4/18/10

María, Reina de la Familia

El Papa en el rezo del “Regina Caeli”

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Cuando se dan las gracias, cuando se tienen intenciones particulares en la oración y cuando se pide la protección celestial para los seres queridos, se acostumbra a recurrir a la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia y Madre nuestra. Conozco la especial devoción del pueblo maltés a la Madre de Dios, expresada con el gran fervor a la Virgen de Ta’Pinu, y por eso me alegra tener la oportunidad de orar ante su imagen, traída aquí de propósito desde Gozo para esta ocasión. Me complace también ofrecerla una rosa de oro, como signo de nuestra filial devoción común a la Madre de Dios. Os pido, en particular, que la invoquéis con el título de Reina de la Familia, un título añadido a la letanía lauretana por mi amado predecesor, el Papa Juan Pablo II, que visitó más de una vez estas tierras. Al ofreceros este recuerdo tangible de mi visita, os doy las gracias por todo lo que he recibido de vosotros, sobre todo por el fervor de vuestra devoción y el apoyo de vuestras oraciones por mi ministerio como Sucesor de Pedro.

Dirijamos ahora nuestra oración a María, Madre de la Iglesia y Reina del Cielo, regocijándonos en la resurrección de Aquél que ella llevó en su seno.

Regina Cæli, lætare …

Nos unimos en la oración a los reunidos en la catedral de Valladolid, en España, donde Bernardo Francisco de Hoyos, un sacerdote de la Compañía de Jesús, ha sido beatificado esta mañana. Demos gracias a Dios por todos los santos hombres y mujeres que ha dado a su Iglesia.

Estoy contento de saludar a todos los peregrinos de lengua italiana presentes aquí hoy, en esta feliz ocasión, especialmente a los que han llegado desde Lampedusa y Linosa. Gracias por haber venido a compartir este momento de celebración y de oración con los hermanos y hermanas malteses. Que el apóstol Pablo, del que conmemoramos el aniversario de su presencia en estas islas, sea para vosotros un ejemplo de fe firme y valiente frente a la adversidad.

Sobre todos vosotros y sobre vuestros familiares en casa invoco de corazón las abundantes bendiciones del Señor para un feliz y santo tiempo de Pascua.