Pedro Guevara Mann
¡Proclamen desde los techos!
En 1995 la JMJ viaja al pacifico sur, a las Filipinas. La misa final en Manila fue el evento más grande en la historia católica, quizás, solo después del funeral de Juan Pablo II. Me parece interesante que los eventos más grandes no fueron la bienvenida del Papa ni la Vigila; sino la Misa de Envío, a la que asistieron 5 millones de peregrinos. La Misa es siempre el evento más concurrido. Los jóvenes quieren ir a Misa. Es por eso que cada Jornada comienza con una Misa y termina con una Misa. Cada Catequesis termina con Misa. La Eucaristía es la razón por la cual nos reunimos como católicos.
La Iglesia enseña que la Eucaristía es la fuente y cumbre de nuestra vida cristiana.
En la Eucaristía entramos en comunión con Cristo y los unos con los otros. Es la Eucaristía la que le da significado a la Cruz. Es nuestra fuente – de ahí nace todo – y nuestra cumbre: la cima de nuestro peregrinar. Es todo en nuestra vida cristiana. Pues claro que es una parte primordial de toda JMJ.
En el 2005, en Colonia, Alemania, la Vigilia del sábado fue adaptada para incluir un momento de adoración al Santísimo. Eso lo hicieron porque el lema de ese año fue, “hemos venido a adorarlo”. Esta es otra razón por la cual nos encontramos en la JMJ: para adorarlo y lo hacemos frente a su Presencia Real. Encontramos a Cristo en la Eucaristía y también lo encontramos en el Santísimo Sacramento.
Quizás algunos de ustedes se sentirán incómodos con la idea de alabar a Dios. Pero cuando de verdad amamos a alguien, se lo decimos. O les decimos lo bien que se ven. A veces cuando amamos a alguien decimos que los adoramos. Lo que pasa es que como no conocemos de verdad a Jesús – no sabemos adorarlo.
Jesús nos encuentra en el Sacramento de la Eucaristía y también nos encuentra en el Santísimo Sacramento – en la Adoración. Desde el 2005, todas las Vigilias han incluido un momento de Adoración y en todas, desde el 2005, en el campo de la Vigilia y la Misa de Envío hay una carpa donde hay adoración perpetua.
En 1997, en Paris, Francia, la JMJ introdujo el Festival de la Juventud. Este es un aspecto de la Jornada que asegura que los jóvenes sean co-productores del evento. En Paris, la mayoría de los eventos fueron organizados por movimientos, asociaciones laicas y comunidades religiosas. En Toronto muchos de los eventos fueron organizados por individuos. Hubo eventos de comunidades de Rito Oriental, de grupos Indígenas y para gente con discapacidades. En Toronto tuvimos más de 400 eventos en el Festival Juvenil: música, danza, teatro, encuentros culturales y religiosos, encuentros de oración, grupos de discusión, y un festival de cine. Quizás este es el elemento que más tiene sentido: La JMJ es una celebración y el Festival Juvenil captura ese elemento.
También es el elemento que le permite a los que no son peregrinos de la JMJ ha tener un poco de la experiencia de la JMJ, ya que todos los eventos del Festival son gratis y abiertos al público en general. Es una gran forma de evangelizar. No es catequesis, ni enseñanza – es simplemente cultura, música, entretenimiento. Eso es lo que le gusta a la gente. Pero se hace no solamente para que los peregrinos y el público se encuentren los unos con los otros, sino que se hace para que se encuentren con Cristo.
El Festival de la Juventud también es celebración. Cuantas veces decimos que la misa es una celebración: le decimos “celebración eucarística” pero en vez de ser celebración, parece funeral. Están todos con cara de amargados – con el cura regañándolos – con los cantos malísimos; todo el mundo distraído – ausentes…. Eso no es celebración. Si hay algo que la Iglesia de Latinoamérica tiene es que, ¡nuestras misas si son celebraciones! La JMJ es una gran celebración y por eso es que nos ofrece la mejor música y la mejor liturgia –¡es un espectáculo! ¿Por qué? Porque es celebración – y porque lo hacemos para Dios.
Bueno, ¿qué es lo que tenemos por ahora? La JMJ es un caminar juntos, bajo la Cruz, hacia Cristo, para encontrarnos con el Santo Padre y la Iglesia, con los unos y los otros, para aprender acerca y celebrar nuestra fe y lo hacemos en espíritu de reconciliación y alabanza, de la mano de María.
No podemos hablar de la JMJ sin hablar de los Santos. Eso lo haremos la próxima semana.