Álex Navajas
Tras recorrer a pie 1.200 kilómetros de la emblemática ruta de peregrinación del norte de España, unos judíos crean un itinerario similar en Tierra Santa
Los polvorientos caminos de Judea, Galilea y Samaria fueron recorridos, tras la muerte de Jesús, por miles de peregrinos que querían pisar por donde él había pisado hasta llegar a Jerusalén. Era el siglo IV: el cristianismo se había convertido en la religión oficial del imperio romano y santa Elena, madre del emperador Constantino, había peregrinado a Tierra Santa para localizar y después dignificar los Santos Lugares. Desde ese momento, miles de fieles cristianos de todo el orbe comenzaron a peregrinar hasta Jerusalén.
Todo esto cambió a partir del año 637, cuando el califa Omar sitió y tomó la ciudad. Unos años antes, en 614, ya había sido arrasada por un ejército sasánida al mando de Shahrbaraz, donde hay testimonios que aseguran que 90.000 cristianos fueron pasados a cuchillo. Bajo el nuevo poder musulmán, las peregrinaciones a los Santos Lugares prácticamente desaparecieron, y no se reanudaron hasta que los cruzados recuperaron Jerusalén en 1099. Su presencia, sin embargo, duró poco más de un siglo, hasta que Saladino conquistó nuevamente la ciudad para el Islam.
Las antiguas rutas que los peregrinos recorrían tras las huellas de Jesús prácticamente cayeron en el olvido, hasta que, en 2021, Golan Rice y Yael Tarasiuk-Nevo tuvieron una sorprendente idea. Golan residía por entonces precisamente en Madrid, donde trabajaba para el departamento de seguridad de El Al, las líneas aéreas israelíes. Le habían hablado en numerosas ocasiones del Camino de Santiago y, después de unos momentos turbulentos en su vida, decidió renunciar a su trabajo y emprenderlo desde Roncesvalles. A pesar de que él no es cristiano, sino judío, la experiencia le marcó a fuego. «Fue un momento de cambio total, de crecimiento, de espiritualidad», confiesa. «El Camino no te juzga; te acepta como eres», observa.
Comenzó a subir sus reflexiones, fotografías y experiencias a Facebook, y vio cómo despertaban un enorme interés entre sus amigos y familiares. «La gente quería saber más, y no paraba de hacerme preguntas», asegura. Fue entonces cuando le asaltó una pregunta: «¿Cómo puede ser que no haya un Camino a Jerusalén, si hay uno a Santiago?». «Jerusalén es el lugar más importante para el cristiano, el judío, el musulmán, el ateo, el arqueólogo…», prosiguió Golan en su reflexión.
Fascinada por Egeria
Un año más tarde decidió hacer otra vez el Camino de Santiago, pero esta vez partiendo desde un lugar poco habitual para iniciarlo: Cádiz. A lo largo de 43 jornadas y 1.200 kilómetros de ruta ascendiendo por la Vía de la Plata, Golan seguía madurando su idea. Todas sus inquietudes las comentaba con su amiga Yael, una antigua compañera de El Al y que ahora trabajaba en una asociación benéfica ayudando a mujeres víctimas de violencia doméstica.
Yael descubrió entonces la figura de Egeria, una mujer hispana verdaderamente piadosa, inquieta, decidida, curiosa y muy valiente que peregrinó en el siglo IV hasta Tierra Santa. Su cuaderno de viaje es el más antiguo de la historia, redactado con naturalidad y expresiones sencillas. Yael le narró a una de las mujeres con las que trabajaba la experiencia de la peregrina hispana «y quedó absolutamente fascinada». «Ahí me di cuenta de la fuerza del testimonio de Egeria, de lo motivadora que es su historia: una mujer que partió sola y superó todas las adversidades», subraya Yael. «Se trataba de un ejemplo tremendamente motivador para estas mujeres que habían sufrido malos tratos», agrega.
A la vuelta de su segundo Camino de Santiago, Golan terminó de pergeñar un libro sobre su peregrinación, que nuevamente fue recibido con muchísimo interés y curiosidad en Israel. Golan y Yael, decididos ya a establecer algo similar en Tierra Santa, se pusieron en contacto con diversos expertos de distintas universidades para estudiar por dónde habían discurrido los antiguos caminos que los peregrinos recorrían para llegar hasta Jerusalén. Le presentaron el proyecto incluso al cardenal Pierbattista Pizzaballa, el patriarca latino de Jerusalén, que «se mostró muy interesado y les garantizó su apoyo».
Por fin terminaron de trazar el itinerario que recorre 112 kilómetros en 6 días desde el puerto de Jaffa hasta Jerusalén. Su idea es prolongarlo más, hasta los cerca de 450 kilómetros, pero por ahora se han centrado en esta primera parte de 112 kilómetros que han denominado «el Camino del Silencio».
El Camino de Jerusalén no está, por el momento, tan desarrollado como su homólogo de Santiago: No se encuentra señalizado, por lo que hay que hacerlo acompañado de un guía; apenas lo han completado unos centenares de peregrinos y, por supuesto, son pocos los que aún lo conocen. Pero ha tomado muchas ideas del Camino español: los caminantes portan una credencial que van sellando al finalizar cada etapa; hay una pequeña infraestructura de albergues para pernoctar ─conventos, monasterios, algún colegio─ y supone una experiencia de introspección y meditación. «Te hace una persona mejor», aseguran sus promotores. «Está abierto a todos: cristianos, judíos, musulmanes o no religiosos. Nuestro sueño es que todos ellos caminen juntos, conversen, se conozcan y se respeten», subrayan. «Estamos convencidos de que la paz llegará a Israel a través de este Camino», enfatizan.
El Camino de Jerusalén tiene una web en español e inglés con toda la información necesaria para emprenderlo.
Fuente: eldebate.com