“Sed piedras vivas”
Intervención del Papa con motivo del Ángelus 30 de junio
Queridos hermanos y hermanas:Hoy celebramos solemnemente a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, Patronos especiales de la Iglesia de Roma: Pedro, el pescador de Galilea, que “primero confesó la fe en Cristo... y constituyó la primera comunidad con los justos de Israel”; Pablo, el antiguo perseguidor de los cristianos, “que iluminó las profundidades del misterio... el maestro y doctor, que anunció la salvación a todas las gentes” (Cf. Prefacio de la Misa de hoy). En una homilía suya a la comunidad de Roma, el Papa San León Magno afirmaba: “Éstos son tus Padres y verdaderos Pastores, que te han fundado para que te insertaras así en el reino celeste” (Sermo I in Nat. App Petri et Pauli, c I, PL 54,422). Con ocasión de esta fiesta, quisiera dirigir un caluroso y especial saludo, unido a los fervientes votos de felicitación, a la comunidad diocesana de Roma, que la Providencia divina ha confiado a mis cuidados, como sucesor del apóstol Pedro. Es un saludo que extiendo gustoso a todos los habitantes de nuestra ciudad y a los peregrinos y turistas que en estos días la están visitando, coincidiendo también con la clausura del Año Paulino.¡Queridos hermanos y hermanas, el Señor os bendiga y proteja por intercesión de los Santos Pedro y Pablo! Como vuestro Pastor, os exhorto a permanecer fieles a la vocación cristiana y a no conformaros a la mentalidad de este mundo -como escribía el Apóstol de los gentiles precisamente a los cristianos de Roma-, sino a dejaros siempre transformar y renovar por el Evangelio, para seguir lo que es verdaderamente bueno y agradable a Dios (Cf. Rm 12,2). Por esto rezo constantemente, para que Roma mantenga viva su vocación cristiana no sólo conservando inalterado su inmenso patrimonio espiritual y cultural, sino también para que sus habitantes puedan traducir la belleza de la fe recibida en formas concretas de pensar y actuar, y ofrezcan así, a cuantos, por distintas razones, llegan a esta Ciudad, una atmósfera llena de humanidad y de valores evangélicos. Por tanto -en palabras de san Pedro- os invito, queridos hermanos y hermanas discípulos de Cristo, a ser “piedras vivas”, compactas alrededor de Él, que es la “piedra viva, rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa ante Dios” (Cf. 1 Pe 2,4).La solemnidad de hoy reviste también un carácter universal: expresar la unidad y la catolicidad de la Iglesia. Por eso cada año, en esta fecha, vienen a Roma los nuevos Arzobispos Metropolitanos a recibir el Palio, símbolo de comunión con el Sucesor de Pedro. Renuevo por tanto mi saludo a los hermanos en el Episcopado por los cuales he llevado a cabo esta mañana en la Basílica este gesto y a los fieles que les han acompañado. Saludo también con viva cordialidad a la Delegación del Patriarcado de Costantinopla que, como cada año, llega a Roma para la celebración de los Santos Pedro y Pablo. La común veneración de estos Mártires sea prenda de una comunión cada vez más plena y sentida entre los cristianos de todas partes del mundo. Invocamos por esto la intercesión maternal de María, Madre de la única Iglesia de Cristo, con la acostumbrada recitación del Angelus.[Después del Ángelus]Está cercana la publicación de mi tercera Encíclica, que lleva por título Caritas in veritate. Retomando los temas sociales contenidos en la Populorum progressio, escrita por el Siervo de Dios Pablo VI en 1967, este documento – que lleva la fecha precisamente de hoy, 29 de junio, solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo- quiere profundizar algunos aspectos del desarrollo integral de nuestra época, a la luz de la caridad en la verdad. Confío a vuestra oración esta ulterior contribución que la Iglesia ofrece a la humanidad en su empeño por un progreso sostenible, en el respeto pleno de la dignidad y las exigencias reales de todos.