La Cuaresma vivida en la familia,
escuela y parroquia
Luis Javier Moxó Soto
Empezamos este tiempo
dedicado a la preparación de la celebración de la Pascua. Hay muchos y variados
motivos para una buena disposición con la oración y escucha de la Palabra de Dios.
También con el fomento de actitudes de reconciliación y de perdón con Dios, con
los demás y con uno mismo. Hacemos también en este tiempo memoria del Bautismo.
En este año de la fe es particularmente importante que meditemos en familia
sobre nuestra iniciación y maduración cristiana.
No viene mal recordar que
todos los fieles estamos obligados a hacer penitencia, pero es preciso que
podamos vivirla con un sentido. Para ello la Iglesia ha fijado unos días y unas
prácticas penitenciales para dedicarnos especialmente a la oración, a las obras
de piedad y caridad, observando incluso el ayuno y la abstinencia.
Hay que aclarar que todos
los viernes del año y el tiempo de Cuaresma son días y tiempos llamados
penitenciales. A no ser que coincida con una solemnidad, los viernes debe
guardarse abstinencia de carne. Especialmente el ayuno y la abstinencia se
guardan el Miércoles de Ceniza (que este año es el próximo 13 de febrero) y el
Viernes Santo (29 de marzo).
Esta ley de abstinencia
obliga a los que hayan cumplido catorce años. La ley del ayuno a todos los
mayores de edad hasta los cincuenta y nueve años. Se aconseja también la
formación en ese espíritu a los que aún no hayan alcanzado esa edad mínima para
participar en dichas prácticas.
Las normas corresponden a
la conferencia episcopal propia, pero por poner un ejemplo con la española,
ésta establece la posibilidad de sustituir, según la libre voluntad de los
fieles, por cualquiera de estas prácticas recomendadas por la Iglesia: lectura
de la Sagrada Escritura, limosna (en la cuantía que cada uno estime en
conciencia), otras obras de caridad (visita de enfermos o atribulados), obras
de piedad (participación en la Santa Misa, rezo del Rosario, etcétera) y
mortificaciones corporales (como privarse de algún capricho o privarse durante
un tiempo de fumar o algo por el estilo). Sin embargo, en los viernes de
Cuaresma debe guardarse la abstinencia de carnes, sin que pueda ser sustituida
por ninguna otra práctica. El deber de abstinencia de carnes dejará de obligar
en los viernes que coincidan con una solemnidad y también si se ha obtenido la
legítima dispensa.
En cuanto al ayuno que ha
de guardarse el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, consiste en no hacer
sino una sola comida al día; pero no se prohíbe tomar algo de alimento a la
mañana y a la noche, guardando las legítimas costumbres respecto a la cantidad
y calidad de los alimentos.
Estos gestos y prácticas
corren el peligro de desvirtuarse si no les damos su verdadero sentido y
significado interior que es el de la conversión y el esfuerzo de la renovación
pascual. Así hemos de trasmitírselo a nuestros hijos, alumnos y catecúmenos,
niños y adolescentes, en el seno de la familia, de la escuela y la parroquia.
El Papa Benedicto XVI al
proclamar el Año de la Fe desea que nos renovemos y nos convirtamos al Señor
Jesús, nos pongamos de pie y afrontemos con valentía la situación de una fe que
va languideciendo en muchos bautizados o que se ha perdido del todo.
La fe es compañera de vida
y es el encuentro con una Persona que ofrece un nuevo horizonte a la vida.
Procuremos comenzar y trasmitir a todos esta Cuaresma con ese espíritu de
conversión.