MARINA DROUJININA
La Oficina Central de Estadística de la Iglesia ha preparado una breve nota para cuantificar los flujos migratorios de sacerdotes entre continentes, según informa la edición de L’Osservatore Romano del 6 de julio de 2019.
El análisis concierne al clero diocesano y hace referencia a la situación estática observada en cuatro fechas: 1978, que sirve como año de referencia, 2005, 2013 y 2017.
La movilidad de los sacerdotes diocesanos en todo el mundo en 2017 afectó a algo menos de 19.000 personas, casi tanto como en 2013 y un 21,3% más que el movimiento migratorio detectado en 2005. Sin embargo, la comparación con 1978 muestra una disminución significativa del 25,9%.
A lo largo del período que se examina, África y Asia tuvieron saldos negativos, es decir, el número de sacerdotes diocesanos que llegaron de otros continentes sigue siendo inferior al número de sacerdotes que abandonaron ese continente.
Europa, en los años 2013 y 2017, y Oceanía, en los años 2005, 2013 y 2017, tuvieron una migración neta positiva. América es el continente que, en todo el período examinado, presenta un saldo migratorio neto positivo.
En el período 1978-2017, los flujos migratorios de sacerdotes diocesanos entre continentes ciertamente jugaron un papel importante, pero bastante limitado, en la Iglesia Católica, explica la nota. El fortalecimiento de los movimientos migratorios de los sacerdotes no puede excluirse en los próximos años.
El texto también añade que los organismos sacerdotales europeos y americanos son los más antiguos y están debilitados por unos índices de renovación muy bajos. En el futuro, los continentes asiático y especialmente el africano, donde los aspirantes al sacerdocio están creciendo significativamente, podrían reemplazar las funciones ejercidas hasta ahora por sacerdotes del viejo continente y de América del Norte, garantizando un renovado vigor a los grupos eclesiásticos.