Francisco Otamendi
El Santo Padre comenzaba 2023 con un tema que ha considerado “urgente y decisivo”, y como diría en alguna sesión de catequesis de los miércoles, en concreto el 15 de febrero: “El tema que hemos elegido es: ‘La pasión de evangelizar, el celo apostólico’. Porque evangelizar no es decir: ‘Mira, bla bla bla’ y nada más; hay una pasión que te involucra completamente: la mente, el corazón, las manos, los pies… todo, toda la persona está involucrada con la proclamación del Evangelio, y por esto hablamos de pasión de evangelizar”.
Enseguida, el Papa tuvo interés en precisar que “desde el principio debíamos distinguir esto: ser misionero, ser apostólico, evangelizar no es lo mismo que hacer proselitismo, no tiene nada que ver una cosa con la otra”. “Se trata de una dimensión vital para la Iglesia, la comunidad de los discípulos de Jesús nace apostólica y misionera, no proselitista. […] El Espíritu Santo la plasma en salida -la Iglesia en salida, que sale-, para que no se repliegue en sí misma, sino que sea extrovertida, testimonio contagioso de Jesús -también la fe se contagia-, orientada a irradiar su luz hasta los últimos confines de la tierra”.
Poco más adelante, tras haber visto en sendas sesiones a Jesús como “el modelo” y “el maestro” del anuncio, pasó a los primeros discípulos y al “protagonista del anuncio: el Espíritu Santo”. El 22 de febrero señaló: “Reflexionamos hoy sobre las palabras de Jesús que acabamos de escuchar: ‘Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Santo Espíritu’ (Mt 28, 19). Id —dice el Resucitado—, no a adoctrinar, no a hacer proselitismo, no, sino a hacer discípulos, es decir, a dar a todos la oportunidad de entrar en contacto con Jesús, de conocerlo y amarlo libremente”.
Enseguida añadió que bautizar es la inmersión en la Trinidad: “Id ‘bautizando’: bautizar significa sumergir y, por tanto, antes de indicar una acción litúrgica, expresa una acción vital: sumergir la propia vida en el Padre, en el Hijo, en el Espíritu Santo; experimentar cada día la alegría de la presencia de Dios que está cerca de nosotros como Padre, como Hermano, como Espíritu que actúa en nosotros, en nuestro propio espíritu. Bautizar es sumergirse en la Trinidad”.
En su catequesis, el Pontífice subrayó que sólo con la fuerza del Espíritu Santo se puede llevar la misión de Cristo: “Cuando Jesús dice a sus discípulos —y también a nosotros—: ‘¡Id!’, no comunica sólo una palabra. No. Comunica también el Espíritu Santo, porque es sólo gracias a Él, al Espíritu Santo, que se puede recibir la misión de Cristo y llevarla adelante (cfr. Jn 20, 21-22). Los Apóstoles, en efecto, permanecen encerrados en el Cenáculo por miedo hasta que llega el día de Pentecostés y desciende sobre ellos el Espíritu Santo (cfr. Hch 2, 1-13). Y en ese momento desaparece el miedo y con su fuerza esos pescadores, en su mayoría analfabetos, cambiarán el mundo. El anuncio del Evangelio, por tanto, se realiza sólo en la fuerza del Espíritu, que precede a los misioneros y prepara los corazones: Él es ‘el motor de la evangelización’”.
Por qué, qué y cómo anunciar
1) “Por qué anunciar. La motivación está en cinco palabras de Jesús que nos hará bien recordar: ‘Gratis lo recibisteis; dadlo gratis’. Son cinco palabras. ¿Pero por qué anunciar?”, se preguntó el Papa en febrero. He aquí la respuesta: “Porque gratuitamente yo he recibido y debo dar gratuitamente. El anuncio no parte de nosotros, sino de la belleza de lo que hemos recibido gratis, sin mérito: encontrar a Jesús, conocerlo, descubrir que somos amados y salvados.
Es un don tan grande que no podemos guardarlo para nosotros, sentimos la necesidad de difundirlo; pero con el mismo estilo, es decir con gratuidad. […] Éste es el porqué del anuncio. Ir y llevar la alegría de lo que nosotros hemos recibido”.
2)“¿Qué anunciar? Jesús dice: ‘Id proclamando que el Reino de los cielos está cerca’. Esto es lo que hay que decir, ante todo y siempre: Dios está cerca. Nunca olvidemos esto. La cercanía es una de las cosas más importantes de Dios. Son tres cosas importantes: cercanía, misericordia y ternura”, manifestó Francisco.
3) “¿Cómo anunciar: con nuestro testimonio”. “Es el aspecto sobre el cuál Jesús se explaya más: cómo anunciar, cuál es el método, cuál debe ser el lenguaje para anunciar”, reflexionó el Papa. “Es significativo: nos dice que la forma, el estilo es esencial en el testimonio. El testimonio no involucra solamente la mente y decir alguna cosa, los conceptos: no. Involucra todo, mente, corazón, manos, todo, los tres lenguajes de la persona: el lenguaje del pensamiento, el lenguaje del afecto y el lenguaje de la acción. Los tres lenguajes”.
El Santo Padre formuló y respondió aquí una pregunta clave: “¿Y cómo mostramos a Jesús? Con nuestro testimonio. Y finalmente, yendo juntos, en comunidad: el Señor envía a todos los discípulos, pero nadie va solo. La Iglesia apostólica es enteramente misionera y en la misión encuentra su unidad. Por tanto: id mansos y buenos como corderos, sin mundanidad, e ir juntos. Aquí está la clave del anuncio, esta es la clave del éxito de la evangelización”.
Evangelii nuntiandi, de san Pablo VI
El 22 de marzo, unos días antes de comenzar a presentar los testigos y sus testimonios, el Papa Francisco había dedicado su catequesis a la que denominó “‘carta magna’ de la evangelización en el mundo contemporáneo: la exhortación apostólica ‘Evangelii nuntiandi’ de san Pablo VI (8 de diciembre de 1975)”.
“Es actual, fue escrita en 1975, pero es como si hubiera sido escrita ayer”, subrayó el Pontífice. “La evangelización es más que una simple transmisión doctrinal y moral. Es en primer lugar testimonio: no se puede evangelizar sin testimonio; testimonio del encuentro personal con Jesucristo, Verbo Encarnado en el cual la salvación se ha cumplido. Un testimonio indispensable porque, ante todo, el mundo necesita ‘evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente’”.
“No es transmitir una ideología o una ‘doctrina’ sobre Dios, no”, precisó el Santo Padre citando a san Pablo VI. “Es transmitir a Dios que se hace vida en mí: esto es dar testimonio; y además porque ‘el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, […] o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio’. El testimonio de Cristo, por tanto, es al mismo tiempo el primer medio de la evangelización, y condición esencial para su eficacia, para que sea fructuoso el anuncio del Evangelio. Ser testigos”.
Evangelización, ligada a la santidad
Finalmente, el Papa Francisco citó y comentó unas palabras de san Pablo VI: el celo por la evangelización brota de la santidad. “En este sentido, el testimonio de una vida cristiana conlleva un camino de santidad, basado en el Bautismo, que nos hace ‘partícipes de la divina naturaleza, y, por lo mismo, realmente santos’ (Const. dogm. Lumen gentium, 40). Una santidad que no está reservada a pocos; que es don de Dios y requiere ser acogido y que fructifique para nosotros y para los demás. Nosotros elegidos y amados por Dios, debemos llevar este amor a los otros. Pablo VI enseña que ‘el celo por la evangelización’ brota de la santidad, brota del corazón que está lleno de Dios”.
“Alimentada por la oración y sobre todo del amor por la Eucaristía, la evangelización a su vez hace crecer en santidad a la gente que la realiza. Al mismo tiempo, sin la santidad la palabra del evangelizador ‘difícilmente abrirá brecha en el corazón de los hombres de este tiempo’, sino que ‘corre el riesgo de hacerse vana e infecunda”, añadió.
“Entonces, debemos ser conscientes que los destinatarios de la evangelización no son solamente los otros, aquellos que profesan otros credos o que no los profesan, sino también ‘nosotros mismos’, creyentes en Cristo y miembros activos del Pueblo de Dios”, manifestó el Papa. “Y debemos convertirnos cada día, acoger la palabra de Dios y cambiar de vida: cada día. Y así se hace la evangelización del corazón. Para dar este testimonio, también la Iglesia en cuanto tal debe comenzar con la evangelización de sí misma”.
Fuente: omnesmag.com