“Mi experiencia profesional me ha puesto más veces frente a eventos difícilmente explicables desde el punto de vista científico, pero lo que sucedió en 2008 a un ingeniero brasileño es realmente increíble…”
Así lo indica el profesor Carlo Jovine, perito oficial de la Congregación de las Causas de los Santos, neurólogo en el hospital san Juan Bautista de la Orden de Malta.
El profesor Jovine ha formado parte de la consulta médica encargada por el Vaticana para analizar, desde el punto de vista científico, la extraordinaria sanación de Marcilio Haddad Andrino, ingeniero mecánico nacido en Santos, cerca de San Pablo en Brasil.
En diciembre de 2008, con 35 años, el ingeniero Andrino fue ingresado de urgencia. Había enfermado de imprevisto y presentaba grandes trastornos en la esfera neurológica. Los exámenes especializados habían mostrado la presencia de ocho abscesos cerebrales. Es decir, la presencia de ocho puntos en los que se localizan áreas de infección en el cerebro.
Explica el profesor Jovina que el absceso cerebral es un área purulenta de origen bacterial o viral, que determina la destrucción de los tejidos y la producción de pus dentro del encéfalo.
Después del ingreso en urgencias, el TAC confirmó la gravedad de la patología. El paciente entró en coma y, después de algunos días, apareció también un hidrocéfalo obstructivo, es decir, una obstrucción de las vías del líquido cefalorraquídeo del cerebro, que determinó un cuadro de hipertensión endocraneal.
La situación era tan grave que el cirujano, el profesor Cabral, en presencia de un cuadro clínico en continuo deterioro, con el riesgo de muerte inminente, decidió someter al ingeniero a una intervención de urgencia
Pero, a este punto, sucedieron una serie de eventos inexplicables. El paciente, conducido a la sala de operaciones en coma, abrió los ojos, y, entre el estupor de los presentes, preguntó por qué se encontraba allí.
El profesor Cabral, recuperado del estupor y tras constatar la plena lucidez del paciente, decidió no operar y realizar un TAC del encéfalo para entender qué estaba pasando.
El examen reveló una modificación radical del cuadro patológico preexistente, con la desaparición del hidrocéfalo y la reducción del 70 por ciento de los abscesos cerebrales.
En pocos días las condiciones de Andrino mejoraron hasta tal punto que el profesor Cabral, constatando las perfectas condiciones clínicas y neurológicas, decidió dar de alta al paciente certificando la ausencia de cualquier rastro de alteraciones precedentes. No había rastro ni de abscesos cerebrales ni del hidrocéfalo.
Pero la cosa más sorprendente era que el paciente no presentaba ninguna secuela de la grave patología que había padecido. En el paso de pocos días --del 13 de diciembre, fecha de la operación prevista, al 23 de diciembre, día en el que fue dado de alta-- el ingeniero Andrino estaba sanado de forma definitiva y total.
Marcilio Haddad Andrino actualmente conduce, trabaja, tiene dos hijas, es totalmente autónomo y, sobre todo, no presenta consecuencias negativas de ningún tipo. Una sanación que, en relación con la gravedad, el desarrollo y las graves complicaciones asociadas, se resuelve de forma inexplicable del proceso natural de la enfermedad, así como para el conocimiento de la ciencia médica.
Es necesario subrayar que, también en el hipotético caso de una eventual sanación, hubiera necesitado una intervención quirúrgica, una recuperación lenta y hubiera dejado consecuencias. Sin embargo, la sanación se manifestó espontáneamente sin ninguna intervención médica.
“No hay precedentes --explica Jovine--, de un solo absceso cerebral se puede sanar, pero con ocho abscesos cerebrales y un hidrocéfalo agudo, el porcentaje de las muertes es prácticamente del 100 por ciento. De esta concatenación de hechos y de exámenes clínicos, especialistas y periciales, es necesario concluir que nos encontramos frente a un evento científicamente inexplicable, sucedido de forma decisiva, instantánea, duradero y total. Y esto, para la Iglesia, equivale a decir milagro”.
Un milagro que, por la modalidad con las que se manifestó, reconduce a la intercesión de Madre Teresa, la célebre religiosa albanesa protectora de los últimos que vivió y murió con olor a santidad, confirmando, con su vida ejemplar, el “voxpopuli” que, ya en vida, la quería santa.
Pero, ¿qué tiene que ver la Madre Teresa con la sanación inexplicable de Marcilio Haddad Andrino? La mujer del ingeniero brasileño se llama Fernanda y, precisamente mientras las condiciones de su marido empeoraban dramáticamente, se dirigió al padre Elmiran Ferreira, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Aparecida, San Vicente.
El párroco tenía intención de celebrar una misa de conmemoración con las Misioneras de Madre Teresa. Padre Ferreira escuchó lo sucedido y trató de consolar a Fernanda. La entregó un librito de novenas y le dijo que continuara rezando pidiendo la intercesión de la beata Madre Teresa.
La situación se estaba precipitando. Así, la tarde antes de la intervención quirúrgica, el padre Ferreira fue al hospital junto con Fernanda.
El párroco recitó las oraciones y administró el sacramento de la extremaunción. Después de eso, junto con Fernanda, puso junto a la cabeza de Marcilio un santo y una reliquia de Madre Teresa. Poco después se manifestó la sanación.
El prof. Jovina subraya que, aunque él sea creyente, cuando realiza encargos periciales de esta delicadeza y responsabilidad, tiende deliberadamente a despejar todo tipo de sugestión para concentrarse exclusivamente sobre la objetividad científica del caso a examen.
Así fue en 2011, cuando analizó la sanación de sor Normand que estuvo en el origen de la beatificación de Karol Wojtyla, y así ha sido hoy para la sanación del ingeniero Andrino, de la que surgirá la canonización de Madre Teresa.
Y la conclusión es que la objetividad del análisis, basado en evidencias médicas y documentadas, confirma que la sanación del ingeniero Andrino resulta absolutamente inexplicable desde el punto de vista científico.
Estamos en presencia, por tanto, de un evento increíble, que ha dado una prueba ulterior para la santidad de la Madre Teresa. En base a estas circunstancias, el papa Francisco ha reconocido la existencia del milagro, dando vía libre a la canonización de la monja albanesa.