10/29/12


JESÚS MAESTRO, CAMINO, VERDAD Y VIDA


Padre José Antonio Pérez, ssp

El último domingo de octubre, la Familia Paulina celebra la solemnidad de Jesucristo Maestro, la visión cristológica propuesta por el beato Santiago Alberione como la más adecuada no solo para las modernas formas de apostolado, entre ellas la de la comunicación social, sino también para los hombres y mujeres de hoy que viven en la cultura de la comunicación.
Jesús Maestro, centro absoluto de la vida y la misión
El beato Santiago Alberione explicó repetidamente el sentido de la espiritualidad centrada en Cristo Maestro: “Esta devoción nose reduce simplemente a la oración o a algún canto, sino queenvuelve a toda la persona... Nuestra devoción al Maestro divino se debe aprender para luego aplicarla al trabajo espiritual, al estudio, al apostolado y a toda la vida religiosa... Debe partir de la oración y extenderse a toda la vida apostólica, porque el fruto de nuestro apostolado es proporcional a esto: presentar a Jesucristo camino, verdad y vida. Sólo si se entiende en este sentido la devoción a Jesús Maestro será de gran ventaja espiritual y responderá a las necesidades espirituales del hombre”.
Por tanto, la devoción a Jesús Maestro no es un conjunto de conocimientos abstractos, o una serie de prácticas, sino un estilo de vida, una forma de pensar, de razonar y de actuar: un modo de ser. Es el estilo peculiar de santidad y apostolado que Dios ha revelado al beato Santiago Alberione. Decía en 1957: “Seamos agradecidos a la Providencia de Dios que nos ha concedido la inmensa riqueza de comprender mejor a Jesucristo... El espíritu paulino consiste en esto... No es una frase bonita, no es un consejo: es la esencia de la Congregación; ¡es ser o no ser paulinos…!”.
Una hermosa doctrina que debe transformarse en vida
Este es un desafío que no puede quedarse en una hermosa reflexión. A veces sucede que estamos convencidos de que el sentido de la vida cristiana consiste en “cristificarse”, pero en la práctica no logramos traducir este ideal en realidad vivida. En este sentido, merece recordarse una conferencia de monseñor Bruno Forte en 1984, aplicación más o menos explícita de la enseñanza del beato Santiago Alberione, a partir de la doctrina del “Cristo integral” como se encuentra en la experiencia de san Pablo.
Monseñor Forte afirmaba que bajo la insistencia del padre Alberione en la figura de Jesús Maestro, está el problema moderno de la singularidad de Jesucristo: solo él es la Palabra de Dios para nosotros, solo a su escuela debemos acudir, no hay otros maestros... El Maestro es él, es él a quien debemos seguir. La insistencia del Fundador en Jesús Maestro es la respuesta que da el Evangelio a quienes quieren proponer otros maestros, otros señores fuera el único Maestro y Señor que es Jesucristo.
En cambio, el problema subyacente a la reflexión sobre Jesús camino, verdad y vida es el de lacontemporaneidad de Cristo. ¿Cómo y dónde podemos hacer experiencia de él? ¿Cómo y dónde Cristo es para nosotros el camino para ir al Padre, la verdad que ilumina el sentido de nuestra vida, la vida misma de nuestro vivir? ¿Cómo conseguir que quien vivió a tanta distancia de siglos sea ahora el Maestro, camino, verdad y vida?
El problema consiste en lograr que el acontecimiento de la salvación, Cristo muerto y resucitado, sea hoy para nosotros, en el presente de nuestra experiencia, quien nos alcanza y transforma nuestra vida.
Jesucristo es para nosotros camino, verdad y vida
El beato Alberione ve articularse el encuentro de Jesús con el discípulo en el momento del conocimiento (verdad para la mente), en el momento de la decisión (camino para la voluntad), y en el momento de la acogida experiencial (vida para el corazón). Según cada uno de estos momentos, podemos preguntarnos: ¿en qué sentido, cómo y dónde Jesús se nos hace presente para ser nuestra verdad, nuestro camino y nuestra vida? Sería largo reflexionar sobre las respuestas prácticas a esta triple pregunta... Baste recordar que este proceso se realiza por el Espíritu.
Pero hay algunos lugares concretos donde el Espíritu actúa en nosotros de manera especial: Jesús Verdad (profeta, maestro, fidelidad del amor de Dios) se nos hace presente especialmente en la Palabra de Dios, en los signos de los tiempos (acontecimientos, palabras, eventos...), y finalmente en la historia del amor (cf. Mt 25, 35ss), el “sacramento del hermano”.
Jesús Camino (pastor, rey) se hace presente en la Iglesia, semilla del Reino, pueblo en camino, y también en el camino de la liberación, porque Cristo está presente dondequiera que se trabaja por la libertad. Jesús Vida se nos hace presente en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, lugar concreto donde la vida del Maestro fluye en la vida del discípulo; y en las historias de sufrimiento, lugar del amor, donde la gracia de Dios puede hacernos encontrar la vida plena.
En la base de la nueva evangelización
Acabamos de concluir el Sínodo de los Obispos.Todo el ámbito de la nueva evangelización ha sido descrito en las intervenciones de los padres sinodales. En un artículo deL’Osservatore Romano (22-23.10.2012), se leía: “La nueva evangelización se consigue en la medida en que, en la Iglesia, se revitaliza la fe vivida ante todo como experiencia personal de Jesús de Nazaret”. Seguramente no habrá ninguna renovación si no partimos de una re-conversión personal al Centro absoluto, que es Jesucristo; y no habrá nueva evangelización si no en la medida en que se reavive la fe como experiencia personal de Jesús, Divino Maestro.
La evangelización no es un “oficio” que puede ser compatible con una escasa identidad espiritual. Sin “cristificación” no hay “predicación” auténtica, afirma el padreSilvio Sassi, Superior general de la Sociedad de San Pablo, en su carta anual a la Familia Paulina.
La identificación con Cristo es la premisa indispensable para anunciar al mundo la buena noticia. La esencia del espíritu aprendido de san Pablo es: todo el Cristo para toda la persona en todos los aspectos de la vida. Este es el secreto de una vida plenamente lograda desde el punto de vista humano, cristiano y misionero.