6/13/10

Los frutos del Año Sacerdotal


Monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán



Clausura del Año Sacerdotal

En junio de 2009 nos convocaba el Papa Benedicto XVI a un Año Sacerdotal, con ocasión de celebrar el 150 aniversario de la partida al cielo del Santo Cura de Ars, san Juan María Vianney, patrono de todos los sacerdotes, y con la finalidad -decía el Papa- de "contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo". Por esta razón unos quince mil sacerdotes llegados de todos los continentes, se han reunido estos días con el Papa en Roma para celebrar la clausura del Año Sacerdotal.
Como el mismo Papa decía, "hay situaciones, nunca bastante deploradas, en las que la Iglesia misma sufre por la infidelidad de algunos de sus ministros". Lo hemos reconocido repetidas veces, el antitestimonio de sacerdotes que ha provocado escándalo y falta de credibilidad en la Iglesia; se ha cuestionado y criticado al mismo Papa por encubrimiento de personas y situaciones, sin que esto sea verdad, pues el Papa ha sido enérgico en "tolerancia cero" respecto a los sacerdotes que, por ejemplo, han abusado sexualmente de menores de edad, al tiempo que ha ofrecido cercanía y ayuda de sanación a las víctimas y sus familiares. Nuevamente pido a usted perdón por el mal ejemplo que ha recibido de sacerdotes, a su vez le animo a que se acerque a la autoridad correspondiente, eclesiástica o civil, para la denuncia correspondiente.
A lo largo de este Año Sacerdotal, Dios nos ha ofrecido la purificación, la conversión del corazón especialmente a los sacerdotes. Ha sido un año de reconciliación, de renovación del don y misterio que Dios nos ha concedido.
Bendito sea Dios, son muchos más los sacerdotes que han dado testimonio de fidelidad a Cristo y de servicio generoso y constante a sus feligreses. Invito a usted a dar gracias a Dios por los muchos momentos de ayuda que ha recibido de sacerdotes concretos: con una palabra de consuelo, por la administración de algún sacramento, por acercar a Dios a usted y su familia; si es posible, si tiene cerca a algunos de ellos, comuníquelo, que mucho les ayudará, pues los fortalecerá para seguir haciendo el bien con alegría y perseverancia. Y no olvide seguir encomendándolos en sus oraciones, para que la fidelidad de Jesucristo les sostenga en su propia fidelidad sacerdotal.