Le pide que reúna a su pueblo disperso por el mundo
Tras un encuentro privado con los obispos cubanos en el antiguo Seminario San Basilio Magno, a eso de las 19:40 hora local, el papa Francisco se trasladó hacia la Basílica Menor del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre en una furgoneta, para una visita íntima junto a los prelados y el séquito papal.
Una vez en el templo, al que acudió al poco tiempo de llegar a Santiago de Cuba, tercera y última etapa de su viaje al país caribeño, el Santo Padre llevó un ramo flores a la patrona de la Isla y se detuvo de pie, en silencio, para orar durante unos minutos. Luego permaneció sentado delante de su imagen en actitud de recogimiento.
Poco después, el Pontífice leyó la oración que san Juan Pablo II dirigió a la Virgen del Cobre al coronarla en 1998. “Haz de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas para que este pueblo abra de par en par su mente, su corazón y su vida a Cristo”, pidió Francisco, al tiempo que exhortó a la “Madre de la reconciliación” para que reúna a su pueblo “disperso en el mundo”.
Concluida la plegaria, el Papa prendió un cirio colocado a la derecha de Nuestra Señora de la Caridad y le entregó en ofrenda un florero de plata con flores de este mismo material desde el tallo y pétalos de cerámica blancos y amarillos.
Durante la sencilla ceremonia, los vocalistas Melvin Rodríguez, Vilma Ramírez, Olga González y el sacerdote diocesano Jorge Catasús interpretaron la guajira “A la Virgen del Cobre” y “Ave María”.
Al término de este momento de alto simbolismo, el Santo Padre saludó a algunas personas y se detuvo especialmente con los niños del coro, que en su homenaje entonaron la emblemática “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, del argentino Fito Páez.
Antes de regresar a la Casa de retiro y convivencia del antiguo Seminario San Basilio Magno, contigua al santuario, el Pontífice recibió una réplica de la Virgen de la Caridad del Cobre que será trasladada a Estados Unidos, donde se pondrá en manos de una comunidad cubana.