Palabras del Papa a los participantes en el Encuentro de protección de menores
Queridos hermanos,
Ante la plaga de los abusos sexuales cometidos por clérigos en detrimento de los menores, pensé en consultar, patriarcas, cardenales, arzobispos, obispos, superiores y gerentes, para que todos juntos escuchemos al Espíritu Santo y con docilidad a su guía escuchemos el clamor de los pequeños que piden justicia. Pesa sobre nuestro encuentro la responsabilidad pastoral y eclesial que nos obliga a discutir juntos, de manera sinodal, cómo encarar de manera sincera y profunda este mal que aflige a la Iglesia y la humanidad. El pueblo santo de Dios nos observa y espera de nosotros no solo condenas simples y obvias, sino medidas concretas y eficaces.
Comenzamos, por lo tanto, nuestro camino armados con la fe y el espíritu de la máxima parresía. Con valentía y concreción. Se quiere la concreción.
Como ayuda, me tomo la libertad de compartir con ustedes algunos criterios importantes, formulados por las distintas comisiones y conferencias episcopales. Fueron ustedes quienes me enviaron esto. Se trata de líneas de orientación para ayudar nuestra reflexión. Se trata solamente de un punto de partida que procede de ustedes y vuelve a ustedes y que no anula la creatividad que debe surgir en este encuentro.
Incluso a ustedes, me gustaría dar las gracias a la Pontificia Comisión para la protección de menores, la Congregación para la Doctrina de la Fe y los miembros del Comité Organizador por el excelente trabajo realizado con gran cuidado en la preparación de esta reunión. Muchas gracias.
Por último, pido al Espíritu Santo que nos sostenga en estos días y nos ayude a transformar este mal en una oportunidad, en una ocasión, para tomar conciencia y purificarnos. La Virgen María nos ilumine para buscar y ver como curar las heridas graves que causaron el escándalo de la pedofilia, en pequeños y en creyentes. Gracias.
