Francisco Javier Pérez-Latre
‘Evangelii Gaudium’ es una verdadera joya, entregada en la clausura del inolvidable Año de la Fe. Sus palabras son clásicas del pensamiento de Francisco y no resultarán nuevas para sus numerosos lectores, pero nos ha impactado la fuerza y potencial transformador que tienen para cada persona, para la Iglesia y la sociedad. Como ha escrito Fernando Sebastián, “es un documento escrito con una actitud humilde, con un estilo pastoral cercano y entrañable. Nos va a hacer mucho bien”
Hemos pensado que sería bueno destacar citas que, subjetivamente, nos parecen de valor por la calidad del mensaje y el impacto comunicativo que siempre buscamos en Los Nuevos Areópagos. En cualquier caso, la influencia de esta exhortación apostólica será duradera. Estas citas textuales que compartimos no pretenden resumirla ni sustituir su lectura, que va a ser imprescindible. Pero aquí hay frases de las que no se olvidan:
1. El confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible.
2. La sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la alegría.
3. El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión.
4. A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas.
5. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.
6. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa.
7. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.
8. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!
9. Así como el bien tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca.
10. En muchas partes hay un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral.
11. El aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja.
12. Llama la atención que aun quienes aparentemente poseen sólidas convicciones doctrinales y espirituales suelen caer en un estilo de vida que los lleva a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana que se procuran por cualquier medio, en lugar de dar la vida por los demás en la misión.
13. Se desarrolla la psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo. Desilusionados con la realidad, con la Iglesia consigo mismos, viven la constante tentación de apegarse a una tristeza dulzona, sin esperanza.
14. Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es laconciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos.
15. La humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos.
16. ¡Atención a la tentación de la envidia! ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto!
17. En lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia, se gastan las energías en controlar.
18. Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador.
19. La predicación puramente moralista o adoctrinadora, y también la que se convierte en una clase de exégesis, reducen esta comunicación entre corazones que se da en la homilía.
20. Un predicador que no se prepara no es “espiritual”; es deshonesto e irresponsable con los dones que ha recibido.
21. Uno de los defectos de una predicación tediosa e ineficaz es precisamente no poder transmitir la fuerza propia del texto que se ha proclamado.
22. No vale la pena dedicarse a leer un texto bíblico si uno quiere obtener resultados rápidos, fáciles o inmediatos.
23. No se nos pide que seamos inmaculados, pero sí que estemos siempre en crecimiento, que vivamos el deseo profundo de crecer en el camino del Evangelio, y no bajemos los brazos.
24. La preocupación por la forma de predicar también es una actitud profundamente espiritual.
25. Una buena homilía, como me decía un viejo maestro, debe contener “una idea, un sentimiento, una imagen”.
26. Algunos se creen libres cuando caminan al margen de Dios, sin advertir que se quedan existencialmente huérfanos, desamparados, sin un hogar donde retornar siempre.
27. Una auténtica fe −que nunca es cómoda e individualista− siempre implica unprofundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.
28. Quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos.
29. La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar, no sólo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y que sólo podrá llevarla a nuevas crisis
30. Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más.
31. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos.
32. La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común.
33. Sólo me interesa procurar que aquellos que están esclavizados por una mentalidad individualista, indiferente y egoísta, puedan liberarse de esas cadenas indignas.
34. Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también losniños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo.
35. No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana.
36. El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada
37. Hace falta postular un principio que es indispensable para construir la amistad social: la unidad es superior al conflicto.
38. La fe no le tiene miedo a la razón; al contrario, la busca y confía en ella,
39. ¡Cómo quisiera encontrar las palabras para alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa!
40. Es sano acordarse de los primeros cristianos y de tantos hermanos a lo largo de la historia que estuvieron cargados de alegría, llenos de coraje, incansables en el anuncio y capaces de una gran resistencia activa.
41. Una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie.
42. Uno no vive mejor si escapa de los demás, si se esconde, si se niega a compartir, si se resiste a dar, si se encierra en la comodidad. Eso no es más que un lento suicidio.
43. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás.
44. Puede suceder que el corazón se canse de luchar porque en definitiva se busca a sí mismo en un carrerismo sediento de reconocimientos, aplausos, premios, puestos.
45. Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes.