3/29/20

“Dejen que la Palabra de Dios devuelva la vida donde hay muerte”

El Papa antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este quinto domingo de Cuaresma es el Evangelio de la resurrección de Lázaro… (cf. Jn 11, 1-45). Lázaro era el hermano de Marta y María; eran muy amigos de Jesús. Cuando Él llega a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días muerto; Marta corre a encontrarse con el Maestro y le dice: “¡Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto!” (v. 21). Jesús le responde: “Tu hermano resucitará” (v. 23); y añade: “Yo soy la resurrección y la vida; el que crea en mí, aunque muera, vivirá”. Jesús se hace ver como el Señor de la vida, Él es capaz de dar la vida y también la muerte (v. 25). Luego María y otras personas llegan, todos llorando, y Jesús – dice el Evangelio – “se conmovió profundamente y […] estalló en lágrimas” (vv. 33.35). Con este trastorno en el corazón, va a la tumba, agradece al Padre que siempre lo escucha, hace que la tumba se abra y grita con fuerza: “¡Lázaro, sal!” (v. 43). Y Lázaro salió con “los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario” (v. 44).
Aquí tocamos con nuestras manos que Dios es vida y da vida, pero asume el drama de la muerte. Jesús podría haber evitado la muerte de su amigo Lázaro, pero quería hacer suyo nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos, y sobre todo ha querido mostrar el dominio de Dios sobre la muerte. En este pasaje del Evangelio vemos que la fe del hombre y la omnipotencia del amor de Dios se buscan y finalmente …se encuentran. Es como un doble camino, la fe del hombre y la omnipotencia del amor de Dios que al final se encuentran. Lo vemos en el grito de Marta y María y todos nosotros con ellas: “¡Si hubieras estado aquí!…”. Y la respuesta de Dios no es un discurso, la respuesta de Dios al problema de la muerte, es Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida… ¡Tengan fe! En medio del llanto sigan teniendo fe, aunque la muerte parece haber ganado. Quiten la piedra de su corazón!, dejen que la la Palabra de Dios devuelva la vida donde hay muerte».
Aún hoy Jesús nos repite: “Quiten la piedra”. Dios no nos creó para la tumba, nos creó… para la vida, hermosa, buena, alegre. Pero “la muerte ha entrado en el mundo por la envidia del diablo” (Sap 2:24), dice el Libro de la Sabiduría, y Jesucristo ha venido a liberarnos de sus ataduras.
Por lo tanto, estamos llamados a quitar las piedras de todo lo que huele a muerte: por ejemplo la hipocresía con la que vivimos la fe, es muerte; la crítica destructiva a los demás, es muerte; la ofensa, la calumnia, es muerte; la marginación de los pobres, es muerte. El Señor nos pide que saquemos estas piedras de nuestros corazones, y la vida entonces florecerá a nuestro alrededor. Cristo vive, y quien lo acoge y se adhiere a Él entra en contacto con la vida. Sin Cristo, o fuera de Cristo, no sólo no hay vida sino que se vuelve a caer en el la muerte.
La resurrección de Lázaro es también un signo de la regeneración que tiene lugar en el creyente. a través del Bautismo, con la plena inserción en el Misterio Pascual de Cristo. Por la acción y la fuerza del Espíritu Santo, el cristiano es una persona que camina en la vida como una nueva criatura: una criatura para la vida y que va hacia la vida.
Que la Virgen María nos ayude a ser compasivos como su Hijo Jesús, que hizo suyo nuestro dolor. Que cada uno de nosotros esté cerca de los que están en la prueba, convirtiéndose para ellos en un reflejo del amor y la ternura de Dios, que libera de la muerte  hace vencer la vida.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
En estos días de prueba, mientras la humanidad tiembla ante la amenaza de la pandemia, me gustaría para proponer a todos los cristianos que unan sus voces al Cielo. Invito a todos los jefes de las Iglesias y líderes de todas las comunidades cristianas, junto con todos los cristianos de las distintas confesiones, para invocar al Altísimo, Dios Todopoderoso, recitando al mismo tiempo la oración que Jesús Nuestro Señor nos ha dado enseñado. Por lo tanto, invito a todos a recitar el Padre Nuestro el próximo miércoles, 25 de marzo al mediodía.
El día en que muchos cristianos recuerdan el anuncio a la Virgen María de la Encarnación del Verbo, que el Señor escuche la oración unánime de todos sus discípulos que se preparan para celebrar la victoria de Cristo resucitado.
Con la misma intención, el próximo viernes 27 de marzo, a las 18 h., presidiré un momento de oración en la explanada de la Basílica de San Pedro. A partir de ahora invito a todos a participar espiritualmente a través de los medios de comunicación, continuó el Papa. Escucharemos la Palabra de Dios, elevaremos nuestra súplica, adoraremos al Santísimo Sacramento, con el que daré al final la bendición Urbi et Orbi”. A esto se agregará “la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria”.
Queremos responder a la pandemia del virus con la universalidad de la oración, de la compasión, de la ternura. Mantengámonos unidos. Hagamos sentir nuestra cercanía a las personas solas y a los más probados”.
Expreso mi cercanía a los pueblos de Croacia afectados esta mañana por una terremoto. Que el Señor Resucitado les dé la fuerza y la solidaridad para enfrentar esta calamidad.
Les deseo a todos un buen domingo. No se olviden de rezar por mí. Que tengan un buen almuerzo y Adiós.