9/14/09

La fe sin obras no es verdadera


Intervención de Papa en el Ángelus del día 13


Queridos hermanos y hermanas:
En este domingo, el vigésimo cuarto del Tiempo Ordinario, la Palabra de Dios nos interpela con dos preguntas cruciales que resumiremos así: "¿Quién es para ti Jesús de Nazaret?" y "Tu fe, ¿se traduce en obras o no?". La primera pregunta la encontramos en el Evangelio del día, cuando Jesús pregunta a sus discípulos: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" (Marcos 8, 29). La respuesta de Pedro es clara e inmediata: "Tú eres el Cristo", es decir, el Mesías, el consagrado de Dios enviado para salvar a su pueblo. Pedro y los demás apóstoles, por tanto, a diferencia de la mayor parte de la gente, creen que Jesús no sólo es un gran maestro, o un profeta, sino mucho más. Tienen fe: creen que en él Dios está presente y actúa. Inmediatamente después de esta profesión de fe, sin embargo, cuando Jesús por primera vez anuncia abiertamente que tendrá que sufrir y morir, el mismo Pedro se opone a la perspectiva de sufrimiento y muerte. Entonces Jesús tiene que reprenderle con fuerza para darle a entender que no basta creer que Él es Dios, sino que movidos por la caridad es necesario seguirle por su mismo camino, el de la cruz (cf. Marcos 8, 31-33). Jesús no ha venido para enseñarnos una filosofía, sino para mostrarnos un camino, es más, el camino que lleva a la vida.
Este camino es el amor, que es la expresión de la verdadera fe. Si uno ama al prójimo con corazón puro y generoso, quiere decir que conoce verdaderamente a Dios. Si, por el contrario, uno dice que tiene fe, pero no ama a los hermanos, no es un verdadero creyente. Dios no vive en Él. Lo afirma claramente Santiago en la segunda lectura de la misa de este domingo: "si no va acompañada de las obras [la fe], está completamente muerta" (Santiago 2, 17). En este sentido, quiero citar un pasaje de san Juan Crisóstomo, uno de los grandes padres de la Iglesia, que el calendario litúrgico nos invita a recordar hoy. Al comentar el pasaje citado de la Carta de Santiago, escribe: "uno puede tener una recta fe en el Padre y en el hijo, así como en el Espíritu Santo, pero si no sigue la recta vía, su fe no le servirá para la salvación. Por tanto, cuando lees en el Evangelio: 'Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero' (Juan 17, 3), no pienses que este versículo basta para salvarnos: se requiere una vida y un comportamiento purísimos (citado in J. A. Cramer, Catenae graecorum Patrum in N.T., vol. VIII: In Epist. Cath. et Apoc., Oxford 1844).
Queridos amigos, mañana celebraremos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, y el día siguiente a la Virgen de los Dolores. La Virgen María, que creyó en la palabra del Señor, no perdió su fe en Dios cuando vio a su Hijo, rechazado, ultrajado y crucificado, sino que permaneció a su lado, sufriendo y orando, hasta el final. Y vio la aurora radiante de su Resurrección. Aprendamos de Ella a testimoniar nuestra fe con una vida de humilde servicio, dispuestos a pagar el precio necesario para permanecer fieles al Evangelio de la caridad y de la verdad, seguros de que no se pierde nada de lo que hacemos.