11/28/11

¿POR QUÉ LOS JÓVENES DEJAN LA IGLESIA?


Por el padre John Flynn

Se sabe que muchos jóvenes dejan de asistir con frecuencia a la Iglesia. En el libro You Lost Me: Why Young Christians are Leaving the Church ... and Rethinking Faith, (“Me has perdido: ¿por qué los jóvenes dejan la Iglesia... y se replantean la fe”), de Baker Books, se analiza una investigación estadística efectuada por el grupo Barna para descubrir cuáles son las razones por las que los jóvenes se alejan de la Iglesia.
Los autores, David Kinnaman y Aly Hawkins, han trabajado con una amplia gama de datos estadísticos y han indicado tres problemas que hay que considerar cuando se observa la situación de los jóvenes:
1. Las iglesias se comprometen con los adolescentes pero después de la confirmación muchos jóvenes no vuelven y pocos comienzan a participar como adultos seguidores de Cristo.
2. Los motivos por los que las personas abandonan la Iglesia son distintos, por tanto es importante no generalizar sobre las nuevas generaciones.
3. Las iglesias tienen una cierta dificultad en la formación de una nueva generación que siga a Cristo, a causa de una cultura que cambia con mucha velocidad.
Kinnaman explicó que no se trata de una diferencia generacional. No es verdad que hoy los adolescentes sean menos activos en la Iglesia que en tiempos anteriores. De hecho cuatro de cada cinco adolescentes en América pasan parte de su infancia y adolescencia en una congregación cristiana o en una parroquia. Lo que sucede es que la formación no es bastante profunda y se diluye cuando se llega cerca de los veinte años.
Tanto para los católicos como para los protestantes la franja de edad de la veintena es la menos comprometida cristianamente, con independencia de su anterior experiencia religiosa.
El problema principal es la relación con la Iglesia. Más que luchar con la fe en Cristo, los jóvenes dejan de participar institucionalmente.

Un factor importante que influencia a los jóvenes actuales es el contexto cultural en el que viven. Ninguna otra generación de cristianos, sostuvo Kinnaman, ha vivido cambios tan profundos y rápidos en el ámbito cultural.
En el transcurso de las últimas décadas ha habido enormes cambios en los medios de comunicación, en la tecnología, en la sexualidad y en la economía. Esto ha llevado a un grado mucho mayor de complejidad, fluidez e inseguridad en la sociedad.
Teniendo en cuenta estos cambios, Kinnaman usó tres conceptos para describir la evolución de esto: acceso, alienación y autoridad.

Por lo que respecta al acceso, destacó que el surgimiento del mundo digital ha revolucionado el modo en que los jóvenes se comunican entre ellos y obtienen informaciones. Esto ha llevado a cambios significativos en el modo en que la generación actual se relaciona, trabaja y piensa.
Esto tiene un lado positivo, en el sentido en que Internet y los instrumentos digitales han abierto inmensas oportunidades para difundir el mensaje cristiano. Sin embargo no hay más acceso a otras visiones culturales y de valores, con una reducción de la capacidad crítica de valoración.
En relación con la alienación, Kinnaman observó que muchos adolescentes y jóvenes adultos sufren un aislamiento en sus familias, comunidades e instituciones. El alto número de separaciones y de divorcios, así como de nacimientos fuera del matrimonio hacen que sean cada vez más las personas que crecen en ámbitos no tradicionales, es decir en contextos donde la estructura familiar no existe.
Según Kinnaman, muchas iglesias no disponen de soluciones pastorales para ayudar de un modo eficaz a los que no siguen el recorrido tradicional hacia la edad adulta.
Además, muchos jóvenes adultos son escépticos sobre las instituciones que en el pasado modelaron la sociedad. Este escepticismo se transforma en desconfianza hacia la autoridad.
Una tendencia al pluralismo y la polémica entre las ideas contrastantes prevalece sobre la aceptación de la Escritura y de las normas morales.
Kinnaman destacó que la tensión entre la fe y la cultura y un debate animado puede tener un resultado positivo, nuevos enfoques por parte de las iglesias.
Analizando las causas del alejamiento de las iglesias por parte de los jóvenes, Kinnaman admitió que esperaba encontrar una o dos grandes razones, sin embargo descubrió que hay una gran variedad de frustraciones que lleva a las personas a abandonar.
Algunos consideran su iglesia como un obstáculo a la creatividad y la auto-expresión. Otros se aburren a causa de enseñanzas superficiales y lugares comunes.
Los más intelectuales perciben una incompatibilidad entre fe y ciencia.

Por último está la percepción de que la Iglesia impone reglas represivas por lo que respecta a la moral sexual. Además las actuales tendencias culturales que enfatizan la tolerancia y la aceptación de otros valores se enfrentan con la pretensión del cristianismo de poseer la verdad universal. Otros jóvenes cristianos dicen que su iglesia no les permite expresar dudas. Y que las respuestas a estas dudas no son convincentes.
Kinnaman descubrió también que en muchos casos las iglesias no consiguen instruir a los jóvenes de una forma profunda. Una fe superficial deja a los adolescentes y a los jóvenes adultos con un conjunto de creencias vagas y una incoherencia entre la fe y su vida cotidiana. Consiguientemente muchos jóvenes consideran el cristianismo como aburrido e irrelevante.
Al final del libro Kinnaman da algunas recomendaciones sobre cómo solucionar la pérdida de tantos jóvenes. Hay una necesidad de cambio en el modo en el que las viejas generaciones se refieren a las generaciones más jóvenes.
También invitó a redescubrir el concepto teológico de vocación con el fin de favorecer una consideración más profunda por parte de los jóvenes de lo que Dios tiene en mente por su vida.
Finalmente, Kinnaman destaca que necesitamos dar prioridad a la sabiduría respecto a las informaciones. “Sabiduría --explicó- significa la capacidad de relacionarse correctamente con Dios, con los demás y con la cultura”.