12/07/23

Vigilancia en la espera, junto a la Virgen María y san Juan: el Prefacio II de Adviento

 Giovanni Zaccaria


Dentro de la liturgia del Adviento, el Prefacio II de la santa Misa prepara para la primera venida de Cristo, y recuerda las figuras que lo han esperado en la historia. Un lugar principal lo ocupan Santa María, su Madre, y san Juan Bautista.

Del 17 al 24 de diciembre, ya próximos a la celebración litúrgica de la Navidad, la Iglesia nos invita a orar con un prefacio específico, el Prefacio II de Adviento, que subraya la contemplación de los acontecimientos que rodearon la primera venida de Cristo, invitando al pueblo de Dios a la vigilia gozosa y a la exultación en la alabanza.

“Quem prædixérunt cunctórum præcónia prophetárum, Virgo Mater ineffábili dilectióne sustínuit, Ioánnes cécinit affutúrum et adésse monstrávit. Qui suæ nativitátis mystérium tríbuit nos præveníre gaudéntes, ut et in oratióne pervígiles et in suis invéniat láudibus exsultántes”.

“A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza”.

Se trata de un texto de nueva composición, basado en un prefacio muy antiguo, que se remonta a los siglos IV-V y se conserva en el Sacramentario Veronés. Algunos elementos de este texto antiguo se han añadido a otros procedentes de otras fuentes, para dar forma a un texto muy bello y equilibrado.

Consta de dos partes; la primera tiene como sujeto a Cristo, que es objeto de los anuncios de los profetas (“cunctorum praeconia prophetarum”), es objeto del amor inefable de la Virgen, que lo espera y lo lleva en sí, y es objeto de la predicación de Juan Bautista, que también tenía la tarea de señalarlo como el Cordero que quita el pecado del mundo (cfr. Jn 1, 29).

Compendio de la historia de la salvación

También aquí, como en el primer prefacio de Adviento, nos encontramos ante una especie de compendio de la historia de la salvación, que se resume a través de algunos puntos especialmente esclarecedores.

La preparación de la venida de Cristo en la carne comienza gracias a los profetas, como nos recuerda la Carta a los Hebreos: “En muchas ocasiones y de diversas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo” (Hb 1, 1-2). Las primeras lecturas de la Misa de los días comprendidos entre el 17 y el 24 de diciembre contienen perícopas proféticas, como la famosa profecía de Is 7,14 (“Mirad: la Virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”), pero también el nacimiento de figuras que son tipos de Cristo, como Sansón, Samuel, etc. La peripecia humana del Hijo de Dios se inscribe en una historia antigua caracterizada por la espera del Mesías.

Dentro de esta historia de espera, un lugar destacado lo ocupa la Virgen Madre: no hace falta ni siquiera decir su nombre, porque en este ser la siempre Virgen Madre de Dios está la figura de la grandeza de María, que con indecible amor estuvo dispuesta a soportar la dulce carga del embarazo para dar a luz al Mesías.

Finalmente, en último lugar entre los profetas de la Antigua Alianza, se menciona a Juan Bautista, que con su profecía (cfr. Mt 3,11) y su señalamiento de Cristo presente en el mundo (cfr. Jn 1,29-31.34) cierra al mismo tiempo el tiempo antiguo e inaugura el nuevo.

La segunda parte del prefacio se caracteriza, en cambio, por Cristo como sujeto, y el tema dominante es la preparación de la acogida de Cristo por su pueblo. Se pasa así de la contemplación de la espera histórica del Mesías a la indicación de la actitud propia de quienes esperan hoy la celebración litúrgica de la venida del Salvador. Vuelve aquí el tema de la vigilancia, como en el Prefacio de Adviento I, pero aquí se insiste en la oración que debe acompañar la espera (cfr. 1Pe 4,7) y también está presente el tema de la alegría, típico del tiempo de Navidad (cfr. Lc 2,10).

Fuente: omnesmag.com