Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
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Del 7 al 11 de agosto, se llevó a cabo en Mérida, Yucatán, un Congreso de pastoral de pueblos originarios, para conmemorar los 25 años de la presencia en estas tierras del Papa San Juan Pablo II, sobre todo con los pueblos indígenas de México y de otras partes del Continente, el 11 de agosto de 1993, en Izamal. Participaron en este Congreso 550 personas, la mayoría indígenas de varias partes del país, más once obispos que tenemos relación con estos pueblos.
Además de momentos para compartir experiencias y hacer propuestas por grupos, se escucharon varias conferencias: Mons. Gustavo Rodríguez, arzobispo de Mérida y presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad en el CELAM, expuso: Laudato si, acogida de la sabiduría indígena como respuesta integral de los pueblos originarios en el cuidado, uso y defensa de la madre tierra. El P. Eleazar López, de CENAMI, y Ernestina López Bac, de Guatemala, ambos indígenas, hablaron sobre la presencia de Cristo en los pueblos originarios. El P. Clodomiro Siller, de CENAMI, habló sobre la Virgen de Guadalupe, como inspiración que fortalece nuestra cultura y nuestra fe. El P. Mario Pérez, de raíz totonaca y náhuatl de Puebla, explicó la forma en que Juan Diego evangelizó, y cómo evangelizan los pueblos originarios. Un servidor expuso el tema sobre las semillas de Cristo en los pueblos originarios, para el florecimiento de las iglesias autóctonas.
El principal día conmemorativo fue el sábado 11, con una peregrinación y una celebración eucarística en el santuario de la Virgen en Izamal, con la participación de muchas personas.
PENSAR
El Papa Juan Pablo II dijo en Izamal a los pueblos indígenas hace 25 años: “Sed conscientes de las ancestrales riquezas de vuestros pueblos y hacedlas fructificar. Sed conscientes, sobre todo, del gran tesoro que, por la gracia de Dios, habéis recibido: la fe católica. A la luz de la fe en Cristo lograréis que vuestros pueblos, fieles a sus legítimas tradiciones, crezcan y progresen, tanto en el orden material como espiritual, difundiendo así los dones que Dios les ha otorgado… El saberos hijos del mismo Dios, redimidos por la sangre de Jesucristo, ha de moveros, bajo el impulso de la fe, a fomentar solidariamente las condiciones necesarias que hagan de las sociedades en que vivís un lugar más justo y fraterno para todos. Esta solidaridad, a la que como Pastor de la Iglesia universal os invito, echa sus raíces no en ideologías dudosas y pasajeras, sino en la perenne verdad de la Buena Nueva que nos trajo Jesús. Frente a no pocos factores negativos que a veces podrían llevar al pesimismo y al desaliento, la Iglesia sigue anunciando con fuerza la esperanza en un mundo mejor, porque Jesús ha vencido al mal y al pecado”.
“Vengo a esta bendita tierra del Mayab en nombre de Jesucristo, pobre y humilde, que nos dio como señal de su realidad mesiánica el anuncio de la Buena Nueva a los pobres. Vengo para cumplir la misión que he recibido del Señor de confirmar en la fe a mis hermanos. Vengo a traeros un mensaje de esperanza, de solidaridad, de amor”.
ACTUAR
Entre muchas propuestas que se hicieron, retomo algunas: Tener en cuenta los cambios culturales que están transformando a los pueblos originarios. Atender el fenómeno del narcotráfico en la realidad de estos pueblos. Integrar de manera equilibrada las tres dimensiones de la evangelización: la profética kerigmática, la litúrgica y la social, para no reducirse a lo social. Atender pastoralmente los flujos migratorios de pueblos originarios a las grandes ciudades. En todas las instancias y jurisdicciones hay que enfatizar la inculturación. Son posibles “parroquias personales”, para atender lo específico de las comunidades étnicas. Proponer a la Organización de Seminarios de México (OSMEX) un estudio más amplio sobre la formación de los seminaristas indígenas. Suscitar vocaciones autóctonas desde el testimonio. Adecuar los seminarios para brindar una formación integral desde el diálogo intercultural. Ajustar los planteamientos curriculares. Combatir el aburguesamiento. Hay que formarlos para que sean sensibles, misericordiosos y compasivos con el pueblo. Hay mucho academicismo en los formadores de los seminarios. No es suficiente que haya religiosas y sacerdotes indígenas, porque ellos mismos a veces no aceptan sus raíces.
Ser puentes entre nuestros pueblos originarios y la jerarquía eclesial. Necesitamos ahondar en nuestras raíces culturales propias y desde ahí ser profetas en comunidades, congregaciones y enriquecernos en la comunión intercultural. Empezar la traducción de la Biblia para nuestros pueblos. Tener conciencia de ser pueblo, no ser indiferentes a las realidades sociales y ecológicas que afectan a nuestras comunidades. Comprometernos en acompañar, asesorar y ser voces de los que no son escuchados. Que los sacerdotes acepten la pastoral indígena. Que las celebraciones litúrgicas se hagan en la lengua originaria, con cantos en la lengua y catequesis. Conocer más la manera de llegar de la Virgen y la respuesta de Juan Diego.