.crick.ac.uk/news/science-news/2016/02/01/hfea-decision/
[9] https://www.technologyreview.com/s/608350/first-human-embryos-edited-in-us/?set=608342
[10] https://www.nature.com/news/gene-editing-research-in-human-embryos-gains-momentum-1.19767