Antonio Bascones
Catilina se lanzó a la batalla y murió en ella, pero la República ya estaba herida de muerte. ¿Con su muerte se limpió su pasado? No lo creo
Hasta cuándo tenemos que soportar este calvario moral y destructor de los valores que recibimos, del legado histórico que nuestras familias nos dejaron en un patrimonio cuidado durante muchos años. Hasta cuándo tenemos que mantener nuestra paciencia en este proceloso viaje. Es que no hay fin a una continuada falsedad de los acontecimientos, a una mudanza en el pensamiento y en las ideas. Todo sea por la consecución de unos objetivos virulentos que lo único que hacen es socavar los basamentos éticos de una sociedad en continuo cambio, a punto de sumirse en el relativismo irredento, que hace que todo nos importe, en lenguaje coloquial y permítanme la digresión vulgar, una higa.
Catilina nunca tuvo castigo por sus crímenes. Persona de una gran depravación y maldad, intentó un golpe de Estado y cargarse la República. Estuvo a punto de conseguirlo, pero afortunadamente, no pudo. Prometió la anulación de las deudas y la persecución de los ricos, al tiempo que pensaba otorgar puestos de responsabilidad a sus partidarios. A sus enemigos ni agua, a sus amigos todo. Durante un tiempo extendió su vileza por aquello que tocaba. Su mezquindad no tenía límites. Era ingrato con sus amigos, despiadado hasta la náusea, cruel en sus decisiones. Nada ni nadie le paraba cuando había decidido eliminarle. Sus mentiras iban de uno a otro lado con sus decisiones, con sus respuestas, con sus actuaciones. Y todo con la magnificencia de su cargo y la ostentación de la que hacía gala. Un narcisismo propio de su personalidad.
Cicerón pronunció sus famosas catilinarias y Catilina, ensoberbecido por lo que consideraba un ataque a su majestuosa personalidad, salió de la ciudad con la idea de unirse a sus fuerzas. Se lanzó a la batalla y murió en ella, pero la República ya estaba herida de muerte. ¿Con su muerte se limpió su pasado? No lo creo. Este persistió y sus estragos se mantuvieron. Cicerón intentó por todos los medios luchar contra esta persona y tratar de contrarrestar la gloria de la que Catilina hacía gala.
¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?
Fuente: eldebate.com