Zuleyvic Adriana Cuicas
Ya sabrás que el trabajo del agricultor es abnegado, pero cuando llega el tiempo de la cosecha la satisfacción resulta maravillosa. Solo imagina cosechar todo ese amor que sembraste en ese corazón tan puro como el de tu hijo
Todo buen agricultor sabe que antes de sembrar es necesario preparar la tierra, limpiarla de malas hierbas, piedras, plagas, entre otros factores que puedan impedir, que una semilla germine; por fortuna no hay tierra más pura y fértil que el corazón de un niño, por eso no lo dudes más, siembra ya esa semilla que tu hijo tendrá que cultivar toda la vida.
Las alegorías entre el corazón humano -o algunas situaciones de la vida- y el trabajo de la tierra son además de bonitas, ilustrativas. Ya recordarás esa historia “de la semillita” que algunos padres contaban para satisfacer la curiosidad de un niño por saber de dónde vienen los bebés. Jesús El Nazareno también usó como ejemplo la alegoría de la tierra que va a ser cultivada, la cual comparó con el corazón humano; lo hizo para que los seres humanos limpiaran su corazón y allí germinara la palabra que él predicaba.
Ese es un buen ejemplo, sobre todo cuando revisamos el corazón de un niño en donde hay tierra virgen lista para ser germinada, no hay que limpiar ese corazón de cosas malas porque está puro y por eso debes estar atenta a qué semilla estás sembrando, procura siempre elegir semillas buenas para que su corazón cultive siempre virtudes.
Siembra semilla buena
La pureza del corazón de un niño es indiscutible, está presta para cualquier enseñanza y son sus padres y allegados quienes deben ser conscientes de elegir las mejores semillas: La de la verdad, la de la justicia, la de la compasión, la de la igualdad, la de la solidaridad, la de la ternura… ¡la del amor!
Esa semilla –sembrada con cariño- debe ser cuidada, tal como un agricultor cuida su siembra; ese cuidado requiere de esfuerzo diario, el riego bien puede estar lleno de palabras dulce, el abono puede ser el ejemplo que les das a tus hijos con tu comportamiento.
Ya sabrás que el trabajo del agricultor es abnegado, pero cuando llega el tiempo de la cosecha la satisfacción resulta maravillosa. Solo imagina cosechar todo ese amor que sembraste en ese corazón tan puro como el de tu hijo.
Y así como hay semillas buenas, en esa tierra tan fértil también pueden caer semillas malas como la de la mentira, la envidia, la injusticia, el egoísmo. A veces esas semillas, tal como la mala hierba, no necesitan de mucho cuidado para crecer y hacerse de la tierra que hay en el corazón de un niño, así que como mamá debes estar muy atenta a los ejemplos de comportamiento que recibe tu hijo y a los ambientes y antivalores a los que está expuesto.
Nadie está exento de la exposición a los antivalores, incluso no es necesario salir de casa para ver algunos errores o fallas de comportamiento, todos los seres humanos tienen miles de defectos y virtudes; la cuestión está en aclararle al niño qué es lo correcto y qué no y que como madre elijas siempre sembrar la semilla buena y tratar de erradicar las malas.
7 ejemplos de cómo sembrar esa semilla
Es muy muy importante que todos las madres y padres comprendan que los niños aprenden más que con palabras, con ejemplos, aunque una buena combinación de ambas (palabras + ejemplos) pueden ayudarte a cosechar los mejores valores. Además piensa que los buenos frutos también dan nuevas semillas y tu hijo puede multiplicar el amor que en él sembraste.
Aquí hay 7 consejos que la autodenominada “mamá multitareas” Katiuska Figuera publicó, estos te puede servir para sembrar valores:
Habla con tu hijo sobre el valor de la honestidad y la verdad. Explícale que las personas que mienten no son confiables, y aquellos que no son de confiar no son queridos. Enseña con el ejemplo y haz que toda la familia sea honesta. Si insistes en la honestidad en toda tu familia, el niño aprenderá este valor desde muy pequeño.
Explícale a tu hijo qué es la integridad y cómo influye en su vida diaria. Explícale que la integridad implica que la gente puede creerte cuando dices algo. En otras palabras, el valor anticuado de “tu palabra es tu vínculo” aún es extremadamente importante.
Supervísalo mientras juega con otros niños. Enséñale a compartir juguetes y el valor del juego limpio. Enseñarles a los niños sobre el juego limpio ayudará a que se conviertan en adultos justos.
Enseña a tu niño cómo ser un buen amigo. Explícale la diferencia entre un verdadero amigo y los conocidos. Enseñándole a tu hijo cómo ser buen amigo, también le estarás inculcando el valor de la fidelidad y el respeto.
Inculca la empatía y la compasión por el prójimo. Enséñale a un niño a ponerse en el lugar de otro, a ser capaz de sentir lo que otra persona siente. Por ejemplo, puedes preguntar “¿Cómo te sentirías si te insultaran?” para enseñarle el valor de la empatía. Para inculcar la compasión, puedes decir “oh dios, supongo que su brazo le duele mucho”. Si sientes compasión y empatía, tu niño lo aprenderá en base a tu ejemplo.
Mira una película o programa televisivo con tus niños. Cuando se muestre un comportamiento o lenguaje inaceptable, debate con el niño. Enséñale qué es inaceptable para ti y para otros. Si la película muestra gente ligera de ropa, explícale al niño por qué ese tipo de comportamiento es inaceptable. Cuando mires una película o programa televisivo con niños, siempre explícales cuáles son los comportamientos inaceptables, y provee razones.
Haz que tu niño se sienta responsable si ha hecho algo mal. Explícale qué es lo que ha hecho mal, y por qué está mal. Enséñale que sus acciones tienen consecuencias. Es una lección valiosa para todos, y ayuda a que el niño piense en las consecuencias antes de actuar.
Fuente: eresmama.com/