1/17/11

Meditación para el primer día de la Semana por la Unidad de los Cristianos
 
La Iglesia de Jerusalén


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Día primero - La Iglesia de Jerusalén
Lecturas
Joel 2, 21-22.28-29
Derramaré mi Espíritu sobre todo ser humano
Salmo 46
Dios está en medio de la ciudad
Hechos 2, 1-12
Al llegar el día de Pentecostés
Juan 14, 15-21
El Espíritu de la verdad

Comentario


El planteamiento de esta Semana de oración por la unidad de los cristianos parte de Jerusalén, el día de Pentecostés, es decir, en el momento en que la Iglesia inicia su propia marcha.
El tema del Octavario es: “Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración”. “Ellos” designa la Iglesia primitiva de Jerusalén, nacida el día de Pentecostés en que el Paráclito, el Espíritu de verdad, descendió sobre los primeros creyentes, como Dios lo había prometido a través del profeta Joel, y por el Señor Jesús en la noche anterior a su pasión y a su muerte. Todos los que viven en la continuidad del día de Pentecostés, viven en la continuidad de la Iglesia primitiva de Jerusalén y su responsable, Santiago. Esta Iglesia es nuestra Iglesia madre de todos. Nos da la imagen o el icono de la unidad de los cristianos por la cual rogamos esta semana.
Según una tradición oriental antigua, la sucesión eclesial se realiza en la continuidad con la primera comunidad cristiana de Jerusalén. La Iglesia apostólica de Jerusalén se realiza en la Iglesia de la Jerusalén celestial que, a su vez, se convierte en el icono de todas las Iglesias cristianas. En señal de su continuidad con la Iglesia de Jerusalén, todas las Iglesias deben conservar las “características” de la primera comunidad cristiana por su asiduidad “a la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración”.
La Iglesia actual de Jerusalén vive especialmente su continuidad con la Iglesia apostólica de Jerusalén a través del costoso testimonio que ella da de la verdad. Su testimonio dado por el Evangelio y su lucha contra las desigualdades e injusticias nos recuerdan que la oración por la unidad de los cristianos es inseparable de la oración por la paz y la justicia.

Oración


Dios todopoderoso y misericordioso, que con gran poder has reunido a los primeros cristianos de Jerusalén por el don del Espíritu Santo, desafiando así el poder humano del Imperio romano. Haz que, como la primera Iglesia de Jerusalén, podamos reunirnos en la dignidad de predicar y vivir la buena noticia de la reconciliación y de la paz, por todas partes donde existen desigualdades e injusticias. Te lo pedimos en nombre de Jesucristo que nos libera de los vínculos del pecado y de la muerte. Amén.