7/06/20

Jesús es el modelo de los “pobres de espíritu”

El Papa ayer antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El pasaje evangélico de este domingo (cfr Mt 11, 25-30) está dividido en tres partes: primero Jesús alza un himno de bendición y de agradecimiento al Padre, porque ha revelado a los pobres y a los sencillos los misterios del Reino de los cielos; después desvela la relación íntima y singular que hay entre Él y el Padre; y finalmente invita a acudir a Él y a seguirlo para encontrar alivio.
El primer lugar, Jesús alaba al Padre, porque ha ocultado los secretos de su Reino y de su verdad ocultado “a los sabios e inteligentes” (v. 25). Los llama así con un velo de ironía, porque presumen que lo son y por tanto tienen el corazón cerrado, la verdadera sabiduría viene también del corazón, no es solamente comprender ideas, la sabiduría también entra en el corazón . Si tu sabes tantas cosas y tienes el corazón cerrado, no eres sabio. Jesús dice que los misterios de su Padre han sido revelados a los “pequeños”, a los que se abren con confianza a su Palabra de salvación, sienten la necesidad de Él y esperan todo de Él. El corazón abierto, es confiado hacia el Señor.
Después, Jesús explica que ha recibido todo del Padre. Lo llama “mi Padre”, para afirmar la unicidad de su relación con Él. De hecho, solo entre el Hijo y el Padre hay total reciprocidad: el uno conoce al otro, el uno vive en el otro. Pero esta comunión única es como una flor que se abre, para revelar gratuitamente su belleza y su bondad. Y de aquí la invitación de Jesús: “Venid a mí…” (v. 28). Él quiere donar lo que toma del Padre, quiere darnos la verdad, la verdad de Jesús siempre es equidad, es un don, es el Espíritu Santo, la Vida.
Como el Padre tiene una preferencia por los “pequeños”, también Jesús se dirige a los “fatigados y sobrecargados”. Es más, se pone él mismo en medio de ellos, porque Él es el “manso y humilde de corazón” (v. 29), así dice que es Él. Como en la primera y en la tercera bienaventuranza, la de los humildes o pobres de espíritu; y la de los mansos (cfr Mt 5, 3-5), la mansedumbre de Jesús, no es un modelo para los resignados ni simplemente una víctima, sino que es un Hombre que vive “de corazón” esta condición en plena transparencia al amor del Padre, es decir al Espíritu Santo. Él es el modelo de los “pobres de espíritu” y de todos los otros “bienaventurados” del Evangelio, que cumplen la voluntad de Dios y testimonian su Reino. Después Jesús dice que si vamos donde Él encontraremos alivio.
El “descanso” que Cristo ofrece a los cansados y oprimidos no es un alivio solamente psicológico o una limosna donada, sino la alegría de los pobres de ser evangelizados y constructores de la nueva humanidad, este es el descanso, la alegría, la alegría que nos da Jesús, es única, es la alegría que tiene Él mismo. Es un mensaje para todos los hombres de buena voluntad, que Jesús dirige todavía hoy en un mundo que exalta a quien se hace rico y poderoso, cuantas veces decimos: yo querría ser como aquél, como aquella, rico que tiene tanto poder, que no le falta nada. El mundo exalta al que se hace rico y poderosos sin importar con qué medios, y a veces pisando a la persona humana y su dignidad, y esto lo vemos todos los días, los pobres pisoteados Y es un mensaje para la Iglesia, llamada a vivir las obras de misericordia y a evangelizar a los pobres, a ser mansa, humilde, así el Señor quiere que sea su Iglesia
María, la más humilde y la más alta entre las criaturas, implore a Dios para nosotros la sabiduría del corazón, para que sepamos discernir sus signos en nuestra vida y ser partícipes de esos misterios que, ocultos a los soberbios, son revelados a los humildes.
Después del Ángelus 
Queridos hermanos y hermanas,
esta semana el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha adoptado una resolución que predispone algunas medidas para afrontar las devastadoras consecuencias del virus COVID-19, particularmente para las zonas que ya son escenario de conflictos. Es encomiable la petición de un alto el fuego global e inmediato, que permitiría la paz y la seguridad indispensables para proporcionar la asistencia humanitaria tan urgentemente necesaria. Deseo que tal decisión se implemente de forma efectiva y rápida por el bien de tantas personas que están sufriendo. Que esta resolución del Consejo de Seguridad pueda convertirse en un primer paso valiente para un futuro de paz.
Saludo de corazón a todos vosotros, romanos y peregrinos de diferentes países. Saludo en particular a los polacos: ¡bienvenidos!, y bendigo la gran peregrinación de la familia de Radio María al Santuario de Częstochowa, que tendrá lugar el próximo sábado, en el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II, con el lema “He encomendado todo a María”. Una bendición a esa peregrinación.
Y a todos deseo un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!