Es el breviario del pueblo
Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, en el nº 2678, “la piedad medieval de occidente desarrolló la práctica del rosario en sustitución popular de la Liturgia de las Horas”.
Del final del Medievo data la representación más antigua de esta adoración: en un tríptico del siglo XV aparece la Virgen con el niño, que tiene en sus manos un Rosario. Algunos Ángeles coronan de rosas a la Virgen mientras Santo Domingo de Guzmán y San Pedro Mártir sostienen su manto protector sobre los fieles. Esta representación se encuentra en la Catedral de Colonia (Alemania).
Precedentes
El “Dios te salve, María” ya se encontraba en el Misal Romano desde el año 650, como oración o antífona en la Misa del Cuarto Domingo de Adviento.
Desde el año 1100 al 1200 ya el rezo del “Dios te salve, María” es muy frecuente en varios países y muchas personas que no pueden rezar los 150 salmos (o sea, el Salterio) tratan de reemplazarlos diciendo 150 veces esta oración mariana.
Con anterioridad, a finales del siglo X, el Obispo de Iria Flavia, la actual Santiago de Compostela, San Pedro de Mezonzo, compone, presumiblemente, el rezo de la “Salve, Regina”, otra de las oraciones marianas más populares y hermosas y que posteriormente se incluiría como la plegaria conclusiva del rezo del Rosario.
El nombre y la forma del Rosario
Antiguamente se le llamaba “Salterio de la Virgen María” porque con su rezo reemplazaban las personas sencillas que no sabían leer o que no tenían libros, el rezo del salterio, o sea, los 150 salmos de la Biblia que los religiosos tenían que rezar cada semana.
Para poder llevar mejor la cuenta de las oraciones, hacían nudos en una cuerda o ensartaban en ella pequeñas pepitas. Después el nombre que se le dio fue el de Santo Rosario. La palabra Rosario significa colección de Rosas; la rosa ha sido siempre un regalo muy estimado para ofrecer especialmente a las mujeres, y la Iglesia ha creído que a nuestra madre del cielo le ofrecemos una verdadera “colección de rosas espirituales” muy agradables para ella, al rezarle 50 veces el Ave María, la oración que el Ángel Gabriel, Santa Isabel y la Iglesia Católica Antigua, compusieron en su honor.
El Rosario es una verdadera colección de “rosas de alabanzas” que obsequiamos a la más bondadosa de todas las madres, a la más bendecida de todas las mujeres y a la más gloriosa de todas las reinas.
El Rosario se compone de cincuenta y nueve pepitas o cuentas repartidas así: Cinco grupos de diez cuentas cada uno para ir contando las 10 Avemarías de cada misterio y entre una decena y otra una cuenta para rezar el Padre Nuestro que va al principio de cada Misterio; finalmente 5 cuentas al principio desde el crucifijo hasta donde empiezan las decenas. Estas cuentas son en honor de las cinco llagas de Cristo, o de los cinco misterios que se van a meditar.
Santo Domingo de Guzmán
Se suele considerar a Santo Domingo de Guzmán, religioso burgalés natural de Caleruega, fundador de la Orden de Predicaciones en el siglo XIII, como el autor o el inventor del rezo del santo Rosario, en torno a 1205-1208, como expresión de su amor a la Virgen María y por inspiración de Ella.
Nos consta que este gran santo solía intercalar series de avemarías en la meditación de los misterios de la vida de Cristo. En su siglo, el siglo XIII, se fijó el número de avemarías –tres bloques de cincuenta, esto es, ciento cincuenta- en evocación de los 150 salmos. Su nombre –rosario- significa rosal, ramo de rosas, que se ofrendan a Santa María la Virgen.
Sea o no sea Santo Domingo el inventor del Rosario, y aunque en tiempo de este santo todavía no se rezaba el Rosario completo como se reza ahora, lo cierto es que él y sus misioneros –los frailes de la Orden de Predicadores, fundados por él y llamados inicialmente los frailes de la Virgen- recomendaron mucho a las personas el repetirle frecuentemente a la Santísima. Virgen el “Dios te salve, María” y el pensar en los Misterios de la Vida, Pasión y Resurrección de Nuestro Señor.
Ya en el año 1483 se ha extendido por muchos países la costumbre de añadir el “Santa María Madre de Dios”, al “Dios te salve, María”, pero todavía no era costumbre general en ese tiempo rezar el Avemaría completa.
Papa San Pío V
En el año 1569 el Papa Pío V prescribe y recomienda a todo el mundo el Rosario tal cual como se reza hoy: con sus Padrenuestros, Avemarías y Gloria. En ese mismo año de 1569, el Papa Pío V con una carta o Encíclica dirigida a todos los cristianos del mundo recomienda rezar el Rosario de la manera como se reza ahora. Con esto quedaba consagrada esta devoción como algo muy propio de los buenos católicos.
A raíz de la victoria cristiana en la Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), el Papa S. Pío V, que había pedido a la cristiandad el rezo del Rosario por este motivo, institucionaliza para toda la Iglesia la festividad del Rosario, en acción de gracias por esta victoria, de modo que la fiesta era conocida indistintamente como la Virgen del Rosario o la Virgen de la Victoria hasta que, en 1573, el Papa Gregorio XV estableció como nombre definitivo de la festividad el de Virgen del Rosario.
De Pío V a León XIII
Desde que el Papa Pío V recomienda a todo el mundo el rezo del Santo Rosario, recordando que con esta oración se han obtenido grandes triunfos y el don de la paz y que esta devoción ha demostrado tener gran eficacia para detener las herejías y conseguir conversiones, y que toda persona fervorosa lo debe rezar frecuentemente, la costumbre de rezar el Rosario se vuelve popularísima en todas las naciones.
Al menos diez Papas lo siguen recomendando, y muchísimos santos lo difunden por todas partes. Uno de los Papas que más destacó en su devoción por el Rosario fue León XIII (1878-1903), quien en doce encíclicas y en otros veintidós documentos pontificios recomienda a los fieles el rezo del Rosario. Es llamado el “Papa del Rosario”. El fue quien consagró el mes de octubre al rezo del Rosario.
Siglos XIX y XX
En Lourdes (Francia), en 1858, la Virgen María se aparecería en dieciocho ocasiones ante Santa Bernardette Soubirous,llamándola al rezo y a la difusión del Rosario. En las apariciones de Fátima (Portugal), en 1917, la Virgen volvería a aparecerse con el Rosario en sus manos y se presentaría como la Virgen del Rosario. A los tres niños, testigos de estos hechos, los ya Beatos Jacinto y Francisca, y la monja Carmelita descalza Sor Lucía, fallecida en el mes de febrero de 2006, les recomendó el rezo y su divulgación a favor de la salvación del mundo.
Unos de los Apóstoles más destacados de la promoción del rezo del rosario en el corazón del siglo XX fue el norteamericano PadrePatrick Peyton, quien afirmaba que “la familia que reza unida el rosario permanece unida”. Realizó numerosas campañas de difusión del Rosario y editó unas películas sobre los misterios del Rosario, que se emitieron en el mundo entero.
“El rosario es mi oración preferida”
Ha entrado ya en los anales de las páginas de la historia del Rosario el Papa Juan Pablo II (1978-2005). Poco después de su elección pontificia, el 16 de octubre de 1978, en el corazón del mes de rosario, el Papa Wojtyla afirmó que “el rosario es mi oración preferida”. Y son numerosas las imágenes y los testimonios de Juan Pablo II rezando el Rosario.
Pero, si lo anterior fuera insuficiente para entrar en la historia del Rosario, el Papa Juan Pablo II dedicada el año 2002-2003 (de octubre a octubre) al Rosario, escribe la bellísima Carta apostólica “El Rosario de la Virgen María” y crea cinco nuevos misterios, los misterios de la luz o luminosos o de la vida pública del Señor, situando rezo semanal para los jueves, reordenando la distribución semanal de los otros misterios: Gozosos, los lunes y los sábados; dolorosos, los martes y los viernes; gloriosos, los miércoles y los domingos; y luminosos, los jueves.
La belleza de esta oración tan sencilla y profunda
En las palabras previas al rezo del Ángelus del domingo 1 de octubre de 2006, el actual Papa Benedicto XVI enriqueció las frases y definiciones del Rosario con el siguiente y bien hermoso texto:”… Es como si cada año Nuestra Señora nos invitara a redescubrir la belleza de esta oración tan sencilla y tan profunda. El amado Juan Pablo II fue un gran apóstol del Rosario: le recordemos arrodillado con la corona entre las manos, inmerso en la contemplación de Cristo, como él mismo invitó a hacer con la carta apostólica "Rosarium Virginis Mariae". El rosario es oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Es la oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, en el seguimiento de Jesús precedido por María. Desearía invitaros, queridos hermanos y hermanas, a rezar el rosario durante este mes en familia, en las comunidades y en las parroquias por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia y por la paz del mundo”.
Redacción de revistaecclesia.com/