José María Montiu de Nuix
Urge, volver a la luz, a la felicidad, a la alegría, ¡redescubrir a la Iglesia católica!
Es obvio que es importantísimo que las personas tengan valores. Mucho le faltaría a un gran técnico que careciera de ellos. Toda persona madura conoce la jerarquía de bienes que estructura la realidad. Sabe que el ser humano ocupa un escalón, o grado, muy destacado, en la escala de los seres. Capta que interesa mucho conocer la verdad del hombre, su dignidad, y sus derechos. El más fundamental de éstos es el derecho a la vida. Éste, abraza desde la concepción, que es el momento de la fecundación, hasta la llegada de la muerte natural, como establece el pensamiento riguroso, conforme a la ciencia. La Iglesia es la gran defensora del derecho a la vida. A este derecho se opone el aborto provocado y la eutanasia.
La ilustración no cristiana, que quiso enfrentar la razón a la fe, sigue influyendo en Occidente. Es muy frecuente que en las aulas de centros públicos de enseñanza no se den valores, y se silencie la fe, e incluso que, a veces, se la combata explícitamente. Se logra así un hondo vacío cultural y religioso.
Este hueco favorece que, esos alumnos, al devenir profesionales, se sumerjan excesivamente en lo material. Es decir, participen del materialismo práctico, en el sentido de que den poco espacio a lo espiritual. Así, también, que descuiden un tanto su relación con Dios. Esto es, que participen del ateísmo práctico o de vivir como si Dios no existiera. No son cosas de poca importancia. Pues, un mundo materialista y ateo no es un mundo civilizado.
A ese vacío cultural y religioso se superpone la influencia de medios de comunicación que no guardan una buena relación con la Iglesia. El vacío puede ser rellenado con programas de partidos políticos y de ideologías que se encuentren en dicha línea ilustrada. Muchas de estas corrientes rechazan a la Iglesia de modo meramente destructivo. Esto es, sin ofrecer, a cambio, ninguna cosa, o nada valioso. Destruyen, no construyen. Rechazan, no proponen. Siempre negativos, nunca positivos. No raramente éstos, que se presentan como sabios, y silencian a la Iglesia, y la denuncian como oscurantista, lo que proponen es aborto, eutanasia, ideología de género, etc. Pero, la ideología de género ya ha fracasado en Inglaterra. Ya, los políticos ingleses están desdiciéndose de ella. Pues, aumenta el número de los que, operados de jóvenes, con el paso de los años han llegado a darse cuenta de la terrible injusticia de la que han sido objeto, y, por ello, han denunciado a destacados políticos que promovieron esta ideología.
La masonería es una de las ideologías más críticas para con la Iglesia. También se cree a sí misma como muy sabia y ve a la Iglesia como oscurantista. Los masones han promovido el aborto, la eutanasia, la paganización, etc. Habiéndose infiltrado en grandes organismos internacionales, como la ONU, han dejado ahí su marca, que es abortista, etc.
En el fondo lo que hay sobre el tapete es elegir entre una alternativa abortista y la Iglesia, que nunca puede aceptar el aborto. Es la elección entre la cultura de la vida y la cultura de la muerte.
Ha habido, pues, un gran retroceso en el discurso lógico sobre el derecho a la vida. Siguen unas ilustraciones al respecto. Un día el refugio pro – vida, que está enfrente de la mayor clínica abortista de Madrid, apareció con pintadas tildándoles de nazis. Pero, esto es absurdo. Pues, allí, en vez de, como Hitler, suprimir las vidas, salvan vidas de niños. Como sacerdote, me he encontrado reiteradamente con mujeres muy desconsoladas, porque se han dado cuenta de la barbaridad que ellas han cometido abortando. Algunos políticos les habían dicho que abortar era un derecho. Pero, lo único que han conseguido es llorar. En un mundo tan absurdo no es extraño que se exalte a partidos muy desastrados y se rechace a la Iglesia. Pues, al mal se le llama bien, y al bien se le llama mal.
La fe, pero, es la fe de verdad, la fe auténtica. Es evidente que vivir según la religión revelada es regirse por la fe revelada, por lo que Dios nos ha dicho. Pero, hay algunos que, autoetiquetándose de católicos, se construyen una religión a la carta, tomando como ingredientes lo que quieren, o lo que desean, o lo que opinan, o lo que les parece. Así, por ejemplo, algunos se dicen católicos, y, en cambio, cuando están a las puertas de la muerte, aún si necesitan confesarse, no llaman a ningún sacerdote. Pero, Santiago Carrillo, que fue muy anticlerical y destacado dirigente del Partido Comunista español, cuando se estaba muriendo pidió a los de su casa que fueran a llamar a tal sacerdote, que resultaba ser del Opus Dei, para que le confesara. También su anticlerical compañera de partido político, la famosa Pasionaria, cuando llegó la hora de la verdad, se arrepintió y pidió confesarse. Así, ambos murieron confesados. De manera que, éstos, antes tan anticlericales, murieron más católicamente, en cuanto que murieron confesados, que aquellos que, llamándose católicos, pretenden una religión a la carta, como quién elige un menú, y, al mismo tiempo, mueren impenitentes.
Un día vino a verme un joven que durante un tiempo había estado apartado de la fe. Me dijo que se había hecho consciente de que lo habían engañado. Pues, había logrado darse cuenta de que las críticas que él había oído contra la religión católica eran absurdas. A partir de entonces se había puesto a investigar si la religión católica era la religión verdadera. Así, empezó un camino de conversión, de oración, y de profundización en el conocimiento de la fe. Muchos, como este chico, habrían de darse cuenta de que al procurar separarles de la fe les han engañado, y tener la personalidad de ponerse a investigar cuál es la verdad. Todos habrían de plantearse los grandes interrogantes y procurar dar con sus soluciones.
En suma, la labor destructiva contra la Iglesia ha logrado engañar a muchos. La Iglesia católica, la gran defensora de la vida, es la luz en medio de un mundo actual que vive sumergido en tupidas tinieblas. ¡Es el sol resplandeciente que, donde llega su benéfica influencia, lo recubre todo de flores y de cantos! Urge, volver a la luz, a la felicidad, a la alegría, ¡redescubrir a la Iglesia católica!.
Fuente: exaudi.org