Acuerdo sobre la visión del ambiente
Comunicado de la Comisión de la Santa Sede y del Gran Rabinado de Israel
1. El noveno encuentro de la Comisión Bilateral de la Santa Sede y del Gran Rabinato de Israel se ha celebrado tras la histórica visita del Papa Benedicto XVI a la gran sinagoga, visita en la que han participado también los miembros de la Comisión. Con motivo de la visita, el Papa ha confirmado categóricamente el compromiso de la Iglesia católica y su deseo de profundizar en el diálogo y la fraternidad con el judaísmo y con el pueblo judío, según "Nostra aetate", las enseñanzas sucesivas del Magisterio y, en particular, las de su predecesor Juan Pablo II: "En esta dirección podemos dar pasos juntos, conscientes de las diferencias que se dan entre nosotros, pero también de que, si logramos unir nuestros corazones y nuestras manos para responder a la llamada del Señor, su luz se hará más cercana para iluminar a todos los pueblos de la tierra" (Discurso de Benedicto XVI a la sinagoga de Roma, 17 de enero de 2010, n. 8). El Papa alabó específicamente la obra, la importancia y los resultados de la Comisión Bilateral, que después se ha reunido sobre el tema de la enseñanza católica y judía sobre la creación y el ambiente y deseó "un diálogo fecundo sobre un tema tan importante como actual".2. Introdujeron el encuentro los presidentes, el cardenal Jorge María Mejía, y el rabino jefe Shear Yashuv Cohen, quienes rindieron homenaje al difunto embajador Shmuel Hadas, cuya contribución ha sido tan importante para la creación de la Comisión. 3. Las intervenciones de apertura se concentraron en las tensiones entre los movimientos ambientalistas laicos y las perspectivas religiosas y subrayaron que la enseñanza bíblica considera la naturaleza como un don santo que procede del Creador. Él ha establecido que la humanidad tiene que ser la cumbre de su Creación, intrínsecamente buena(Cf. Génesis 1, 31, con la obligación de una administración responsable (Cf. Génesis 2, 15). Por consiguiente, si bien la humanidad tiene la libertad y la autonomía para desarrollar y promover los recursos naturales, como está escrito "los cielos, son los cielos del Señor, la tierra, se la ha dado a los hijos de Adán" (Salmo 115, 16), esto siempre se expresa de manera respetuosa de la soberanía divina del universo, como está escrito: "del Señor es la tierra y cuanto hay en ella" (Salmo 24, 1).
4. Hoy la humanidad afronta una crisis ambiental única, que es esencialmente consecuencia de un desordenado abuso material y tecnológico. Si bien esta crisis tiene que ser gestionada obviamente con los instrumentos tecnológicos y la autolimitación, la humildad y la disciplina, los participantes subrayaron la necesidad esencial para la sociedad de reconocer la dimensión trascendente de la Creación, que es importante para garantizar el desarrollo sostenible y el progreso de manera éticamente responsable. No todo lo que es técnicamente posible es moralmente aceptable. Esta conciencia garantiza que todo aspecto del progreso humano promueve el bienestar de las generaciones futuras y santifica el Nombre Divino, y del mismo modo su ausencia lleva a consecuencias destructivas para la humanidad y para el ambiente y profana el Nombre Divino.
5. La Tradición bíblica, que confiere una dignidad única a la persona humana, no debe ser entendida como dominio, sino como respeto y solidaridad. Esto exige un sentido de "ecología humana", en el que nuestra responsabilidad por el ecosistema esté ligada y refleje nuestros deberes recíprocos y, en particular, "una generosidad especial con los pobres, las mujeres, los niños los extranjeros, los enfermos, los débiles, los necesitados" ( Discurso de Benedicto XVI a la sinagoga de Roma, 17 de enero de 2010, n. 7).
6. El aspecto ético de la intervención humana en el orden natural consiste en la limitación del poder de la ciencia de su pretensión de control absoluto y en la manifestación de la solidaridad humana y de la responsabilidad moral hacia todos. Con este objetivo, la Comisión Bilateral pide con fuerza que la innovación y el desarrollo científicos se apliquen en íntima relación con los principios éticos y religiosos. Del mismo modo, los estados y los organismos internacionales deberían comprometerse en una consulta intensa con las autoridades éticas y religiosas para garantizar que el progreso sea una bendición y no una maldición. Una ética ambiental auténtica es una condición clave para la paz y la armonía del mundo.
7. Sobre todo, se ha subrayado la importancia crítica de una educación moral y religiosa a todos los niveles para garantizar un desarrollo social y científico responsable.