Rocío Lancho García
El Santuario de Nuestra Señora del Rosario en Madhu, ha sido el lugar donde el santo Padre ha pedido a la Virgen que por su intercesión, “todos los hombres encuentren aquí el ánimo y la fuerza para construir un futuro de reconciliación, justicia y paz para todos los hijos de esta querida tierra”.
Hasta este santuario mariano, ubicado en la zona tamil de la isla de Sri Lanka y que estuvo en la línea del frente durante los años que duró la guerra, ha viajado el papa Francisco en helicóptero a primera hora de la tarde (15.15 hora local). A su llegada, ha sido acogido por monseñor Joseph Rayappu, obispo de Mannar --en cuya diócesis se encuentra el Santuario-- y por algunas autoridades locales. Al igual que ayer en el aeropuerto, unos niños han colocado al papa Francisco un collar de flores.
Durante unos quince minutos de recorrido en un jeep descubierto, el Santo Padre ha saludado a la gran multitud al son de cantos y música tradicional. Entre la gran multitud, una anciana ha sido alzada por los hombres de seguridad, para que el Papa pudiera bendecirla desde el papamóvil. Al llegar a la entrada del Santuario, Francisco ha soltado una paloma blanca, símbolo de la paz.
En la celebración mariana, uno de los encuentro más emotivos de la visita del Papa a este país asiático, se ha rezado una oración particular a María para la consolidación en el país de la paz alcanzada en el 2009, tras treinta años de duro conflicto civil. Este Santuario es un lugar donde “todo peregrino se puede sentir en su casa”, donde vienen tamiles y cingaleses por igual, “como miembros de una sola familia” ha asegurado el Papa en su discurso.
Allí se encontraban familias que han sufrido mucho en el largo conflicto “que rasgó el corazón de Sri Lanka”. Tal y como ha recordado el Papa, muchas personas, tanto del norte como del sur, “fueron asesinadas en la terrible violencia y derramamiento de sangre de aquellos años”. Los habitantes de Sri Lanka --ha observado-- no pueden olvidar los trágicos acontecimientos ocurridos en este mismo lugar, o el triste día en que la venerada imagen de María, que data de la llegada de los primeros cristianos a Sri Lanka, fue arrancada de su santuario.
Por ello, el Santo Padre ha recordado que la Virgen es la madre “de todo hogar”, “de toda familia herida”, “de todos los que están tratando de volver a una existencia pacífica”. Asimismo, ha dado las gracias a la Virgen que “ante tanto odio, violencia y destrucción”, “sigue llevándonos a Jesús, el único que tiene el poder para curar las heridas abiertas y devolver la paz a los corazones desgarrados”. Pero también ha pedido que dé “la gracia de reparar por nuestros pecados y por todo el mal que esta tierra ha conocido”.
A propósito, el Pontífice ha asegurado que cuando entendemos, a la luz de la Cruz, el mal que somos capaces de hacer, y del que incluso formamos parte, podemos “experimentar el auténtico remordimiento y el verdadero arrepentimiento”. Y en la difícil tarea de perdonar y tener paz, “María siempre está presente para animarnos, para guiarnos, para mostrarnos el camino”, ha asegurado el Papa.
Finalmente, el Obispo de Roma ha pedido a María Madre “que acompañe con su intercesión los esfuerzos de ambas comunidades de Sri Lanka, tamiles y cingaleses, por reconstruir la unidad que se había perdido”. Y así, al igual que su imagen volvió a su santuario de Madhu después de la guerra, ha pedido al Señor que todos sus hijos e hijas Sri Lanka “puedan volver a la casa de Dios con un renovado espíritu de reconciliación y comunión”.
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